miércoles, 2 de enero de 2019

Este jueves un relato: El futuro en números




Después de haber pelado las uvas, mientras escuchaba los cuartos del reloj de la Plaza del Sol, Carla decidió que este año no las tomaría. Era la primera vez, desde que ella recordaba, que no iba a cumplir con el rito de las campanadas.
—Solo son patrañas —murmuró—. ¡Maldita suerte la que me trajo comerlas el año anterior!
Se levantó y, con el plato en la mano, se encaminó hacia la cocina. Las tiró a la basura y después volvió al salón. Apagó la televisión y abrió el ordenador. 
Mientras viajaba por diferentes blogs en los que todos se felicitaban y explicitaban cientos de deseos y de propósitos para el Año Nuevo, Carla pensó en lo triste que era su vida. Tenía 52 años y estaba sola. Su marido la había abandonado en verano después de un viaje que realizó a Cancún organizado por la empresa en la que trabajaba. Allí conoció a una joven que lo volvió loco, en el sentido literal y formal de la palabra. Su marido le había jurado amor eterno, por su marido ella había sacrificado sus ansias de maternidad —no le gustaban los niños—, su marido  criticaba a los compañeros que eran infieles... Su marido, en fin, un hijo de su madre, pero la única familia que tenía desde que sus padres habían muerto.
Suspiró.
De repente, Carla se tropezó con un blog en el que había una entrada titulada «Los matemáticos no son gente seria». Un profesor de matemáticas recopilaba curiosidades sobre el número 2019. Leyó sin entender muchas de ellas, como la de: «2019 admite 16 representaciones como suma de tres productos cíclicos». «¿Qué querrá decir esto?», pensó, asombrada. Cuando llegó al final de la entrada, leyó: «2019 es un número feliz». La razón de ese hecho tampoco la entendía: es feliz porque si se suman los cuadrados de sus dígitos y se repite el proceso cuantas veces sea necesario, si en algún momento obtenemos un 1, hemos terminado. Lo releyó varias veces hasta que se enteró y, a continuación, siguió buceando en Internet hasta que dio con una lista de números felices. En ella, comprobó que cuando conoció a Ricardo, 1993; cuando se casó, 1997; cuando la abandonó, 2018; cuando falleció su madre, 2002, y su padre, 2006, o cuando perdió el trabajo, 2007... todos eran números infelices. 
No tenía arreglo. Era normal que se sintiera así y además aunque 2019 fuera un número feliz, ella no tenía nada qué celebrar. 
Volvió a echar una ojeada a la lista de números. Le llamó la atención que el año de su nacimiento, 1967, sí era un número feliz. Con júbilo, notó que su corazón palpitaba un poquito más rápido de lo habitual y que una mueca, parecida a una sonrisa, se dibujaba en su boca. 
No estaba tan mal. Y mirándolo desde una perspectiva más positiva, en conjunto, tampoco habían estado tan mal sus 52 años de vida. Podía decir que había vivido una buena vida, con sus altos y bajos, como es la vida, una montaña rusa. Lo contrario es la linea recta, la de la muerte.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo. 
Se levantó, fue a la cocina, abrió el frigorífico y cogió otras doce uvas. Las puso en el plato, las peló y miró la hora; faltaban cinco minutos para que dieran las campanadas a la hora de las Islas Canarias. 
«¡Por si acaso, era mejor no faltar a la tradición!».




18 comentarios:

  1. Bonito fin de año en cierta forma. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias María José, por este precioso aporte. Sabía que las letras, las manejabas con la mayor pericia, ahora veo que también te son afines los números. De su combinación, ha nacido un texto encantador, lleno de esperanza. No hay que descartar las cábalas, por si las moscas... Un fuerte abrazo, y un año felíz, el que viene y los siguientes.

