El sol brillaba en todo su esplendor calentando todo y a todos. En la sombrilla de mi derecha un adolescente se afanaba en escribir sobre una libreta de papel cuadriculado. Escribía, tachaba, volvía a escribir. Le observaba de reojo llena de curiosidad. La madre del joven también lo vigilaba y de vez en cuando le preguntaba de qué quería el bocadillo, sin que él respondiera abstraído en lo que hacía. A la tercera vez que no encontró respuesta alzó la voz. —¡Migue! ¿Estás sordo o qué? —No mamá, ¿qué quieres? —respondió sin interés. —¿Que de qué quieres el bocata? —Me da igual. —De eso no tenemos. ¿De tortilla o de chorizo? A no encontrar respuesta le quitó la libreta y comenzó a mal leer: — Ascendí por el rio de tu mirada hasta el mar de tus lágrimas buscando el origen de tu sufrimiento. —¿Qué es esto? —Un poema —dijo el joven. La mujer alarmada llamó a gritos a su marido, que se llamaba Jacinto y que refrescaba sus pies a la orilla del mar. Jacinto acudió a l
Blog literario de la escritora María José Moreno