Marta va hasta el balcón arrastrando los pies. Descorre la pesada cortina de terciopelo rojo y mira hacia el cielo buscando una respuesta que no encuentra. Es un día gris, frío, desapacible, siniestro..., un día igual a los anteriores, un día en el que la congoja ahoga sus pulmones y desata la furia de su marchito corazón, un día más que añadir a una vida sin vida, un día más intentando tragar su ausencia, un día sin esperanza, un día que ojalá fuera el último día... Cierra los párpados y una lágrima solitaria comienza a recorrer con delicadeza su mejilla, como si no quisiera alertar a su dueña de su presencia. Pero Marta siente la humedad en su reseca piel y se pregunta cómo no se ha secado después de tantos días de llanto. ¿Cuántos? Se afana en sumar días para completar meses, años... ¿Tantos? Despavorida abre los ojos y suspira...
Unos pájaros revolotean en una interminable danza delante de su balcón, se posan en el alambre de la luz y se lanzan al vacío sin miedo, sabiendo que sus alas le permiten ir y venir, alcanzar el cielo, la libertad. Por un instante, abandona su pena para seguirlos con la mirada al mismo tiempo que un esbozo de sonrisa parece iluminar su cara. Se censura, cierra el cortinaje y se aleja del balcón. Acomoda sus ojos y busca, rebusca, escudriña en la oscuridad del salón y de su mente hasta que lo ve.
Un halo luminoso del color del arcoíris rodea su vaporoso cuerpo. Está sentado en su sillón favorito con una taza de café en una mano y en la otra, un cigarrillo que acerca a sus sensuales labios. Aspira una profunda calada y tras unos segundos, expulsa el humo que conforma una serpenteante voluta. Levanta sus ojos, la mira, le sonríe. El corazón de Marta brinca de alegría. Entonces, se acerca despacio, se sienta a su lado, como todos los días desde aquel día, en que después de disfrutar de su café se quedó dormido para siempre.
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Triste pero muy poético. Me encantó y disfruté leyéndolo.
ResponderEliminarGracias por leerme.
EliminarHoy las historias dan para imaginar muchas cosas...sabes lo que pensé al final de tu relato?...que ella lo envenenó...quizás el se marcharía con otra...quizás la maltrataba..o era su amante, o...tantos "o" sobre esa mujer triste que deambula por esa casa y lo ve en su último momento...besosss...este tema ha traído lecturas que me encantan..
ResponderEliminarDe eso se trataba. Cualquier relato puede tener tantos finales como lectores. Trazar unas cuantas pinceladas, un final abierto y con la mente elaborar que pudo pasar. Me llaman mucho la atención algunas de tus propuestas. Gracias por tu comentario.
Eliminar¿Ya? El próximo, un poco más largo, porfa!!!!
ResponderEliminarLas palabras justas para dar un pincelada y que el lector haga el resto ;-)
Eliminar¿Lo imagina o será que realmente sigue ahí, para acompañarla?
ResponderEliminarUn poco más largo habría sido mejor. Coincido con eso.
Un abrazo.
Lo imagina, es real o lo alucina. Para ella está ahí como prueba tangible de algo que ocurrió. Gracias por tu comentario.
EliminarQue triste!!!
ResponderEliminarYo creo que era su gran amor y le añora cada día.
Precioso!!!
Le añora y alucina que lo tiene a su lado, o es el espectro de su amor que viene a martirizarla porque lo envenenó en el café. De una manera u otra ella enloquecida aguarda el instante en que el aparece para ir a su lado. Besitos
EliminarYa? Quiero más, me has dejado con ganas de más.
ResponderEliminarBesotes!!
Habita la tristeza en ese mismo rincón en el que también se encuentra su antídoto... el recuerdo de lo que fue alguna vez felicidad. Hermoso relato.
ResponderEliminarUn abrazo
En efecto, una tristeza meramente interrumpida por el recuerdo. Besitos
EliminarGracias a este relato y todos los balcones he sido capaz de poder llegar hasta aquí, hace tiempo dejabas algún comentario de mi blog, en mis respuestas te decía que yo solo podía leerte pero que al tener que pertenecer a Google+ me era imposible dejar los míos en tu espacio, incluso llegue a dejarte algún aviso en algún blog donde habías comentado, ahora he vuelto a intentarlo y mi sorpresa es que puedo hacerlo libremente. Volveré más veces, de momento te dejo un abrazo y un aplauso por tu relato de hoy
ResponderEliminarGracias por venir hasta aquí y dejarme tu comentario. Ya te visité y sé dónde encontrarte. Besitos
EliminarUna historia triste que deja mucho a la imaginación...lo primero que se me vino a la cabeza fue que es un fantasma, no he pensado que ella lo envenenara pero podría ser, claro. Me ha gustado mucho ese final sorprendente y abierto a la imaginación.
ResponderEliminarUn beso
Gracias Charo por participar y por comentar. Un beso
Eliminarque triste! uno pensaría que es mejor salir corriendo fuera, hacia otro lugar que oxigene y ayude a curar las penas. Sinembargo ella se queda alli en aires ya respirados, envuelta en sus recuerdos y tristeza que por tan suya y por tanto tiempo no se la abandona.
ResponderEliminarEs conmovedor tu relato Ma. Jose, me gusta como me llevo hasta el final
Abrazo fuerte
Eso tiene la melancolía que te ancla a los lugares, incluso los dolorosos. Gracias ceca. Besitos
EliminarMe ha gustado mucho la atmósfera de profunda tristeza, casi de depresión que has creado con tu lenguaje, en la que está inmersa la protagonista de tu historia. Ese negarse cualquier pequeña muestra de alegría como ver el aleteo de unos pajarillos me parece tremendo. Lo sigue viendo allí, donde siempre estuvo. Y así, con esa visión, transcurre su vida consumiéndose lentamente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
María José me acerco tarde a tu relato, pero me alegro de haberlo hecho. Impresionante tu descripción de la soledad y la tristeza, uffff. Me ha llegado dentro. Un beso fuerte escritora.
ResponderEliminarMaría José me acerco tarde a tu relato, pero me alegro de haberlo hecho. Impresionante tu descripción de la soledad y la tristeza, uffff. Me ha llegado dentro. Un beso fuerte escritora.
ResponderEliminarCorto pero intenso y además ciertos todos esos sentimientos y sensaciones que expresas. Un abrazo
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