Mantequilla, azúcar, harina, leche y vainilla. Juntas,
revueltas, las caliento hasta hervir y con paciencia espero a que vayan
tomando cuerpo.
Un huevo, dos huevos, tres huevos...Las claras por un lado y
las yemas por otro.
Las varillas baten y baten las saladas claras, al ritmo que impone mi muñeca, y al rozar con el cristal del recipiente producen un
esperanzador soniquete.
Las claras bailan al son de la música, se esponjan,
burbujean, adquieren un nacarado brillo, suben y suben, hasta formar una consistente
montaña que rocío sobre la dulce base.
El calor del horno lo mezcla todo, le insufla aliento divino. El souffle crece y crece, se
dora, crece y vuelve a crecer. Excitada ante tal maravilla miro por el cristal
perpleja, obnubilada por mi creación. ¡Lo he conseguido!
El sonido del reloj me sobresalta, han pasado 25 minutos, ya
es la hora. Mis manos, enfundadas en acolchados guantes, cogen con mimo el
molde del que sobresale en altura el soufflé, por lo menos, por lo menos, cinco dedos. Respiro tranquilo, miro arrobada.
Como un torbellino mi hijo entra en la cocina.
-¡Mira mamá lo que hago!
Acerca un alfiler al globo y lo explota entre sonoras carcajadas.
Durante un instante dejo de contemplar mi obra alarmada por el estruendo.
Cuando vuelvo mis ojos hacia ella observo que yace sin aliento, desparramada, muerta.
Corta vida la de de
mi souffé, sólo un segundo de eternidad.
Más segundos en el blog de Cecy
¡Adiós al soufflé!, qué poco dura la felicidad.
ResponderEliminarUn relato que me gustaría haber escrito, ya conoces mi afición por la cocina.
Un beso.
Ingeniosamente escrito, casi saboreable este segundo de souffle. Y los niños...¡qué ricos! son. Bsss.
ResponderEliminarJajajaja que poco ha durado después de tanto trabajo!!!
ResponderEliminarMuy original como encaraste este jueves María José!!!
Un beso enorme.
¡¡¡Oh!!! qué pena.
ResponderEliminarSi me río ¿te enfadas?
jajajaja.... vaya que divertido, que sonrisa me has dejado... y vaya que tanto trabajo para después... buuu fuera todo un desastre, simplemente de un segundo al otro no se sabe lo que sucedera
ResponderEliminarNo se si será por la hora, o por lo bien que describes el proceso, pero has conseguido que me de el hambre, jajaja. Una duda, ¿quién limpió el desastre?. Gracias por todo "madrina"
ResponderEliminarjajajajaj
ResponderEliminarY yo que ya me estaba relamiendo, es de mañana temprano y me has despertado el apetito.
Cosas de los chicos, que en un segundo te sacan de un ensueño a la realidad y convengamos que a veces para al revés.
Gracias María Jose, por acompañarme en estos segundos eternos y divertidos :)
Un abrazo.
jajajajaja...me ha recordado ligeramente algunas brevedades parecidas que ha experimentado mi esposa en la cocina. Pero ella sale corriendo con una la escoba para pillar al causante del estropicio, jajajajaja (que pueden ser tres, a saber, mis dos hijos o incluso yo mismo, aunque por motivos bien distintos, jajajajaja)
ResponderEliminarUn beso
Jajaja! Vaya original has sido... pero el arte culinario también ocupa su lugar en nuestras vidas, y vaya qué lugar, cuando imponemos todo nuestro esfuerzo. Mira, yo de soufflé, nada de nada, ni me arriesgo, y aseguro que no preciso que nadie me lo pinche, porque se desinflaría solo! Sinceramente, no te ha quedado el plato listo, pero tu relato, sabe mucho más que bien!
ResponderEliminarBesitos al vuelo!
Gaby*
El aire del globo, el soufflé, cosas que parecen y con un pluff desaparecen. Un beso.
ResponderEliminarVaya tela! jajajajaja! Bueno, siempre se puede repetir le receta y tener el segundo de gloria :)
ResponderEliminarBss.
Lástima la pérdida; pero que bonito como lo has expresado-
ResponderEliminarUn abrazo
Pobre suflé, ni siquiera pudo disfrutar de dos mordiscos de gloria, menuda desgracia la suya, corta vida tuvo pero su aroma nos deleitó. Que permanezca en nuestro olfato. El reino pastelero le tenga en su gloria. Amén.
ResponderEliminarBeso y cafelito, compi.
En numerosas ocasiones es el triste destino de las exquisiteces gastronómicas. Una laboriosa y dilatada elaboración, tiene a menuda una rapidísima desaparición, un visto y no visto a cargo de voraces comensales. El pobre souflé no sabía de lo peligrosa que puede ser una criatura.
ResponderEliminarUn abrazo.
jajajaja qué pena de souflé! pero qué divertido y original tu relato!
ResponderEliminarMuchos besos!!
