Han pasado 365 días en un soplo.
Casi no me he dado cuenta y Alberto cumple hoy su segundo año de vida.
Acabo de releer la entrada que hice para felicitarle en su primer año y terminaba diciendo que Alberto era «todo un personaje». Hoy puedo afirmar que así es.
Un año en el desarrollo de un niño, a esta edad, es muchísimo tiempo y este segundo año se caracteriza porque la bipedestación les hace dejar de ser bebés. Se hacen mayores. Por un lado te gusta porque la interacción con ellos es tremenda, por otro te da penilla que dejen esa etapa de dependencia total.
El telefonillo de la puerta de la calle suena y cuando miro por la pantalla veo su cara con una gran sonrisa y con sus bracitos empujando la puerta. «abrir, abrir».
La alegría llega a casa.
Sale del ascensor como un caballito desbocado nervioso porque no sabe dónde me va a encontrar. Cuando me ve me abraza y me dice «hola, yaya» o sale huyendo para que vaya corriendo tras él y cuando lo pillo y lo alzo ríe a carcajadas. Supongo que imaginaréis lo que siento por dentro y cómo mi corazón se desboca también a la par que me demuestra lo contento que se pone de verme.
A partir de ese momento es como una lapita pegada a mis piernas, que me sigue allá donde voy y me habla en su jerga unas veces muy comprensible y otras menos, sobre todo lo que se le ocurre.
Me parto de risa al ver las caras que me pone. Tiene unas dotes extraordinarias para el teatro jajajaja (propias de su edad) con las que pretende tomarnos el pelo. En un segundo es capaz de llorar con lágrimas recorriendo sus mofletes, que cesan al instante cuando lo distraes o cuando se le olvida lo que lo metió en un cuadrado. Y tiene repertorio de miradas que son mi disloque, sobre todo esta, la seductora ;-)
Me parto de risa al ver las caras que me pone. Tiene unas dotes extraordinarias para el teatro jajajaja (propias de su edad) con las que pretende tomarnos el pelo. En un segundo es capaz de llorar con lágrimas recorriendo sus mofletes, que cesan al instante cuando lo distraes o cuando se le olvida lo que lo metió en un cuadrado. Y tiene repertorio de miradas que son mi disloque, sobre todo esta, la seductora ;-)
Alberto disfruta con los cuentos y quiere que se los contemos una y otra vez, si es de sus preferidos, y disfruta cuando le haces distintas voces. Pero lo que más le gusta del mundo mundial son los «abuses». Cuando estamos en la calle, o vamos en el coche, siempre buscamos «abuses» y cuando los vemos su carita se alegra como si hubiera visto lo más maravillo de la vida, solo superado cuando nos montamos en uno. A veces, cuando lo recojo de la guardería, volvemos a casa en autobús y su cara al ver que nos subimos es indescriptible. Disfruta como un enano (yo también) y, claro, nunca quiere bajarse. Lo siguiente que más le gusta son los camiones y de todos ellos, los que prefiere son los de basura y cuanto más grandes, mejor. Luego, los coches de policía, de bomberos y las ambulancias. Sonidos y luz, lo mejor para los niños, lo peor para los adultos ¡jajaja!
Aprende a gran velocidad. Sobre todo me sorprende, de un día para otro con palabras nuevas y cómo hace frases ya de cuatro palabras. Tiene algunas que le gustan mucho como: sí, vale, darina (mandarina), banano (plátano), patata, pan, aceitito, manzana, kiwi, naranja, ... y croqueta. Como habréis comprobado casi todas relacionadas con la comida. Alberto disfruta comiendo y nosotros de verlo. Cuando salimos a comer o a cenar a un restaurante, lo ponemos en su trona y es un comensal mal que llama la atención por su buen comportamiento.
También le encanta ir al parque, montarse en el tobogán y subir a los castillos infantiles y asomarse para que veamos lo alto que está. Es un niño atrevido y muy sociable. Le gusta estar con más niño, pero que ninguno le toque su «abús» ¡jajaja! porque ese no se lo deja a nadie.
Le gusta mucho cantar y se entona estupendamente con una vocecita maravillosamente dulce y melodiosa, que contrasta con el nivel normal de su voz (àrece que no ha roto un plato en su vida cuando canta ;-).
Alberto tiene mucho carácter y, a pesar de lo pequeño que es, sabe muy bien lo que quiere, lo que le gusta, lo que le apetece y, por supuesto, intenta imponerlo (como debe ser) por fuera de los límites que se le marcan. Como dice mi hija está sufriendo los avatares de las A-dos-lescnecia (la primera etapa de rebelarse contra el mundo) y hay que contenerlo un poco.
Pero sobre todo, Alberto es ternura y amor. Le encanta que le de «besos de yaya» (esos apretados y sonoros que le doy en el cuello y que le hacen reír tanto que se le ve la campanilla).
Es independiente pero quiere que estés cerca, que lo puedas coger de la mano cuando sienta el gusanillo ante lo desconocido. Alberto tienen locura con su mamá y su papá y a sus abuelos.
Alberto es un niño feliz (aunque los virus no nos han dado tregua este trimestre y el pobre ha pasado una época en que no era el mismo), que cada día va demostrando de lo que es capaz con una sonrisa puesta desde que amanece a las siete de la mañana.
Alberto cumple hoy dos años y yo doy las gracias todos los días por la suerte de tenerlo en mi vida.
¡Felicidades, mi amor!
Está precioso y es muy despierto. Qué nostalgia leer tu post y acordarte de otro tiempo, María José. Me temo que para lo de abuela a mí aún me queda (bueno, me temo y espero que me quede).
ResponderEliminarBesos y felicidades al muñeco.
Feliz cumpleaños para Alberto y felicidades a la abuela esa es una de las mejores cosas que nos pasan en la vida y te lo digo desde mi ventaja (4) y he pasado todo el fin de semana con ellos, hoy me siento mas joven. Disfruta de esa joya, una cara preciosa y parece que ademas es un solete. Abrazos
ResponderEliminarMuchas felicidades para Alberto y como no para sus papis por traer al mundo tan lindo personaje y a esa abuela que se le cae la baba <(como debe ser) lo más tan bien para ella .
ResponderEliminarQue paséis un lindo día , sobre todo que disfrute de esos dos esplendido años.
Abrazos y feliz semana ..Y tb bien Felices Fiestas.
Otro regalito de Navidad. Felicidades por ese niño precioso y Felices Fiestas!
ResponderEliminarPreciosa, sincerísima y muy emotiva demostración de cariño. Qué envidia me has dado. ¡Quieeero un nieetoo! Pero nada, chica, parece que mi hijo y su pareja no están por la labor. En fin, seguiremos como hasta ahora.
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