Ayer por la tarde estuve viendo la película Hanna Arendt que me había recomendado una amiga. En el film se plasman los días en que se celebró el juicio al nazi Adolf Eichmann, en Jerusalen, al que Hanna asistió en calidad de periodista representando al New Yorker y, los consecutivos en los que estuvo enfrascada en escribir el libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, por el que tuvo tantos detractores, con algunas reminiscencias de su pasado para enmarcara su figura y sus amores con Heidegger, en sus teorías políticas y filosóficas. (Impresionante el alegato final que de su teoría de la banalidad del Mal hace delante de sus alumnos al final de la película).
Y da la casualidad de que ayer se celebraba
el aniversario de la Noche de los cristales rotos (Kristallnacht).
La noche del 9 al 10 de noviembre de 1938,
cientos de comercios regentados por judíos fueron saqueados a todo lo largo y
ancho del país, las sinagogas incendiadas, hospitales asaltados, cientos de
muertes y mas de 30000 judíos arrestados
y luego deportados. Fue la respuesta alemana a la noticia radiofónica de que un
joven refugiado judío había matado en Paris a un diplomático alemán, Ernst von
Rath, del partido nazi, según dijeron en
represalia por la deportación de su familia. De esta manera se encendía la
mecha del antisemitismo y el origen de la cruenta “Noche de los cristales
rotos” de la hoy se cumple 75 años.
Investigaciones muy recientes, del historiador
y periodista Armin Fuhrer, han sacado a
la luz que fue el mismo Hitler el que propició su muerte y se hizo con la
excusa que necesitaba para soliviantar a las masas contra los judíos; parece
ser que el adolescente había mantenido una relación
homosexual con Von Rath y se han descubierto indicios de que el diplomático podría
haberse recuperado de los cinco disparos, pero que el médico personal de Hitler
que le enviaron para atenderlo se ocupó de darle el golpe de gracia y de
convertirlo en el mártir que necesitaban.
Como dice Rosa
Sala, especialista en historia cultural alemana: lo verdaderamente importante es que con la
Noche de los Cristales Rotos, Hitler consiguió que toda Alemania se convirtiera
en su cómplice y rehén moral. Las vejaciones a los judíos se produjeron en
plena calle, a la vista de todos. A partir de ese momento, ningún alemán podía
afirmar que desconocía el alcance de la política abiertamente antisemita de su
gobierno. La ignorancia dejó de ser una excusa y la pasividad y el silencio se
convirtieron en una culpa colectiva.
Y esto me trae de nuevo al tema del Mal,
entendido como Mal radical (Kant), la posibilidad de causar daño por voluntad
expresa de causarlo o bien por culpable despreocupación de la intención moral) o
del Mal banal conceptuado por Hanna Arendt
como aquella perversidad que no se ajusta a los patrones culturales
tradicionales (envidia, odio, resentimiento) porque se comete porque ser humano
es un instrumento de un programa
político que destruye la personalidad moral, mediante la anulación de la
capacidad de pensar, de elegir entre el bien y el mal); un efecto colateral
exigido por el funcionamiento social burocratizado.
La discusión
está servida, pero de alguna manera tendremos que intentar comprender a ese pueblo alemán que hoy rememoran el 75 aniversario
de esa noche con una serie de actos. Ese noche , que según ha asegurado la canciller alemana, Angela Merkel, fue uno de los peores
momentos de la historia de Alemania.
Y
tú, ¿qué opinas?
Te recomiendo
que veas la película Hanna Arendt dirigida por Margarethe von Trotta
© María José Moreno, 2013
© María José Moreno, 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario
LAS PALABRAS DE MIS AMIGOS