La emociones se definen como movimientos afectivos intensos y bruscos. Las emociones son un pilar básico en nuestro desarrollo evolutivo, nos ayudan en nuestro aprendizaje de enfrentamiento al medio ambiente y contribuyen a nuestra supervivencia.
Las emociones nos acompañan siempre, aunque no nos demos cuenta de ello. Cumplen un papel en nuestro quehacer diario. Las emociones influyen en nuestra comunicación con los demás y colorean el mundo percibido de una manera especial y, por supuesto, la percepción de nosotros mismos: cómo nos sentimos, qué sentimos, de qué manera lo sentimos, por qué lo sentimos...
Las emociones básicas son la alegría, la ira, la ansiedad, la sorpresa, la confianza, la pena, el miedo y el amor y, clásicamente, se han adscrito solo a los humanos, aunque cada vez hay más estudios que reflejan que los animales también son portadores de emociones (hablaremos otro día de este interesante tema).
Y me diréis, ¿a qué viene esto de hablar de las emociones? Hemos llegado al meollo de la cuestión porque quería contados que para mí esta semana ha sido una semana plena de emociones en muchos aspectos.
He sentido la magia de la alegría en sus aspectos de felicidad y satisfacción, al ver mi novela Bajo los Tilos publicada en papel y ocupando un lugar en los estantes de las librerías, y cómo no, al escuchar la exposición que mi hija hizo de sus Tesis Doctoral; la brillantez y la soltura con que se defendió de las preguntas de los miembros del tribunal y todo ello adornado con esa sonrisa que la caracteriza desde que nació y que muchos ya conocéis.
La salida de mi novela, antes de la fecha prevista, provocó a su vez, una emoción de sorpresa, acompañada de ansiedad y del consecutivo miedo. Ya era real. Tras mucho tiempo fantaseando cómo sería, se había cumplido; entonces, me dejé vencer por el temor a los resultados, a que no fuera bien aceptada, a que no se vendiera... Esto me acompañó durante un breves instantes hasta que otras emociones más fuertes vencieron. La confianza del trabajo bien hecho, más de trece mil lectores que habían tenido la oportunidad de disfrutar de su lectura, ciento veintiocho comentarios... y, el amor de mis amigos, de mis seguidores que prestos disfrutaron de mi alegría y se fotografiaron con mi novela como si fuese un preciado tesoro me devolvieron el hechizo de la alegría, de la felicidad compartida, de la excitación, de las ganas de continuar escribiendo.
La pena vino de la mano de mi otra novela La caricia de Tánatos. Después de más de cinco meses de perdía su sitio entre las cien novelas más vendidas en Amazon; en este caso, la pena tenía que ver con la impotencia y no con la desesperación o la decepción sus compañeras habituales.
La única que no me ha acompañado esta semana ha sido la ira.
No ha tenido cabida en mi vida esa emoción relacionada con la frustración, el descontento, la irritabilidad, el rechazo... Y me siento muy bien por ello. Ninguna nube gris ha empañado mi cielo azul. Y esto es de reseñar, y yo diría aún más, para dar saltos de alegría. La vida no suele ofrecernos muchas semanas así, por ello doy gracias, y cruzo los dedos para que en las próximas semanas, de este año que comienza y de los venideros, aunque haya nubes grises no se transformen en tormenta.
¿Y tu semana cómo fue?
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