jueves, 13 de agosto de 2020

Este jueves un relato: Un objeto que siempre me acompaña

 

Ejemplar de Astraea rugosa con la orejita de mar publicado en alboranshells.com

Nunca había oído que las orejas trajeran suerte. De hecho, de ser así, todos los humanos vendríamos desde nuestro nacimiento con doble suerte y, desde luego, ese aserto no se cumple o por lo menos pocas veces. 

Estaba en la orilla del mar, tendría unos siete u ocho años y estaba atenta a unas señoras que no hacían nada más que mirar el ir y venir del agua mientras hablaban de las orejas.

En un momento, mi curiosidad creció tanto que se convirtió en en una necesidad imperiosa de saber y que no podía parar. Vencí mi timidez y me acerque a ellas. Les pregunté por qué hablaban tanto de la orejas mientras miraban hacia abajo cuando todos tenemos las orejas a los lados de la cara; o sea, que con mirar de frente tenían bastante.

Muy sorprendidas ante lo que les decía, se echaron a reír con ganas y yo pensé que ojalá me tragara la tierra,  la arena, o lo que fuera. Para qué tendría que haberme metido en nada. 

Una de ellas que me vio muy azorada, se me acercó, me abrió el puño que mantenía cerrado y me enseñó lo más bonito que  había visto en mi vida.

—Esto, pequeña, es una orejita de mar aunque en otros lugares le llaman ojo de Santa Lucia. Por aquí, les decimos habitas.

Lo que me enseñaba era una preciosidad; por supuesto, no era una oreja de carne y hueso, si no una conchita de color anaranjado y con forma de orejita. Al verla comprendí que las buscaran con tanto interés.

—Encontrar una habita —continuó la señora—, trae mucha suerte. Si encuentras una, tenla siempre a tu lado porque así no necesitarás nada. La gente las usa también para hacerse joyas: pensientes, sortijas, de amuletoo... Además, proteje del mal de ojo.

Yo no sabía que era eso del mal de ojo, pero me gustaría tener unas de esas habitas u orejitas para que me protegiese de lo que fuera y si además era bonita podría hacerme un colgante.

Busqué con ahínco hasta que dí con mi primera habíta. Cerré la mano con fuerza para que no se escapara en la búsqueda de más piezas y cuando terminamos, la otra señora me confesó que ella siempre la guardaba en el monedero porque andaba mal del dinero. 

Yo, que ya penaba de amor, por no haber sido la elegida del chico de la pandilla que me gustaba, decidí llevarla muy cerca del corazón; a lo mejor, de esa manera no se resquebrajaba tanto y la tranqilidad y la dulzura volvia a a mi vida.

Desde entonces se ha convertdio en una tradición buscar la orejta nada más llegar a la playa. Forman parte de mi vida, las tengo por todos los sitios y lugares más insospechados y las llevo siempre conmigo.

Este año vine decidida a encontrar mis habitas del año que paliaran en parte todo lo que llevamos sufrido y lo que nos queda. Sin embargo, aún no he encontrado ninguna y no hago más que dar vueltas a ese asunto. 

Puede que la naturaleza esté tan enfadada con nosotros que ni siquiera nos ofrezca este medio de consuelo supersticioso que nos alivie. Las orejitas han desaparecido y la magia con ellas. ¿Y qué es un mundo sin magia? Una cruda y dura realidad. 

No desespero y como aún me quedan días, seguiré en la orilla, donde termina la ola, mirando hacia abajo entre las piedrecitas hasta que vea su color carterístico. Claro que esta vez tendrá que ser con la mascarilla puesta. Cosas de la nueva normalidad. 

*la orejita es el opérculo que tapa la concha y que se desprende cuando muere o cuando se hace grande.

12 comentarios:

  1. No desfallezcas, sigue buscando habitas u orejas de mar. No tenía ni idea y me ha encantado tu post, sea real o no. Qué ternura.

    Un abrazo

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  2. Muy tierna tu historia. No sabía wue se les decía orejas. Sé que puede escucharse el mar si la apoyas en ls oreja humana. Justo antes de la pandemia le traje una a mi hija. Besos, María José

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  4. Habrá que ir a buscar habitas urgentemente, (con lo poco que me gusta la playa). Me quedo con el I tringulis de saber si es una creencia, popular, o es imaginacion del relato. Como hay documentación gráfica, creo que es creencia popular.
    Muy original el objeto y muy bonito el relato.
    Saludosss

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  5. Será una nueva manera, pero sigue buscándola con mascarilla incluida.
    Me recordaste a los caballitos de mar, que desde niña, me contaban cuentos de ellos y dicen que también son de la buena suerte.

    Un abrazo María José.

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  6. Ojalá encuentres muchas orejitas de mar, para que te traigan suerte y al menos tengas algo en que aferrarte, seguro que antes que terminen tus vacaciones alguna encuentras.
    La magia a veces desaparece pero siempre regresa.
    Felicidades por el texto.
    Un fuerte abrazo.

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  7. No decaiga en la búsqueda María José. Seguro que hablaras alguna! Preciosa historia 😁 un abrazo

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  8. Mira que he recogido conchas y caracolas en el mar, pero de estas tan preciosas no había visto nunca. No se si las veré porque tanto hemos abarcado que quedan pocos de estos tesoros. Me encanta tu relato y desde luego que las orejitas son preciosas. Besos.

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  9. Tranquilidad, vendrán las aguas a su cauce y con ellas las orejillas, María José, pero, es verdad, nada es igual. A lo mejor hay que recurrir a lo de antes, a esa otra normalidad, dar brillo a sus conchas y pensar que harán su magia.
    Es muy bonito lo que dices de que sería el mundo sin magia. Nada, una concha sin más.
    Un beso.

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  10. Que bella e interesante historia me a encantado, no sabia que les decían de esa manera orejitas jajaja que divertido acá en Chile solo son conchitas de mar, pero a mi también me encantan y te confieso que tengo un frasquito guardado con algunas de ellas pero son pequeñítas, son realmente hermosas y si me han dado mucha suerte el tenerlas

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  11. Sigue buscando,seguro encuentras.
    Un relato tierno, es precioso
    Abrazo

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  12. Curioso, un cuento de orejitas que no son orejitas... Un motivo para interesarse por nuestra suerte mientras cumplimos años. Me gustan aunque no sirvan para oír los ruidos, solo los latidos de nuestros sueños, que ya es suficiente. Besitos, amiga y gracias por participar.

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