jueves, 9 de julio de 2020

Este jueves un relato: El camino




Cae la tarde. Sam se frota los ojos, fatigados por la conducción, con las manos frías. Resopla con fuerza. A lo lejos distingue las tibias luces de neón y coge el camino de la derecha que le lleva hasta el motel. Aparca, apaga la radio y sale. El frío arrecia y la lluvia empieza a cuajar en diminutos copos que se funden en su chaqueta. Coge la maleta y se dirige a la recepción donde un hombre, poco hablador, le entrega una llave. Con andar cansado se dirige a la 22. La oxidada cerradura se le resiste. Sam se frota las manos con energía para que entren en calor e insiste. Al fin, logra abrir la puerta de la deprimente habitación. No es la primera vez que se aloja en allí y conoce lo que le espera al encender la luz: una vieja cama cubierta por una desgastada colcha de irreconocible color de tantos lavados, un estrecho baño, un viejo televisor, una mesa y una silla. Suspira. ¿Cuánto tiempo podrá resistir aquel trabajo, aquella vida errante de viajante? Él no está hecho para ir de un lado a otro como una hoja a merced del viento. Cada día en una ciudad distinta y tan sólo el fin de semana en casa. Deja la maleta en el suelo, se quita el sombrero y mira el reloj, aún tiene media hora antes de su cita. Se deja caer en la cama, cierra los ojos y justo antes de dormirse piensa que debería quitarse la chaqueta. Cuando despierta han trascurrido tres horas. Abandona la habitación y corriendo se dirige al bar. Nadie lo espera. Ha perdido otro cliente. Se acerca a la barra y pide un whisky y luego otro y otro... Casi no se tiene en pie cuando se marcha. En la calle, Sam se sube el cuello de la arrugada chaqueta, mete las manos en los bolsillos y se pierde por el camino en la noche nevada. No puede con su alma. Sus fatigadas huellas dejan un sucio rastro; único y mudo testigo de su total desesperación.


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22 comentarios:

  1. Una historia triste de un hombre que recuerda su hogar, y su trabajo es la maldición en este caso `por tantos caminos que recorrer . La vida del viajante errante no es tan idílica como a veces parece. Muy buen relato.
    Un abrazo.

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  2. En cierta forma me recordaste a mi abuelo paterno, que había nacido en Israel, cuando estaba bajo el Imperio Otomano, y era enólogo, pero cuando lo llamaron los Otomanos a filas, sabiendo que el ejército duraría de 8 a 10 años, se escapó a Argentina y fue entonces vendedor de vino yendo de Mendoza a Buenos Aires, ida y vuelta. En Mendoza conoció a mi abuela rusa, y mi papá por ejemplo, nació en Rosario, la Provincia de Santa Fé. Luego se trasladó la familia de 5 (tuvo 3 hijos varones) a Buenos Aires. No bebía whisky y no llegué a conocerlo, murió en un accidente en la ruta justo antes de nacer yo. Pero imagino que mucho de lo que tu personaje vive, lo experimentó mi abuelo. Gracias por este regalo. Y gracias por haberte sumado a mi convocatoria. Besos, María José.

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    1. Me ha encantado lo que cuentas de tu familia. Da para una bonita historia ;-). Aprovéchala.

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  3. No es vida esa de constante andar trashumante, más encima teniendo que viajar solo. Un gran sacrificio que seguro, no se justificaría por el magro sueldo que podría sacar. Un abrazo

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  4. Triste vida la de los viajantes y más cuando dejan a su familia atrás. Bello texto no exento de crudeza. Besos.

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  5. Los visitadores, viajantes, una profesión errante, que reflejas perfectamente. Imagino que los que no acaban mal, como el tuyo, tendrán ganas de jubilarse.

    Muy bien hallada profesión. Un abrazo

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  6. Triste historia la de Sam...devorado por su propia vida...pero por triste que sea no es más que el reflejo de la vida de muchos...que sin pararnos a pensar si queremos cambiar de camino.. nos dejamos llevar por la vida...
    Un beso

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    1. La rutina, el no imponerse puede llevarnos a la desesperación según las circunstancias.

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  7. Un andar cansado y necesitado de calor. Es muy triste
    Beso

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  8. Nos has introducido en la vida tan dura de los que se dedican a ese oficio, como también al de camionero, en el que en un principio había pensado yo.
    Qué tristeza...!

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    1. Creo como dices el de caminorero es similar. Y sí son vidas duras por solitarias.

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  9. Es alguien haciendo algo por que le ha tocado a serlo, más que por elección. Muy bien reflejado ese descontento en el relato. Un abrazo

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  10. Un relato que nos trae la historia de tantos Sam que andan por el mundo. Me gusta que le hayas dado un poco de refugio aquí.

    Un abrazo maría José.

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  11. Una vida errante y dura la de este viajante sin nombre y casi sin identidad, ha forjado su caracter a ir por un camino sin regreso. Triste fiinal para unn hombre más fracasado qeu pobre. UN abrazo

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  12. Una vida llena de pasos solitarios pero más del alma que de cuerpo. No hay nada peor que el sentido de derrota acumulado en la mente y esa sensación de que paso dado, es paso perdido.
    Una historia muy profunda, María José, de esas que dejan huella y la última imagen bailando en la retina.

    Un beso.

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