En la consulta del psicólogo
—Dígame su nombre.
—Trece
—Y, señor Trece, ¿qué le ha
traído a consulta?
—Me siento muy desgraciado. Todo el mundo me mira mal. Nadie
quiere salir conmigo. Parece que soy un apestado y me ignoran, hasta el punto
de que me están borrando del mapa
—Vayamos con calma, todo eso que me cuenta son atribuciones
irracionales.
—De eso nada. Mire, cuando estoy esperando en la ventanilla de
alguna oficina y me llaman no me dicen señor Trece sino doce más uno. ¿Se imagina
la humillación que eso significa para mi autoestima?
—Quizá el problema sea ese,
necesita reforzar su autoestima.
—¿Y cómo lo hago si hasta en los edificios altos no existe la
planta trece?
—La confianza está en uno mismo. Señor Trece tiene usted que
aprender a quererse.
—Si yo me quiero, son los otros los que no me aceptan.
—Eso es paranoia.
—Que no. Esto ya viene desde muy antiguo. ¿Usted sabe quien era
Hesíodo?
—Claro.
—Pues ese señor advertía a los labradores que nunca comenzaran
a sembrar en el día trece, por no hablar de lo que se lió en la Última Cena con los
trece comensales…
—¿Tiene novia?
—No. Ya le digo que todos huyen de mi lado.
—Bien. Compruebo que tenemos mucho trabajo por delante. Si le
parece nos vemos en una semana.
Trece se despidió de su psicólogo esperanzado. En la sala de espera, pidió cita para
dentro de una semana y se fijó en una chica muy guapa que esperaba mientras hojeaba una revista. Se enamoró perdidamente: su pelo, su cara, su
nariz respingona… Lo mejor era no perder la ocasión. Probaría suerte. Se le acercó y
se presentó:
—Hola, soy Trece.
La chica pestañeó varias veces y se sonrojó. Parecía tímida. Trece
pensó que había encontrado a su media naranja.
—Soy Martes. Encantada de conocerte —susurró.
Le ofreció la mano y Trece la tomó entre las suyas. Una corriente
eléctrica pasó entre ambos y les provocó un escalofrió. Rieron nerviosos.
Se levantaron y embobados salieron de la consulta. Ya no se
encontraban solos. Se sentían fuertes estando juntos.
Aún no lo sabían pero se hablaría mucho de ellos y de sus hechos. El destino cruel y juguetón los había juntado para atormentar a
los humanos.
© María José Moreno 2014
Qué preciosidad, María José !! Harían como dijo Benedetti: "... aceptar tus sombras, enterrar tus miedos...".
ResponderEliminarNo sería tan mala unión, acuérdate que todos los martes y trece, en un día tan conocido por la mala suerte, en la iglesia de San Lorenzo de nuestra ciudad, según manda la tradición se rinde devoción a la Virgen de los Remedios, que de tres deseos te concede uno con seguridad. Habrá que probar !!
Pues no conocía eso que me cuentas. Me voy a informar y como dices no estaría mal darse un paseo por allí ese día. Gracias tocaya por estar aquí. Un beso
EliminarLos culpables son algunos humanos, que creen que los demás días están libres de la mala suerte.
ResponderEliminarJejeje en efecto ahí reside nuestra ignorancia con la que vivimos bastante mejor. Un beso
EliminarYo naci un 13, y mi hijo un 13 y cumplimos el mismo mes de diciembre. ¡El 13 es una maravilla! Ahora conocer una marciana (de martes) debe ser un subidón ja! ja! saludos para ti María Jose
ResponderEliminarPara ti veo que mi número 13 es genial. Me alegro, fuera supercherías!!!
Eliminarperdón hay muchos juanes j ré
ResponderEliminarMe gusta tu relato. Me ha recordado a mi padre que era muy supersticioso.
ResponderEliminarMi único matrícula de honor la
conseguí examinábdome en martes y trece.
Como siempre, gran final.