Joo!! y yo que me estaba preparando para saborarlo...!estos niños!. !Que segundo más dulce el tuyo Mª José!
ResponderEliminarUn abrazo.
Ay, los niños! Menos mal que los relatos no se pueden pinchar. :)
ResponderEliminarSaludos!
Hola Ma José,
ResponderEliminarTodavía voy recorriendo los eternos segundos de esta semana.
Veo que en tu casa vais de alta cocina y el buen humor.
También la distancia que impones entre Ma José y el cocinero.
Muy bueno lo de la perplejidad y lo de la obnubilación... suerte de surperlativos que se corresponden perfectamente con la hinchazón del soufflé.
Está bien que haya segundos eternos de todo tipo. El tuyo es casi divino :-9
El globo que explota y el soufflé que hace "puf" como metáforas... me apunto la idea.
Un super Muac
¡Ay que ver lo que da de si un segundo de eternidad! pero no me lo habia imaginado yo en la cocina. Esto es lo grande del grupo juevero, que cada uno ve la eternidad desde un prisma diferente. El tuyo tiene arte pá reventá.
ResponderEliminarUn beso
Espero que no te enfades si me rio jajja....Un diablillo en la cocina, da al traste con el más dulce de los segundos...Pobre cocinera !!
ResponderEliminarBesos dulces y gracias por las risas.
Se cambia souflé doradito por sonrisa de niño...
ResponderEliminarUn divertido relato, María José. ¡Enhorabuena!
Un besote.
Lupe
Ves? por eso no sirvo para las artes culinarias, no tengo esa paciencia me faltaría ese método y cualquier cosa haría que los tiempos, aunque no fueran segundos, se me agotaran.
ResponderEliminarBon Apetit
Jeje querida amiga, que aportación mas dulce al jueves con desastre incluido, pero la confección del souflé y de esas claras a punto de nieve te han quedado poéticas. Un besote guapa.
ResponderEliminarjejeje, desparramado sí, pero buenísimo, seguro. Mira,me voy a hacer un bizcocho :)
ResponderEliminarUn abrazo
Lola
No se por qué, pero he empezado a sonreír antes de tiempo. Mi sospecha estaba equivocada, pero mi sonrisa justificada.
ResponderEliminarNadie te quitará esos 1.500 segundos repletos de magia pastelera llena de cariño y sabiduría.
Besos
mira, de las morenas, se me ocurre a mí trabajar tanto en...es ese suflé y...y luego alguien, me da lo mismo quién,me-da-lo-mis-mo-qui-énnn¡¡¡, y le corto las pelotassss...
ResponderEliminarno vale. no vale y no vale.
es lo msimo que cuando hago comidas, sencillas, y papña dice que esta SALADO, SOSO, QUE ESTO NO LE GUSTA O QUE... que le den¡¡¡¡
por otra parte, acaso no hay legislatura para quienes bajan los sufles delante de sus hacedoras? por que yo les metía tres años de cárcel y comiendo suflés todos esos años...
medio beso, psiquiatra bonita.
Mientras te leía pensaba que habíamos compartido el batido del merengue (estuve haciendo arroz con leche y se me ha dado por batirlo a mano) así que seguí tus letras sintiendo el "soniquete" del batido, el de aquí y el de allí.
ResponderEliminarLe has dado un giro entretenido y divertido y lo he disfrutado. Y el souflé? "desouflesado" y todo me lo comería si anduviera por ahí...
besos y abrazos mil
Vaya tela!!... con lo orgullosa que se siente una cuando algo sale bien, no le ha dado ni para el minutito de gloria...
ResponderEliminarBesos!!
yo no repiraba tranquila: cinco dedos se habìa inflado mi envidia!
ResponderEliminarpero ahì estabas para decirme que los suflés son todos iguales!
me ha encantado el relato y el remate. divertido y perfecto.
un abrazo!
Es cierto: tu relato es original, sube y baja como el souflé, con la diferencia que durante el segundo en el que descubres el final de tus palabras, la sonrisa permanece inalterable y fija, estirando las comisuras.
ResponderEliminarEstupendo relato María Jose Moreno
un saludo
En realidad ese elemento que entró a pinchar el globo es una creacion más interesante que el soufflé (aunque el soufflé tenía una pinta tremenda).
ResponderEliminarBesos amiga, aquí sigo mi camino juevero, esta semana, como ves, a lomos de caracol: leeento.
pero yo celebro tu obra, será porque no tengo ni la paciencia ni el tiempo.
ResponderEliminarGracias que tu hijo sí pudo contemplarla.
Llegué desde lo de Miralunas.
!jaja! gracias, necesitaba un poco de humor y tu relato me ha sido como un premio.
ResponderEliminarHace mucho tiempo que no pasaba por tu casa , ya te pido disculpas, pero no llego con tantos seguidores.
Espero seguir leyendo tus entradas.
Con ternura te dejo un beso
Sor.Cecilia