No recordaba cuantos años llevaba confinada cuando una llamada de teléfono me anunció que había sido afortunada con una salida. Tras colgar, abrí la puerta trasera, de par en par, y esperé sentada a que mi corazón desbocado se acompasara. La luz del sol me cegó y apreté con fuerza los párpados. Entonces, escuché el canto de los pájaros: «seguro que son gorriones», me dije, y después, aprecié los característicos mugidos sordos de las gaviotas. Puesta en pie, avencé con los ojos entreabiertos hasta llegar a la arena. Me senté y suspiré. Un primer suspiro profundo para llenarme de aire puro; luego, otro más, con sabor salado, balanceado al compás del ir y venir del agua; uno más, hondo, negro, por los días perdidos de mi calendario y por las permanentes ausencias, nunca despedidas, que alimentaban mi soledad. Volví la vista al mar, queriendo alejar los recuerdos y no pude evitar echarme a llorar. En ese instante se me escapó de la garganta otro suspiro o, más bien, un quejido teñido de melancolía. Un quejido negro como mi negra vida, transitada en oscuridad, como el negro mundo que habitábamos y el negro futuro que nos esperaba.
Me sobresaltó el aleteo de un gorrión que se posó sobre mi pierna. Traía una flor multicolor en el pico, la dejó caer sobre mí mientras cantaba entusiasmado. El poder de la Naturaleza dominaba la vida. Un suspiro alentador huyó de mi cuerpo transformándose en una amplia sonrisa. A pesar de todo y todos, la vida continuaba. Me levanté y me acerqué a la orilla para sentir el contacto del agua en mis pies. Justo en ese instante escuché la sirena. Debía regresar a casa, a encerrarme en mi soledad. Sin saber cuando tendría una nueva oportunidad de salir, regresé sobre mis pies, aspirando sin demora la mayor cantidad de aire que mis pulmones pudieran alojar. Mientras ese maldito virus siguiera amenazándonos, esta era mi vida, la única que tenía, una vida de suspiros en blanco y negro.
Me sobresaltó el aleteo de un gorrión que se posó sobre mi pierna. Traía una flor multicolor en el pico, la dejó caer sobre mí mientras cantaba entusiasmado. El poder de la Naturaleza dominaba la vida. Un suspiro alentador huyó de mi cuerpo transformándose en una amplia sonrisa. A pesar de todo y todos, la vida continuaba. Me levanté y me acerqué a la orilla para sentir el contacto del agua en mis pies. Justo en ese instante escuché la sirena. Debía regresar a casa, a encerrarme en mi soledad. Sin saber cuando tendría una nueva oportunidad de salir, regresé sobre mis pies, aspirando sin demora la mayor cantidad de aire que mis pulmones pudieran alojar. Mientras ese maldito virus siguiera amenazándonos, esta era mi vida, la única que tenía, una vida de suspiros en blanco y negro.
Actual y por tanto descorazonador, podemos asomarnos pero no vivir fuera. Mientras nos dejen exhalar suspiros podremos sentir con libertad. Un abrazo
ResponderEliminarSolo una manera de conjurar que no ocurra. Gracias por leerme. Un beso
EliminarHola Maria José¡ elegiste la misma imagen que yo y no deja de sorprenderme como nos inspira a cada uno..
ResponderEliminarUn tema tan actual...y tan difícil de enfocar..la realidad es que ésas salidas no son para respirar el aire y volver sentir...sino simplemente para engañar el encierro con mentiras piadosas...
Sigamos pacientes... y esperemos logremos conjugar virus y vida...
Un saludo
Sin duda, la inspiración es libre. A mí me inspiró mucho esta imagen porque me recordó a mí misma en estos meses atrás, a la espera de que pudiera salir a la vida. Un saludo
EliminarEspero que no sea un presagio del futuro porque sería muy desolador ..pero en relato está genial.
ResponderEliminarUn abrazo .
Seguro que no. Muchas gracias. Un beso
EliminarMuy bueno, y acorde a estos tiempos. Al final, en estos dos meses hemos recordado mucho, leído mucho y aprendido mucho.
ResponderEliminarMe ha gustado. Un abrazo y feliz día
Muy bueno, el gorrión recuerda que es primavera, aunque hay que quedarse en casa, que poco a poco estamos en lo llaman desescalada, para recuperar, en parte, nuestra vida
ResponderEliminarUn abrazo y por un jueves bonito
Así es, esta primavera no la iniciamos pero podemos terminarla. Hay que vivir cada instante. Un abrazo y feliz día.
EliminarMuy actual aunque oscuro y descorazonador. Suena a realidad futura pero ojalá podamos no verla jamás, aunque quién sabe. hemos elegido el mar y la bocanada de vida expandiéndose por el cuerpo. El gorrión, como la paloma bíblica y la esperanza de tierra firme, un nuevo renacer. Ese por que le todos debemos luchar con responsabilidad y coherencia.
ResponderEliminarUn beso muy grande, María José.
Por un renacer pronto y duradedor ;-). Gracias. Un abrazo
EliminarNunca tan apropiado un relato con sabor tan amargo y sentido. Esperemos no tener que llegar a semejante oscuridad. Muchas gracias María José por sumarte a esta convocatoria. Un abrazo
ResponderEliminarGracias a ti por la convocatoria. Un beso
EliminarHola guapa, te puedes creer que aún no te seguía? Pero qué ha pasado? Si yo pensaba que sí!!! Bueno pues por aquí tienes una fiel seguidora más. En cuanto al relato, pues la verdad es que es duro, pero es que ahora es como nos sentimos muchas veces. Me encanta el gorrión con su regalo. Un beso grande!
ResponderEliminarPues sí que es raro pero ya solucionado. Gracias por venir a leerme. Un beso fuerte
EliminarUna salida para disfrutar del sol y del aire, y pocos poco vamos saliendo con la desescalada.
ResponderEliminarBesos.
Poco a poco, pero sin vuelta atrás. Un abrazo
EliminarTendremos que conjugar a todos los dioses para evitar un futuro así, aunque mientras hayan gorriones hay esperanza. Precioso pero sobrecogedor. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias. CRuzamos los dedos. Un abarazo.
EliminarAhora apreciamos muchísimo las rutinas diarias, que en otros tiempos pasaban desapercibidos.
ResponderEliminarMe gusta el toque de resignación que le das a tu protagonista. Será porque me identifico con ella.
Un beso.
Benditas rutinas, diría yo. Ojalá volvamos a ellas. Un abrazo
EliminarAgobiante relato que muestra la situación que estamos viviendo a nivel personal: estar endiente de cuando nos toca una salida, el tiempo que tiene que durar y por donde tiene que discurrir.
ResponderEliminarTrataremos como tu protagonista tomar aire y esperar esperanzados a la próxima salida.
¡Cuídate!
Besos, paisana
Creo que tus palabras tienen dos lecturas: la que agobia, la que suena a desolación, y la otra, la de la esperanza, la de ese mar renovador y esa imagen del gorrión con la flor multicolor... Yo prefiero esta segunda, elijo creer, continuar a hacerlo.
ResponderEliminarUn beso.
(P.D.: con tu permiso, me quedo por aquí y una preguntita, de pura curiosidad, ¿hay versiones ebook de tus libros? ...quisiera leerlos. Otro beso y gracias.)
Justo esa era mi intención. Un poco de luz ( con esa primavera de pájaros y colores) en este horizonte negro al que nos hemos visto abocados. Gracias por tu comentario.
EliminarTodos mis libros están en ebook en Amazon y la ultima novela Aquella vez en Berlín está en todas las plataformas virtuales. Un beso