Puri miró el reloj de la cocina y cogió la sopera. Nada más entrar en el comedor la recibió la grave voz de su marido.
—¿Este hijo tuyo no sabe que se cena a las diez?
—Como no lo va a saber, si se lo has repetido cientos de veces. Le habrá surgido algo. No creo que sea para enfadarse. Ya tiene dieciséis años.
—¡¿Cómo que no?! —gritó Arsenio, dando un puñetazo en la mesa.
Puri no replicó y comenzó a servir la sopa. Era lo mejor. Lo había descubierto con el paso del tiempo. En cuanto comenzara a comer se calmaría.
Rosa, la hija de 13 años, asistía inquieta al espectáculo mientras sorbía la sopa.
—No entiendo por qué este hijo tuyo me desafía —seguía refunfuñando Arsenio.
Puri bajo la mirada al plato.
—Antonio ha quedado en la escalera con la vecina del segundo —dijo Rosa, con idea de que el padre se callara de una vez—. Los escuché esta tarde mientras hablaban por el patio.
—¿Con Pilarito? ¿Pero si esa cría no tiene más de 14 años y aún lleva calcetines? Bueno..., esa edad tenías tú cuando nos hicimos novios. ¿Te acuerdas, Puri?
Puri, con el corazón palpitando como un loco, esbozó una falsa sonrisa.
Arsenio se levantó, fue hacia la puerta, la abrió, encendió la luz de la escalera, se asomó por la barandilla y miró. Solo acertó a ver unos pies enfundados en unos zapatos negros y unos calcetines blancos que se movían juguetones.
Entró en casa y se sentó a la mesa contento.
—Están pelando la pava —dijo, muy ufano.
Antonio al escuchar ruido salió del hueco de la escalera. No podía tardar en subir o su padre se plantaría allí.
—¡Por favor, un último beso!
Con un beso tierno se despidieron.
—¿Nos vemos mañanas?
Yo te aviso. No me fio de mi padre —dijo, con la voz entrecortada—. Hacemos lo de siempre.
La joven y Antonio iniciaron el ascenso. Cuando llegaron al segundo piso, Antonio sacó un billete y se lo dio.
—No sabes lo agradecido que te estoy. Sin ti, nada de esto seria posible.
—Antonio, te van a pillar. Es mejor que lo cuentes. Ya sé que tu padre es un intransigente, pero no tienes otra manera de salir de esta prisión.
El joven la besó en la frente y continuó subiendo. Se escuchó el crujido de la puerta de la calle al abrirse y poco después un portazo.
Antonio se detuvo delante de su piso. No podía quitarse de la cabeza los ojos de Luis, sus labios, la suavidad de su pelo, su piel... Abrió la puerta y entró. Al instante, desde el comedor escuchó a su padre gritar:
—¡¡Vaya, por fin el machote de la casa se ha dignado a llegar!!
Antonio cerró los ojos, contuvo el aliento y notó que se le revolvía el estómago. No sabía cuanto tiempo podría aguantar. Suspiró y desde la misma puerta, respondió:
—Sí, ya ha llegado.
Difícil de le va a hacer al chico salir del closet! Con semejante padre no va a tener otra que escaparse, me temo. Un abrazo María José y gracias por esta convocatoria. Ha dado pie a historias muy diversas.
ResponderEliminarLO tendrá complicado. Ojalá lo consiga. Besos
EliminarEs que hay familias que hacen que la homosexualidad parezca un pecado. Esa escalera cómplice sabrá muchas cosas. Me ha gustado, bien narrado.
ResponderEliminarUn abrazo
Demasiada familias así nos rodean. Lo sé. Es triste. Un beso
EliminarPor ahora Antonio va zafando. Cuando se vsya de la casa, lejos, podrá vivir su vida on discreción, hasta que pueds salir del closet, una vez que 1. Convenza al padre, lo cual dudo mucho y eso lo lleve a romper relaciones con él. 2. Muera el padre.
ResponderEliminarUn relato que nos muestra una triste realudad de oadres wue no aceptan s sus hijos como son.
Además, Esta visto que en comunidades cerradas que no aceptan el homosexualismo, estos chicos deben apartarse, del grupo familiar para poder vivir su vida..
Un abrazo, gracias por anfitrionsrnos.
Es la mejor solución, apartarse, pero es triste porque pierden a su familia. Un beso
EliminarUn difícil camino le espera a Antonio. Las bases de la familia deberían ser la felicidad y seguridad de todos, tomen la dirección que deseen.
ResponderEliminarUn relato que trastoca, Abrazo
Un relato ficcionado pero real, por eso nos remueve la conciencia. Besos
EliminarDifícil disyuntiva con un padre "tan macho" pero el chico es joven y crecerá y supongo que le importara un pito lo que diga el padre. Muy bien narrado, besos.
ResponderEliminarLlegará el momento en que se rebele y entonces podrá mar libremente. Besos
EliminarLo triste del relato es que aún hoy siguen ocurriendo esas intransigencias y esos prejuicios, por no hablar del machismo.
ResponderEliminarEstupendo relato.
Lo tiene crudo. Besitos
EliminarO el hijo va desafiar a su padre, que reaccionará como un energúmeno. O tendrá que llevar su falsa relación con la vecina hasta el casamiento.
ResponderEliminarBien contado.
Un abrazo.
La relación no era con la vecina sino con su novio, Luis, la vecina era la tapadera. ;-)
EliminarLa escena me lleva a años pasados. No sé. He imaginado la estética y por la conversación. Pero la realidad es que aquello no se quedó ahí. Sigue pasando ahora. Qué le pase a la vecina, al del cuarto pero mi hijo o mi hija no... De esos padres intransigentes hay muchos. Por suerte, otros acogen y ayudan a sus hijos como si la vida les fuera en ello.
ResponderEliminarUn beso.
es de años pasados, pero se sigue repitendo demasiadas veces en este momento. Siempre hay intolerantes como bien dices, a mi hijono puede pasarle. Besos
EliminarQue situación difícil va hacer transitar ese camino, cuando a los padres, también le costará transitar, ojala que pueda y su padre en este caso también, en definitiva, queremos que nuestros hijos sean felices, pero la realidad que no todos lo logran.
ResponderEliminarUn abrazo María José :)
No siempre se busca la felicidad de nuestrios hijos. besitos
EliminarEs una situación más común de lo que parece. Qué duro tiene que ser.
ResponderEliminarEs muy triste :(. Besitos
EliminarComo la vida misma.
ResponderEliminarEnhorabuena por la convocatoria.
Besos.
Gracias.
EliminarQue situación más difícil para quién la padece ,el mentir a sus padres de su verdad sexual. Me gustó cómo lo enfoscaste e utilizar a la vecina para salvarlo de la misma hoguera.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz tarde.