    ResponderEliminar
  3. Magnifico relato, nos introduces en la vida de la protagonista y al conocerla nos permitimos opinar si está bien o no lo que ella decide, casi le queremos dar consejos. Los blogs al final acaban estando presentes en nuestras vidas. Un fin de año con otra mirada. Abrazos

    ResponderEliminar
  4. Sin números felices pero con la misma reacción que tu protagonista. Intentando comenzar bien el año.
    Me alegra volver a leerte.
    Besos

    ResponderEliminar
  5. Muy bonito, María José. Feliz año y me alegro de verte por aquí. Besos!

    ResponderEliminar
  6. La matemática sirvió para sus emociones. Ese matemático hizo una buena obra sin saberlo.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. La vida con sus buenos y malos momentos, todos ellos guardados y etiquetados en el armario del tiempo; y aún así, debemos caminar hacia adelante pues no hay que cerrarse al futuro, Quizá haya algo por lo que merezca la pena seguir. Bien por Carla, que demuestra que se levanta una vez más del suelo para seguir adelante.

    Feliz 2019.
    Bss.

    ResponderEliminar
  8. Un bonito relato , con un final que puede ser sea su año ..dicen que los números nos dan muchas pistas , esperemos que a ella le funcione y comience una etapa de las buenas .
    Un abrazo y feliz día.

    ResponderEliminar
  9. Jajajajaja, convicciones o superstición. Siempre queda el "por si acaso".
    Muy bien llevado.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  10. No sabia de numeros felices o infelices pero los intuyo, tu entrada es un canto a la esperanza y a esas tradiciones que cumplimos a rajatabla "por si acaso...." Besos.

    ResponderEliminar
  11. Buen relato, Mª José. Este año no me comí las uvas, ni por si acaso. ;) He llegado a sentirme algo identificada con la protagonista. Espero que tengas un buen año 2019 y continúes escribiendo. Feliz inspiración.

    ResponderEliminar
  12. Por si acaso...¡ay, los "por si acasos"! Me ha gustado mucho la manera de contar y sobre todo la sensación que me ha dejado de que al final no todo es tan malo o puede no serlo, y nuestra manera de "influir" en el destino es la manera en la que afrontamos las cosas...
    Besos y buena vida...

    ResponderEliminar
  13. GRACIAS por volver a recordarnos el proceso que tantos aplicamos durante esos minutos antes de la cuenta atrás como decía Mecano. Un flirteo con la felicidad a la que llamamos proyectando sobre un número nuestras apetencias, querencias y necesidades. El número es amorfo, puede ser bonito feo, es cuestión de gustos, los felices seremos o no nosotros, o como dice uno de los protagonistas de mi aportación, CASI, y eso puede ser más que suficiente. Un abrazo y feliz 2019. Seguro que tendremos oportunidades de seguir leyéndonos

    ResponderEliminar
  14. Pienso que desde la era de las cavernas asignamos a cosas inmateriales el desenlace de nuestros destinos...pareciera que nos da miedo aceptar que somos nosotros con nuestros actos, quienes lo forjamos...al final, son nuestras decisiones y ya sean estás acertadas o no, forman parte de nuestra vida y hay que asumirla cómo lo hace tu personaje...
    De más está decirte que me ha encantado tu relato...es optimista 100%...besos
    Divagaciones Nocturnas

    ResponderEliminar
  15. Es bonita tu historia. Consigues que nos metamos en la vida de esa mujer triste que vira hacia una perspectiva más positiva gracias a un encuentro casual con los números. Muy bonita, deja pensando...
    Besos

    ResponderEliminar
  16. Por si acaso! Mas que seguir la tradicion o averiguar si es cierto que hay cifras felices, lo que de verdad importa es bivir con buena disposicion hacia lo que se pueda presentar y apostando con optimismo a lo que se quiere construir. Ojala le vaya bien a tu Carla! Un abrazo, Maria José

    ResponderEliminar
  17. Pues así es la vida, unas tenemos más montaña rusa, otras más tren de la bruja, otras más noria
    En fin....

    Besos mareados.

    ResponderEliminar

LAS PALABRAS DE MIS AMIGOS

FELIZ AÑO 2024

  7 meses sin escribir en el blog y vuelvo como en años anteriores con deseos de compartir que esta comunicación ocasional no se termine. Ha...