domingo, 24 de noviembre de 2013

¿Existe el gen del Mal?





En diciembre de 2012 saltó la noticia de que un grupo de genetistas estadounidenses, planeaban analizar el ADN de Adam Lanza, autor de la masacre de Connecticut, para descubrir si había alguna mutación en su cadena genética que explicara su comportamiento agresivo. Sería el primer estudio científico en un asesino de masas.  Hasta el momento no se han publicado resultados al respecto.

En los años 60 se vinculó a los llamados superhombres, cuya fórmula cromosómica es XYY, y que parecía era bastante  frecuente entre los internos de las cárceles que habían cometido actos violentos. Según esto, quién posea XYY tiene seis veces más posibilidad de ser violento.

Más cercano a nosotros surgió  la teoría del Gen del Mal, también llamado el Gen del Guerrero, por el estudio de los indígenas maoríes de Nueva Zelanda, llevado a cabo por el Dr. Rod Lea y que  justificaría el comportamiento violento de determinadas personas. 

Está relacionado con la Monoaminooxidaxa (MAO). Los genes que codifican las MAO A y B están localizados uno al lado del otro en el brazo corto del cromosoma X (femenino) por lo que los hombres sólo tienen una copia de la misma, por tanto, su comportamiento se ven más afectados por la variante que heredaron. 
La MAO sirve para degradar neurotransmisores como la serotonina, la epinefrina (adrenalina) y la dopamina. Si su nivel es bajo, el cerebro queda saturado de neuroquímicos de una manera que induce a la agresividad o la impulsividad. Esto fue detectado en hombres con conducta antisocial pero sólo en un contexto de maltrato previo y eran propensos  a la violencia. 
Es esto lo que se alega para apoyar directamente la idea de que la susceptibilidad genética a las enfermedades no está determinada por nacimiento, pero varía con la exposición a las influencias ambientales. 
Para quién quiera informarse en profundidad puede leer este artículo de Rosa MacDermott  (2008) que vincula  la baja actividad de MAOA con evidencias de  influencia genética sobre la agresión y el comportamiento de los llamados " castigadores altruistas ",  por el bien de la sociedad y la justicia, aunque sea costoso y no personalmente beneficioso. 
Si esto fuera así, si el Mal está en nuestro genes plantea una preocupante pregunta:
Moralmente ¿podemos castigar a los hombres malvados? 
© María José Moreno, 2013

martes, 12 de noviembre de 2013

Este jueves un relato: Con el Alias de otro








(Idea y dirección de Dorotea. Indicaciones: El relato debe llamarse HAL.                                
Las cinco palabras a incluir son: luna-nave-frio-cantar-vivir)



HAL

Un día de un año que su memoria no recuerda, HAL, el niño del cielo, contempló con los ojos inyectados en lágrimas cómo abandonaba, a bordo de una nave nodriza, el planeta que lo había visto nacer. 
Su sol, se había apagado. 
Durante miles de años temieron lo peor y, ahora, había llegado ese terrible momento. Las sombras se habían apoderado de todo, el frío se instaló a su antojo hasta convertirse en hielo y, como enemigo que extiende sus alas se adueñó de toda la superficie del mundo, fue congelando los mares y dejando yermas las tierras. 
Si queremos vivir tenemos que marcharnos, buscar otra galaxia donde comenzar una nueva vida, decía su padre muy acalorado a su madre. 
HAL agarrado al pantalón, color plata, de su madre no entendía por qué ella se resistía a marchar y no dejaba de llorar. 
En la nave, su padre lo ayuda a sentarse en el asiento espacial y al atarle el cinturón le dijo al oído: cuida mucho de mama.
Entonces supo el por qué del sollozo inconsolable de ella y él también comenzó a llorar.  Papá no viajaría. Se quedaría en la estación de experimentación, a la espera de descifrar qué le había sucedido a su sol. Viajaría más adelante.
Se escucharon los motores de la nave y durante la propulsión del arranque agarró con mucha fuerza la mano de su madre y cerró los ojos porque estaba muy asustado. Cuando los abrió contempló  por la ventanilla un cielo negro en el que dibujaba una barrigona luna del color del pantalón de su mamá y sonrió, le gustaba la luz que desprendía. Poco después  aterrizaban en un prado verde. 
Al salir, el calor le produjo una sensación desconocida para él, como si todo su cuerpo se hubiera alegrado y sus mejillas se ruborizaron. Al fondo se escuchaba cantar a unos niños. Niños como él. 
A HAL le gustó su nuevo hogar al que todos llamaban Tierra. Sin embargo, tuvieron que pasar millones de instantes hasta que la felicidad llegara a su corazón. Eso ocurrió el día en que  su padre apareció en la casa en la que ahora vivían. 
Los tres se abrazaron y sintió lo que era el auténtico bienestar: el amor de sus padres y  un rayo de sol calentando la habitación. 


