Mi recuerdo en este final del 2020 para los que no están y sus familias
Recién iniciado el 2020, con la lista de deseos aún por estrenar, el Covid 19 se apoderó de nuestras vidas. Nos vimos obligados a parar, encerrarnos en casa y asistir, sin poder hacer nada, a la pérdida de muchos compatriotas por culpa de este virus. Además del dolor por la pérdida, las familias tenían que pasar por no poder despedirse de ellos y enterrarlos en soledad. Para mí ha sido lo más duro de esta pandemia. Y no solo ocurrió en la primera ola, sino que creíamos que con el verano todo se iba a solucionar y llegó, sin pausa, el segundo rebrote y siguieron muriendo miles de personas dejando a sus familias huerfanos y sin consuelo. Yo no he perdido a nadie, pero en mis soledad del confinamiento imaginaba lo duro que debía ser estar ingresado, aislado de los que te quieren, sin saber si el bicho iba a poder contigo. Me ponía en sus zapatos. Nada más pensarlo, la angustia me corría por dentro; por eso, creo que todos estamos de acuerdo en que lo peor de esta pandemia han sido