La palabra gustar, del latín gustare, en su 3ª acepción hace referencia a «agradar, parecer bien»; tiene algunas otras entre las que se encuentran la 6ª, «que se desea, se quiere o se tiene complacencia en algo», o la 4ª, «que al tratarse de una persona se dice de ella que es atractiva». De cualquier forma, empleamos en el lenguaje común la palabra gustar considerables veces, a lo largo del día. En un restaurante es normal que nos pregunten si nos ha gustado la comida; si vamos al cine, al salir, seguro que hablaremos de si nos ha gustado la película; si vamos de compras, solemos preguntar a nuestro acompañante si le gusta la prenda que nos estamos probando, o cuando nos preguntan: ¿te gusta el fútbol? Respondemos sí, no o depende de quién juegue; en mi caso particular solo veo los partidos de la selección española.… Es decir, a lo largo de nuestra vida, nos vamos decantando por aquellas cosas, personas, situaciones…, que nos gustan y, también forman parte de nosotros, todas aquellas que no nos gustan, reservando otro amplio abanico para las que ni fu ni fa, las que nos dejan indiferentes o nos gustan regular (no todo puede ser blanco y negro porque existe el gris).
Como lectores, cuando estamos ante un libro, nos ponemos —lo queramos o no— en esa tesitura: ¿me gustará?, ¿no me gustará?, ¿me resultará indiferente? De hecho, a veces recurrimos antes de cómpralo a dejar que se manifiesten nuestra emoción más simples: agrado o desagrado. Me gusta la portada o no, me gusta la sinopsis o no, me gusta el papel o no, me gusta el precio o no, me gusta lo que han dicho de él o no… Y tras algunas deliberaciones, llega a nuestras manos o no. Cuando salió Patria se habló mucho, principalmente por el tema que trataba. A todos los que tenemos cierta edad, remover los recuerdos de ETA nos sacude el estómago y no es plato de gusto trasladarnos a una época que preferimos olvidar. De hecho, por aquel entonces, hubo muchos lectores que manifestaron que no pensaban leerlo y aún lo siguen diciendo a tenor de los comentarios que han dejado en mi muro de Facebook. Yo decidí leerlo porque algunas críticas ya anunciaban que la novela te llevaba a entender el «problema vasco». Aquello era un buen inicio, entender algo que a priori, por encontrarte a miles de kilómetros, quizá no era capaz de alcanzar en toda su plenitud. Solo por eso merecía la pena. Y compré la novela. Luego me faltó tiempo para comenzarla y mientras se dispararon las buenas críticas. Algunas bien sustentadas y otras escritas al pairo del contagio que suele haber cuando una novela tienen un marketing de lanzamiento como la de esta. A pesar de todo, he tenido que esperar hasta mis vacaciones para dedicar mi tiempo de lectura a la novela y al concluir la misma me di cuenta de que no opinaba como la mayoría. No me había gustado. Simplemente eso. Y aquí se debería haber terminado el asunto. Era otra más de las tantísimas novelas que a lo largo de mi existencia no me han gustado. Pero sentí la necesidad de dar mi opinión públicamente porque la vida se construye con las distintas versiones de un mismo hecho y estaba segura que a muchos lectores les había pasado como a mí. Tras esto, en bastantes comentarios se me requería para que explicara mis razones. Y aquí estoy haciendo una entrada en mi blog, que no sé si debería hacer. Ni yo ni nadie —a no ser que se dedique a la crítica literaria y viva de ello o lo haga por placer— tiene la obligación de explicar qué razones hay detrás de que al concluir la última página de una novela verbalice que le ha gustado o no; como tampoco lo hace tras ver la escena última de una película, o después de saborear un postre. Lo dice y punto y si se tercia se puede convertir en una charla distendida o eso debería ser.
Cuando leemos se ponen en marcha mecanismos neuropsicológicos muy complejos de los que participan circuitos sensoperceptivos, emocionales, cognitivos, de memoria, etc. Todos ellos han intervenido en esa sensación final, en esa impresión de agrado o no. Quiero decir con esto, que todos somos medianamente conscientes del porqué de nuestras opiniones (siempre hay una parte inconsciente de la que es difícil sustraernos, pero a la que no podemos acceder) y eso es lo que voy a intentar deslindar para explicaros el porqué de mi opinión.
