miércoles, 9 de junio de 2010

Este jueves un relato: Berta y el deporte


















La báscula no engaña, cinco kilos más que la última vez y eso que me he pesado desnuda —pensó Berta muy cabreada.
Mañana comienzo con la dieta otra vez, a mi edad no me puedo permitir coger ni un kilo más, si no el médico me dirá que las rodillas no me aguantarán, que me va a subir el colesterol, el del malo, por supuesto y como no, el azúcar… se decía para sus adentros, mientras se colocaba la camisa, que le hacía una chorrera por cada michelin y se embutía en el pantalón.
Camino del trabajo seguía erre que erre, con los cinco kilos, por más que su compañera Marta, intentaba quitarle importancia.
—Me voy a buscar un gimnasio —dijo Berta de pronto.
—¿Tú crees que estás para esos trotes?
—Desde luego, hija, que desagradable eres. ¿Qué tengo yo que no tengan esas que se pasan el día haciendo deporte subidas en las máquinas o bailando sobre un cajón?
Step.
—Stepe, ¿Eso qué es?
—Así se llama la plataforma antideslizante sobre la que uno se sube y se baja. Es una palabra inglesa y se traduce por escalón.
—Que repipi eres a veces, Marta. Bueno pues tendré que hacer eso o cualquier otro deporte porque con dieta sólo no volveré a mi peso.
—Han inaugurado un gym nuevo y dicen que está genial.
—Dame la dirección que me voy a llegar en la media hora del café.
Cogió un taxi que la llevó hasta la misma puerta del gimnasio. Una amable señorita la paseó por las instalaciones explicándole con detalle todo a lo que ella tenía acceso por una modesta cuota de 100 euros al mes. Berta la miraba asombrada ante lo que veía, y desconcertada por el precio. Mentalmente echó cuentas, lamentándose de que justo ahora el gobierno hubiera decidido bajarle un cinco por ciento el sueldo, pues con ello habría podido hacer frente al pago, pero…
—No se lo piense —le dijo la señorita leyéndole el pensamiento—. Es una ganga.
—Bueno, eso de que es una ganga —repitió con ligera sorna.
—Claro que sí. Mire, usted tiene una edad…
—¡Vaya con la edad! Hoy a todos les ha dado por llamarme vieja.
—Perdone señora, no era mi intención ofenderla, le decía que tiene una edad en la que no puede arriesgarse a hacer ejercicios bruscos que puedan dañarla.
—¡Ah! Eso es otra cosa. Es verdad, lleva toda la razón, pero es que me tienen una liada con la edad.
Rieron.
—Pues eso, que ahí es donde está la ganga; porque en el precio se incluye un personal training.
—¿Un qué? —preguntó asustada.
—Un personal training o un entrenador personal, en español, le indicará lo que debe hacer en cada momento vigilando que lo realice bien y no se haga lesiones. Mire allí, al fondo de la sala, hay un señor con Enrique, uno de nuestros entrenadores.
—Berta, entrecerró los ojos para ver mejor, porque la coquetería le impedía llevar gafas para corregir su miopía, y entrevio a un anciano de pelo blanco y bigote del mismo color con un Adonis a su lado.
Aquella visión fue suficiente para que se decidiera. Cuando se despidió de la joven, tras abonar tres mensualidades adelantadas y reservando cita con Enrique, el entrenador, para esa misma tarde, pensó que era lo mejor que podía hacer. Dieta y deporte con aquel chico, todo iría de maravilla.


A las cinco de la tarde rebasaba nerviosa el umbral de la puerta de entrada. Otra chica, aún más joven, la recibió. Ella, orgullosa, enseñó el carnet y fue directa a los vestuarios. Se había comprado un conjunto azul celeste que era una monería.
—Señora, su entrenador la espera —le gritó la joven desde la puerta.
Berta se apresuró, no quería hacerle esperar. Se atusó el pelo y se puso glos en los labios. El deporte no estaba reñido con el glamur. Salió sonriente y seductora.
—Hola, Berta. Soy Enrique —dijo el señor anciano de pelo blanco y bigote del mismo color adelantando la mano para estrechársela.
Berta no pudo pronunciar palabra alguna…

 
Más sobre deporte aquí. Gustavo en micro

24 comentarios:

  1. Ahhh, no!, de eso nada, y no pidió que le devolvieran el dinero?, porque mira tocaya, las cositas claras, que una a esatas edades no está para hacer deporte sin recompensa adicional, jajaja, miles de besosssssssssss.

    ResponderEliminar
  2. Jajaja pobre Berta, y como ésta a muchas les habrá pasado algo parecido, lo jodido son los tres meses por adelantado!!! Un beso guapa!

    ResponderEliminar
  3. Pues mi entrenadora se llama Lola, es gritona y sonriente, tiene una fuerza como un camionero y es finita como un espagueti!!!

    Besos.

    ResponderEliminar
  4. Eso le pasó por no llevar las gafas, jajaj es que eso de la coquetería!!!
    Muy bueno y entretenido

    Besos

    ResponderEliminar
  5. jajajajja suele pasar!!!!...y la pobre va y paga adelantadas tres cuotas!!!!!ufffffff qué decepción! jajajja

    un abrazo!

    ResponderEliminar
  6. María José, !que nos emboban, nos timan, nos someten a torturas! A lo mejor el señor de plateados cabellos es un caballero, y el entrenador un tabletoide tontón.
    Pobre Berta, piensa que las barbies son tontas y donde esté la experiencias...

    Nada, ni con esas, pos al gimnásio a la ruina, a rebajar michelines. Yo me dedico a lo mojado, piscina va, piscina viene, no hago deporte en seco que duele, agujetas, pupa.
    Reflexión dura, despiadada la tuya, sin entrañas, acertadísimamente cruel. Jejeje, besín.

