Querida Maca: Te escribo esta misiva porque desde hace días estoy muy mosqueada. Sé que me tienes en gran aprecio desde el primer día que nos vimos en aquella apestosa tienda de animales; te asomaste a mi jaula y me miraste y te miré; surgiendo la “química” entre nosotras. Aún recuerdo tu cara de asombro cuando te saludé sacando mi larga lengua rosada. Justo en ese instante me di cuenta de que te habías enamorado de mi piel y, cuando vino el chico a sacarme y me metió en una caja de cartón fui la más feliz de todos los animales que pueblan este planeta. A tu lado he madurado, engordado (mucho) y he disfrutado con tus caricias pero, desde hace unos días encuentro el ambiente familiar revuelto. Jorge y tú andáis de gresca, os miro desde mi lugar de descanso ojiplática sin saber bien lo que ocurre pero me desespero cuando observo como os repartís los muebles lo que significa que... No quiero ni pensarlo... Ayer me dolió que Jorge no quisiera que te llevaras