Patria es una novela de seiscientas y pico páginas sobre: «El retablo definitivo de más de 30 años en la vida de Euskadi bajo el terrorismo», cito textualmente lo que se anunció cuando obtuvo el premio de la Crítica Literaria 2016. Cuando empecé a leerla lo primero que se me vino a la cabeza es si estaba ante una realidad novelada o una ficción más o menos realista. Para mí tiene mucha importancia saber si lo que voy a leer tienen una base auténtica, o es simplemente producto de la mente del autor, inventada hasta donde es posible puesto que siempre hay algo de veracidad. De acuerdo con lo que se había dicho de ella, parecía que estaba ante una fiel realidad novelada para hacerla asequible al público general (para un público más especializado existen multitud de libros de ensayo) y ahí ya sufrí el primer bache, que me tuvo empantanada en las primeras páginas. Fue por culpa del narrador. Me pasé los primeros capítulos intentando saber quién me la estaba narrando. Unas veces me daba la impresión de que era un narrador omnisciente, otras, un narrador testigo y para colmo, a veces, en la misma frase había un narrador omnisciente y otro en primera persona. Como una no es tonta, se acaba acostumbrando a esta forma de narrar (desde luego más que original) y de esa manera seguí adelante con la novela.
El siguiente bache lo tuve con las idas y venidas de la biografía de los personajes. Es cierto que cada autor hace con sus protagonistas lo que quiere, pero a mí y, recalco lo de a mí, eso de no saber en cada capítulo con quien me iba a encontrar ni en que época de su vida iba a estar, me seguía enlenteciendo y, lo peor, no favorecía poder obtener una imagen completa de la vida de los personajes, necesaria para entender por qué hacía lo que hacían (se supone que era lo más importante de la novela) y casi estuve a punto de dejarla. Pero continué, también me hice a esos saltos descomunales que ni los artistas de circo, lo mismo que a las frases que se repetían una y otras vez de forma idéntica en distintos capítulos y me dije: céntrate en lo que cuenta. Y conforme pasaba las páginas cada vez me llegaba menos la historia. No conectaba con esa versión simplista (a mi entender) que el autor nos plantea de un problema sumamente complejo. He leído bastante sobre el tema, he visto documentales, he charlado con personas vascas que vivieron inmersas en el problema, he tratado a víctimas de aquellos días de barbarie y conforme leía me decía: tiene que haber algo más, continúa ya llegaras al meollo…, pero no hubo nada más.
De todos los personajes, y hay bastantes, solo fui capaz de empatizar con uno, Bittori. Aceptablemente retratado tenía un fin (por ninguno de sus allegados entendido) y no paró hasta conseguirlo, aunque me decepcionó enormemente el final, que me recordó la manera en que terminan siempre las películas americanas. Personalmente creo que ese final es más un deseo que una realidad. Del resto de personajes, que son muchos, nada de nada. Ni los buenos, ni los malos, ni los regulares me atraparon, porque toda la novela, a mi parecer, es plana. Quizá ese fuese el deseo del autor, no mostrar emociones ni pasiones ni reacciones hacia un lado u otro, escribir una novela neutra, y seguramente eso es lo que he echado en falta y lo que ha hecho que llegar al final me haya costado la misma vida. No nací en un pueblo ni he vivido nunca en él. Por supuesto, comprendo que vivir en uno, donde todos se conocen, es muy diferente a vivir en una cuidad donde prima el anonimato y que eso justificaría algunas de las acciones que ocurren en la novela, pero aún teniendo en cuenta esto, la imagen que me ha quedado, por ser pregnante a lo largo de sus páginas, es que los hombres vascos son bobos, las mujeres tienen todo el poder (mucho se ha hablado del matriarcado vasco, quizás se trate de eso), nadie se enteraba de nada, hacían frente común ante el señalado, la víctima. Historias que se han repetido en numerosas confrontaciones nacionales e internacionales y que no me aporta nada porque esa, para nuestra desgracia, es la auténtica condición humana independientemente de donde se haya nacido.