    ResponderEliminar
  7. Je, je, je... Vaya con el personal training. La pobre Berta, después de haber pagado ¡300 euros!
    Muy simpático y bien narrado.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  8. ¡Pero bueno! ¿Qué tienen todas contra los vejetes de pelo y bigote blanco?.
    Más de una sorpresa se llevarían si no fueran tan prejuiciosas.
    Y además, que sepáis que los jovenes cachas son casi todos gays.
    Me he sentido ofendido y humillado.

    ResponderEliminar
  9. En ese instante pido hoja de reclamaciones, por favor un entrador mayor que una ni hablar...hay que mientras que hace una ejercicio recrearse tambien por la vista..ja ja ja
    Muy bueno tu relato es genial.
    Primavera

    ResponderEliminar
  10. En ese instante pido hoja de reclamaciones, por favor un entrador mayor que una ni hablar...hay que mientras que hace una ejercicio recrearse tambien por la vista..ja ja ja
    Muy bueno tu relato es genial.
    Primavera

    ResponderEliminar
  11. César...mira lo que yo he puesto, apuesto caballero de sienes plateadas, pero discrepo, no tooodos los guapitos son gays, noooo.

    ResponderEliminar
  12. A caballo regalado... ya parecía mucha ganga.. Pero quizá tengan razón los comentaristas y este entrenador conozca mejores artes...
    Yo pago la primera cuota y vemos, si?

    Muy buen relato con ese final inesperado (que tratandose de tí, siempre lo espero, jajaj)
    besotes

    ResponderEliminar
  13. si no me he preoupado lo bastante por aquellos michelites, yo no hubiera aprendido por razón introspectiva alguna cosa en torno a mi peso.

    Pero no iría nunca a ningún gimanasio. Por mucho encanto, que tenga una preparadora.

    Tésalo

    ResponderEliminar
  14. jajajajaja Vamos que se le quitaron las ganas de cuajo jajajaja

    Ay! Lo que no le pase a Berta...


    Gracias por las risas.
    Un beso

    ResponderEliminar
  15. Hola a tod@s
    Gracias por pararos a leer esta anécdota de Berta aprovechando el jueves.
    Mi intenicón era exclusivamente pasra un buen rato, y por supuesto no tengo nada contra los de sienes plateadas. Ya se que la experiencia es genial y eso está muy bien, pero la pobre Berta, con 50 y algun año más, pensaba más en el Adonis, ella sabrá por qué y se quedó planchada cuando se dio cuenta de que no era ...jajaja
    confiada, poco previsora, al final se tendría que conformar y seguro que hasta le fue bien con su entrenador pero el impacto...jejeje
    Por cierto, estoy de acuerdo con natali en que no todos son gays, nooooo, como dice ella.
    Bueno recibid un abarzo y un beso y voy para vuestras casas para ver si haceis deporte o no.
    Muacksssssssss

    ResponderEliminar
  16. JAJAJAJAJAJJAJA
    N0 PIENS0 AÑADIR NADA MAS
    YA TE L0 HE DEJAD0 EN MESSENGER
    JAJA
    Y JA
    ERES UNA....
    ES0
    JAJA
    SI ES QUE ME SIG0 RIEND0, CULL0NSSSSSS¡¡¡
    MEDI0 BES0...

    ResponderEliminar
  17. ¡Gracias por hacerme reír!!!!!!!
    Genial, voy a seguir leyendo anécdotas de esta Berta. Como ya me queda poquito para los 50...
    Un abrazo
    Mar

    ResponderEliminar
  18. Pobre Berta. Después de abonar tres mensualidades adelantadas y haberse comprado un atuendo deportivo monísimo.
    Bueno, a lo mejor consigue que su "personal training" a pesar de ser menos joven y apuesto de lo esperado, le haga perder un poco de peso.
    He disfrutado con tu relato.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  19. JEEEJEEEJEEEE!!!!! bueno, pero seguro que sería una "training man" muy bueno.

    JAAAA!!!

    ¡Feliz fin de semana!

    Miguel

    ResponderEliminar
  20. Acabo de ver tu pregunta en el blog de Gus, respecto a mi itinerario ciclista.

    No me subo cada día para no exigirle demasiado a la adrenal que me queda, pero una hora y media a la semana de pedaleo no me lo quita nadie, que en total son unos 22 km. Vaya, que me queda mucho para llegar al hipotético destino. Si encontrase un "personal training" buenorro lo dejaba; pero de momento es lo que hay.

    Besos

    ResponderEliminar
  21. Jjajajajajaj. ¡Qué gracioso!.
    Esas palabritas jejeje. Es necesario hacer un master para incorporarlas a nuestro vocabulario.
    Me has hecho pasar unos momentos muy buenos.
    Un beso, desde mi sillón.

    ResponderEliminar
  22. Trescientos euros como trescientos latigazos!! Nada es lo que parece, la belleza adulterada o la vista que ya no nos responde pasados los taitantos.
    Un beso

    ResponderEliminar
  23. ¡Vaya decepción! Le pasa como a mi, me adelgacé, iba al gimnasio; lo dejé y casi estoy igual como antes, esoy apuntada eso si; pero no voy, supongo porque no pierdo la esperanza de volver.
    Muy divertido.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  24. Muy bueno María José, yo que Berta pedía que me devolvieran el dinerito y a otra cosa mariposa, que una ya no está pa que le den gato por liebre, jajajaja.

    ResponderEliminar

LAS PALABRAS DE MIS AMIGOS

FELIZ AÑO 2024

  7 meses sin escribir en el blog y vuelvo como en años anteriores con deseos de compartir que esta comunicación ocasional no se termine. Ha...