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Mostrando entradas de enero, 2019

Este jueves un relato: Cocinillas

De pequeña, mi lugar preferido de la casa era la cocina. Por supuesto, no era como las de ahora. Las paredes estaban cubiertas de azulejos de color blanco brillante y los muebles eran de mampostería; en lugar de puertas tenían unas cortinas de tela de cuadritos de vichy blancos y verdes. Un pollete de marmol (ahora le llaman encimera) los cubría y servía de superficie de trabajo. Mamá me sentaba en una silla alta y desde mi atalaya la observaba ir y venir de la despensa al fogón y de éste al fregadero; de vuelta, casi siempre hacía una parada en la alacena o en la nevera. Al principio, la cocina en la que se guisaba era de carbón, luego solo sirvió para sostener a la de tres fuegos de butano y para que yo jugara abriendo las diferetntes puertecitas que tenía en el frente y que ahora muy bien no podría decir para qué servían. En ese lugar de la casa me crie. Ahí aprendí a leer y a escribir. También a conocer los alimentos, a manejar las cantidades y a mezclar

Este jueves un relato: Collage temático

    Una mano de sedosos y finos dedos me desentierra del oscuro lugar en el que me guardan. Recibo una bocanada de aire fresco.   Ella me desliza con delicadeza de abajo hacia arriba y luego me deja reposar en la parte superior de su muslo tras colocarme en la posición exacta que desea. Me domina la impaciencia.  Risas, palabras vacías, más risas y yo, alerta, expectante hasta ver qué sucede.  Me rozan diferentes dedos   que me sacan de mi letargo y me vuelven loco. Crezco casi un palmo. Cruce y descruce de piernas. Palabras obscenas, divertidas, ardientes, febriles, caricias que no cesan. Me aprietan, oprimen y comprimen. Juguetean conmigo. ¡Uf uf…,¿qué será de mí? No puedo aguantar más frenesí. De pronto, cuando menos lo espero, un fuerte tirón y una larga uña me desgarra.  Siento un intenso dolor. ¡Cielo santo! ¡Pobre de mí! Me rompo. Soy todo hilachos que terminan por desprenderse. Caigo con lentitud en el asqueroso suelo donde me pisotean de manera r

Retos lectores del mes de Enero

Reto lector 2019 12 mese/12 libros Biblioteca Municipal de Córdoba. Enero: Un libro de menos de 100 páginas «Paradero desconocido» de Kathrine Kressmann. Una novela en la que en muy pocas páginas y de manera epistolar asistimos a una amistad que parece indestructible pero que no lo es. Nada persiste en el tiempo y menos cuando existen avatares bélicos de por medio. La novela comienza en 1932 cuando se separan dos amigos que se tratan como hermanos: uno alemán, Martin, y otro judío, Max, dueños de una galería de arte en California. La separación viene dada cuando Martin regresa a Alemania para criar a sus hijos en su país de origen.  Desde primera hora se escriben cartas en las que comentan no solo cómo marcha la galería de arte sino también lo que acontece en Alemania desde la ascensión al poder de Hitler. La amistad es algo sobrevalorado y podremos comprobarlo carta a carta.  Un desenlace inesperado llena de valor a esta pequeña obra de arte que retrata de manera

Retos lectores de una hipomaníaca

Otro año más comienzo un reto, lo malo es que no sé  si llegaré hasta el final. Hasta el momento creo que tengo el record de no haber terminado ninguno de los que he empezado. Sin embargo, cuando vi este de la Biblioteca Pública de Córdoba (12 meses/12 libros), me pareció que era bastante asequible (igual el día que lo vi estaba demasiado positiva ;-), me envalentoné y aquí estoy, formalizándolo en el blog, puesto que luego haré un comentario sobre lo que he leído.   El reto de enero, a simple vista, me pareció muy cómodo. Se trata de leer una novela corta. El problema ha sido encontrar una de menos de 100 páginas. Menos mal que lo he comentado en mi página de Facebook y, enseguida, me han dado los títulos de bastantes novelas cortas. Voy a ver de qué tratan y escogeré una de ellas. Además voy a ir pensando el de febrero, esa novela que he querido siempre leer y no he leído. Por el momento no se me ocurre ninguna.  Mucho me temo que a este paso, las propuestas del mes se van a

Este jueves un relato: El futuro en números

Después de haber pelado las uvas, mientras escuchaba los cuartos del reloj de la Plaza del Sol, Carla decidió que este año no las tomaría. Era la primera vez, desde que ella recordaba, que no iba a cumplir con el rito de las campanadas. —Solo son patrañas —murmuró—. ¡Maldita suerte la que me trajo comerlas el año anterior! Se levantó y, con el plato en la mano, se encaminó hacia la cocina. Las tiró a la basura y después volvió al salón. Apagó la televisión y abrió el ordenador.  Mientras viajaba por diferentes blogs en los que todos se felicitaban y explicitaban cientos de deseos y de propósitos para el Año Nuevo, Carla pensó en lo triste que era su vida. Tenía 52 años y estaba sola. Su marido la había abandonado en verano después de un viaje que realizó a Cancún organizado por la empresa en la que trabajaba. Allí conoció a una joven que lo volvió loco, en el sentido literal y formal de la palabra. Su marido le había jurado amor eterno, por su marido ella había sacrifica

Comenzamos el 2019

Desde que abrí este blog en el año 2009 no he faltado a la cita de despedir el año y dar la bienvenida al año nuevo.  Ayer no lo hice.  Las razones deben de ser inconscientes porque durante todo el día estuve pensando en sentarme delante del ordenador y hacer la entrada. La posponía en aras de preparar la casa, la cena, enviar unos Wassaps, hablar por teléfono... Cuando acordé ya no había tiempo. Como decía deben ser motivos anclados en esa parte de nuestro cerebro a lo que relegamos lo que nos hace daño y por eso intentamos olvidarlos. Este año no estaba siendo malo hasto que lo fue y aunque me repita que eso nada tiene que ver con el año de que se trate, algo en mi cabeza no ha querido ni despedirlo.  Decía Freud que se madura cuanto el Yo se fortalece, cuando aumenta nuestro consciente y disminuye nuestro inconsciente. En pocas palabras: cuanto más nos conocemos. Y en un acto puramente freudiano esta mañana me he puesto al teclado, al menos, para dar la bienvenido a