En fin, para que dar más vueltas. Lo importante es la sensación final y la mía ya os la comuniqué. Cada cual puede tener la suya y es tan respetable como la mía. Es la primera vez que justifico que una novela no me ha gustado y espero que sea la ultima, porque yo no me dedico a criticar ni a reseñar sino, simplemente, a leer o mejor dicho a disfrutar con la lectura y con esta novela no tuve ese gran placer.
Yo no creo que sea necesario justificar nada, que una novela sea muy buena o muy mala es algo tan subjetivo como cada lector en particular que se acerque a ella. Y no pasa nada.
ResponderEliminarA mí me encantó "Patria" (espero que no por contagio, sino porque sí, porque me dejó revuelta de la cabeza a los pies) pero entiendo los "peros" que a ti te la hicieron cuesta arriba y quizá, en otra historia, a mi o a cualquier otro nos ocurriría lo mismo.
Besos.
Las opiniones no deben ser gratuitas nunca, porque pueden hacer daño. Entre vosotros hay varios escritores, y no os gustaría que se descalificara vuestro trabajo, a veces muy duro, con un superficial «no me gusta». Es cierto que todo no nos gusta, pero si damos nuestra opinión habríamos de justificaría, tanto si es positiva como negativa, porque en ambos casos estaréis ayudando a un colega a mejorar su obra. A menudo desde fuera se ven problemas que nosotros no hemos visto. Es lo que yo hago en mi blog: http://mislibrosylosdemisamigos.blogspot.com.es
ResponderEliminarEn concreto aquí digo por qué no me gusta un libro: http://mislibrosylosdemisamigos.blogspot.com.es/2016/07/setenta-y-cinco-consejos-para.html?m=1
Luego nos quejamos de las críticas negativas caprichosas de gente que no sabe leer nuestros libros...
Quizá el problema venga de que no estamos cómodos con las razones por las que nos gusta o disgusta una novela, a mi juicio deshonestas si no son literarias. Me refiero a que una opinión favorable porque el autor es amigo nuestro es tan poco defendible como lo contrario.
ResponderEliminarTú opinión, María José. es muy útil porque dice por qué, aunque no habría de ser tan extensa, pero te lo agradezco, mi estimada colega, porque me has dado razones para no leerla, una vez que había decidido hacerlo cuando leí que no te gustaba. Al hacelo hiciste publicidad a una novela que yo no sabía que existía y me picó la curiosidad de por que no te gustaba, ya que siempre he valorado tu buen juicio. Precisamente tu explicación me ha ahorrado esa experiencia penosa, pero no por seguir la opinión de alguien que aprecio y cuyos libros disfruto, sino porque me lo has razonado.
Y que conste que ese tipo de novelas, ese subgénero, me parece delicado y evitable, pues al terrorismo no hay que darle publicidad ni reconocimiento alguno, aunque es justo reconocer que entre mis obras hay dos que se saltan este prejuicio mío: «El pecado del talibán», http://viewbook.at/taliban , y «Crímenes terapéuticos», http://mybook.to/cterap
Como ya te dije, a mí me gustó mucho Patria. Coincido contigo en que su lectura, por la forma en la que está narrada, no es fácil. Aún así, el resultado final, me satisfizo.
ResponderEliminarPero lo que me entristece es la falta de respeto que pudimos leer en los comentarios vertidos en tu muro de facebook. Te guste o no, no tienes que dar explicaciones por el mero hecho de ser escritora. No estás insultando al autor, no estás descalificando la novela, simplemente, no te ha gustado. Eso debería de ser suficiente.
Un besazo, amiga.
Marian, de Frontera Esdrújula, al aparato.