Gracias Almudena y por lo que cuentas me parece que martes y trece es algo bueno para ti. Un beso
EliminarMuy bueno. Si encima se encuentran con Viernes, ya se monta un lío. Un abrazo
ResponderEliminarPues estuve tentada de hacer un trío jajaja. beoste
EliminarMe ha encantado, en tu estilo humorístico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya sabes que alterno lo trágico con el humor, y a veces lo mezclo. Un beso
EliminarMe ha gustado mucho. Ágil y divertido y ese toque de esperanza para todo el mundo. Incluido el numero mas despreciado. Felicidades!!!
ResponderEliminarGracias Javier por acompañarme y comentar mi relato ;-) Un beso
Eliminar¡Qué preciosidad, Mª José!
ResponderEliminarMe ha encantado,muy original y divertido.
Al pobre 13 lo tenemos loco en los blogs jajaja. Gracias. Un beso
EliminarMe gustó ese toque de humor y fortaleza de tu protagonista. Una trama muy buena con el 13 y el martes . =)
ResponderEliminarBesos
Una forma divertida de afrontar la mala suerte. Gracias. Un beso
EliminarBueno, al menos encontró su media naranja.
ResponderEliminarMuy chulo el sentido del humor que has puesto en la historia.Y es que todos nos merecemos una oportunidad; aunque te llames trece.
Un abrazo
Ya sabes Carmen, siempre hay una parte positiva ;-) Un besote
Eliminarjaja... esa es la actitud!... la fuerza de voluntad y las ganas de salir adelante entusiasmados por la cercanía del amor hará que esos dos olviden sus complejos e inseguridades... ¡seguro que sí!
ResponderEliminarUn abrazo Ma José.
Nunca fue más efectivo un psicólogo jajaja. Un beso
EliminarMenos mal que dijiste que no estaba inspirada Me ha encantado. Gracias por escribir
ResponderEliminarEstos relatos me sirven de distracción y ejercitan mi mente. Gracias por venir a comentar. Un abrazo
EliminarEspectacular, amiga. Esa escena de Don Trece y Doña Martes conociéndose en la sala de espera merece un cortometraje, jaja.
ResponderEliminarPero tengo mis dudas sobre la buena relación, porque creo que Don Trece tiene un lio con Miss Friday ...
Disfruté tu relato. Besos.
¿Te lo imaginas? y si aparece Miss Frady sería una novela romántica jajaja
EliminarY si se casaron, ¿cuándo lo hicieron?...absolutamente genial...llevado a un terreno inesperado...me encanta...para releer y degustar.
ResponderEliminarBesos
Ni se casaron ni se embarcaron como reza la tradición. se hicieron pareja de hecho ;-)
EliminarBuenísimo relato María José!! Me gustó muchísimo!! Lo que hace suponer es que los dos se deben haber ahorrado mucho dinero de la terapia......
ResponderEliminarClaro hicieron terapia de pareja jajaja. besos
EliminarMuy estimulante, pero creo que insuficiente para el que todavía no ha encontrado a su chica en la consulta. Buen diálogo alrededor del 13 con final de cuento... ¡¡COMO TIENE QUE SER!!
ResponderEliminarBesos
Bueno todo es ponerse igual algún día aparece tu media naranja en el lugar que menos esperas ;-)
EliminarQuerida M. José: al pan pan i la vino vino.Tu eres escritora,no lo puedes disimular.
ResponderEliminarun relato original, muy bién redactado. Me encantado. Desde Vien, dondo me encuentro, un saludo a un recuerdo.
Gracias Monserrat, la verdad es que lo pasé genial escribiéndolo ;-)
EliminarSe rompió el mal agüero, martes y trece unidos, se ve que hasta despertaron a tus musas dormidas. Muy bueno M! Jose y muy agil el diálogo.
ResponderEliminarBesos.
Trece y martes, Se juntaron el hambre y las ganas de comer. Esa unión que los hace frágiles por separado tal vez les proporcione una solidez considerable unidos. Tal vez acaben como sugiere Juan Carlos en un ménage a tròis con Miss Friday.
ResponderEliminarDivertido texto, María José,
Un fuerte abrazo.