Una mano de sedosos y finos dedos me desentierra del lugar oscuro en el que me guardan. Recibo una bocanada de aire fresco. Ella me desliza con delicadeza de abajo hacia arriba y luego me deja reposar en la parte superior de su muslo tras colocarme en la posición exacta que desea. Me domina la impaciencia. Risas, palabras vacías, más risas… y yo, alerta, expectante hasta ver qué sucede. Me rozan diferentes dedos que me sacan de mi letargo y me vuelven loco. Crezco casi un palmo. Cruce y descruce de piernas. Palabras obscenas, divertidas, ardientes, febriles, caricias que no cesan. Me aprietan, oprimen y comprimen. Juguetean conmigo. ¡Uf uf…¿qué será de mí? No puedo aguantar más frenesí. De pronto…cuando menos lo espero, un tirón. Una larga uña me desgarra. Siento un intenso dolor. ¡Cielo santo! ¡Pobre de mí! Me rompo. Soy todo hilachos que terminan por desprenderse. Caigo con lentitud en el asqueroso suelo donde me pisotean de manera repetida un
Blog literario de la escritora María José Moreno