ResponderEliminarVaya por delante que no he leído Patria y que no creo que vaya a hacerlo. Nací en Euskadi, de padres andaluces, y allí he vivido, gozado, sufrido y es donde me hice mayor. Tengo mi propia percepción de lo que pasa/pasó; y lo que sí puedo decirte es que eso de que los hombres vascos son bobos no es más que otro cliché al estilo de las sagas cinematográficas de apellidos. Pero lo que venía a decirte es que coincido contigo en esa necesidad de saber a priori si lo que leo es verídico, realidad ficcionalizada o invención aproximada. Leí con interés un libro titulado Los 27 papas del cardenal Belluga (muy bien escrito, aunque con una estructura repetitiva y cansina) y después supe por el autor (colega) que solo era cierto un 30% de lo expuesto. Me sentí decepcionada.
Gracias, MJ, por tu artículo.
Muchas gracias por varias cosas:
ResponderEliminar1. Por dar tu opinión
2. Por darla cuando no coincide con la de la mayoría
3. Por hacerlo educada y correctamente
4. Por justificarte cuando no tenías por qué para quien lo haya necesitado.
Cuando vi en tu muro de Facebook que dijiste que no te había gustado me pareció estupendo que lo dijeses. Al leer ahora tus argumentos me ha parecido fenomenal, has sabido comunicar, al menos para mí, lo que la lectura te ha transmitido.
Yo estaba satisfecha con saber que no te ha gustado.
Yo la he leído y me gustó. Bastante. Sí diré que en un principio me perdía con los personajes y con los narradores, pero cuando conseguí conectar con la trama pude llegar a disfrutarla. Creo que puede reflejar muy bien la realidad de un pueblo vasco en la época de la ETA. Y creo que es una novela muy valiente porque nunca se escribió, hasta donde yo sé, nada parecido. Hay novelas que no son del gusto de todos, y, como bien dices, no hay que darle más vueltas. Te gusta o no te gusta. Gracias por expresar tu opinión.
ResponderEliminarEn mi opinión, una crítica negativa , dada desde el respeto y siendo constructiva, es tan válida como una positiva. Si un libro no nos gusta, hemos de decirlo de igual forma que decimos cuando nos gusta, pues creo que es la única forma de mantener nuestra objetividad. Me ha parecido una una crítica absolutamente respetuosa, y creo que yo sí daré una oportunidad a la obra, a ver si después coincidimos en opinión o no.
ResponderEliminarUn abrazo!.
No me había enterado de la polémica, la gente está muy mal. Es la grandeza de la literatura, que de cada libro hay tantas percepciones como lectores. Lo que para uno es un lastre para otros es un aliciente.
ResponderEliminarA mí me gustó muchísimo, me atrapó, no me supuso ningún problema la forman de narrar y me conmovió profundamente. Las forma de narrar me pareció original y atractiva. Tenía la sensación de que empezaba un narrador externo y al poco el propio personaje le robaba la voz y hablaba él mismo. Empaticé con Bittori, claro, y con Arancha. Y además me resultó entretenida. La leí en un tiempo récord para lo que suelo tardar. Yo no saqué la conclusión de que los hombres vascos son bobos, aunque sí queda claro aquellos den la novela viven en un matriarcado.
De lo que comentas, sólo hay una cosa que me ha extrañado que la escribas, y es presumir la intención del autor a partir de tu propia vivencia de la historia, como si a todos nos hubiera parecido una novela sin emociones, neutra. Yo no sé cuál era su intención, pero a mí no me lo pareció. De hecho, recuerdo que en la Feria de Valencia, en la cola, tenía delante al familiar de una víctima de Eta, Navarra, y estaba emocionada hasta el tuétano por la novela. Digo esto solo para poner de manifiesto que a cada uno nos emociona, nos llega, cosas diferentes y no podemos presumir a partir de esa que la intención del autor fuera la que coincide con la nuestra.
Por lo demás,buena reseña y valiente. Yo no suelo hacerlo cuando no me gusta un libro. Ahora estoy con una de las joyas de la literatura universal, según todos los expertos, y no puedo con ella. No sé si me animé a comentar mi opinión más allá de una valoración.
Puede que sí haya realizado una proyección de mi sensación pensando en que pudiera ser la intención del autor, pero solo lo dejaba como una suposición mía, por supuesto.
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