© María José Moreno, 2013



domingo, 10 de noviembre de 2013

75 años de la Noche de los cristales rotos




Ayer por la tarde estuve viendo la película Hanna Arendt que me había recomendado una amiga. En el film se plasman los días en que se celebró el juicio al nazi Adolf Eichmann, en Jerusalen, al que Hanna asistió en calidad de periodista representando al New Yorker y, los consecutivos en los que estuvo enfrascada en escribir el libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, por el que tuvo tantos detractores, con algunas reminiscencias de su pasado para enmarcara su figura y sus amores con Heidegger, en sus teorías políticas y filosóficas. (Impresionante el alegato final que de su teoría de la banalidad del Mal hace delante de sus alumnos al final de la película).
Y da la casualidad de que ayer se celebraba el aniversario de la Noche de los cristales rotos (Kristallnacht).

La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938, cientos de comercios regentados por judíos fueron saqueados a todo lo largo y ancho del país, las sinagogas incendiadas, hospitales asaltados, cientos de muertes  y mas de 30000 judíos arrestados y luego deportados. Fue la respuesta alemana a la noticia radiofónica de que un joven refugiado judío había matado en Paris a un diplomático alemán, Ernst von Rath, del partido nazi,  según dijeron en represalia por la deportación de su familia. De esta manera se encendía la mecha del antisemitismo y el origen de la cruenta “Noche de los cristales rotos” de la hoy se cumple 75 años.
Investigaciones muy recientes, del historiador y periodista Armin Fuhrer, han sacado  a la luz que fue el mismo Hitler el que propició su muerte y se hizo con la excusa que necesitaba para soliviantar a las masas contra los judíos; parece ser que el adolescente había mantenido una relación homosexual con Von Rath y se han descubierto indicios de que el diplomático podría haberse recuperado de los cinco disparos, pero que el médico personal de Hitler que le enviaron para atenderlo se ocupó de darle el golpe de gracia y de convertirlo en el mártir que necesitaban.
Como dice Rosa Sala, especialista en historia cultural alemana: lo verdaderamente importante es que con la Noche de los Cristales Rotos, Hitler consiguió que toda Alemania se convirtiera en su cómplice y rehén moral. Las vejaciones a los judíos se produjeron en plena calle, a la vista de todos. A partir de ese momento, ningún alemán podía afirmar que desconocía el alcance de la política abiertamente antisemita de su gobierno. La ignorancia dejó de ser una excusa y la pasividad y el silencio se convirtieron en una culpa colectiva.

Y esto me trae de nuevo al tema del Mal, entendido como Mal radical (Kant), la posibilidad de causar daño por voluntad expresa de causarlo o bien por culpable despreocupación de la intención moral) o del Mal banal conceptuado por Hanna Arendt como aquella perversidad que no se ajusta a los patrones culturales tradicionales (envidia, odio, resentimiento) porque se comete porque ser humano es un instrumento de un programa político que destruye la personalidad moral, mediante la anulación de la capacidad de pensar, de elegir entre el bien y el mal); un efecto colateral exigido por el funcionamiento social burocratizado.
La discusión está servida, pero de alguna manera tendremos que intentar comprender a ese pueblo alemán que hoy rememoran el 75 aniversario de esa noche con una serie de actos. Ese noche , que según ha asegurado la canciller alemana, Angela Merkel, fue uno de los peores momentos de la historia  de Alemania.
Y tú, ¿qué opinas?

Te recomiendo que veas la película Hanna Arendt dirigida por Margarethe von Trotta

© María José Moreno, 2013

FELIZ AÑO 2024

  7 meses sin escribir en el blog y vuelvo como en años anteriores con deseos de compartir que esta comunicación ocasional no se termine. Ha...