Juana masajeaba sus rodillas doloridas. Sus ciento veinte kilos de peso no hacían bien a su artrosis; por eso esperaba delante de la puerta del endocrino.
La enfermera voceó su nombre y lo más aprisa que pudo, dad sus circunstancias, se levantó del asiento.
—Ha perdido
solo un kilo. Tiene que ser más estricta con la dieta. Le voy a prescribir una
de ochocientas calorías, espero que sea estricta si no será complicado que
pierda peso —dijo el médico malhumorado.
Juana quería morirse. ¡Un mes comiendo espinacas y lechuga! Sin
protestar abandonó la consulta con la nueva dieta en la mano.
Despacio se
encaminó hasta su casa cuando avistó una pastelería y sus pies le llevaron en
esa dirección. Entró decidida y pidió una bandeja de merengues, la más grande
que tuvieran. De pie en el mostrador, uno a uno, se los comió todos.
Aún
apreciaba el gusto de limón y azúcar en su boca cuando escuchó un vozarrón que gritaba
su nombre.
—¿Doña
Juana García? ¿Doña Juana García?...
—Sí, soy yo —respondió desorientada.
—Se ha dormido, Juana —le indicó la
enfermera—. ¡Vamos! ¡Deprisa! El médico la espera.
Renqueando entró en la consulta, la
pesaron, la midieron y se sentó frente al doctor a esperar el veredicto:
—He de comunicarle que esto no va bien.
Sólo ha perdido un kilo de peso… Pero, ¡señora! ¿De qué se ríe? ¿No le da
vergüenza? —gritó muy enfadado.
Frente a él, Juana soltó
una sonora carcajada. Se levantó del estrecho asiento en el que estaba embutida con la boca echa agua
imaginando la bandeja de merengues.
(Texto revisado y reeditado)
Más circunstancias el The Planet's Bloggers
Ay dios! Que cada día me parezco más a esa Juana. Voy ganando peso y siempre pienso que no puede ser, que tengo que hacer algo. De momento voy a ver si hoy me como un par de merengues, que me ha entrado gana después de leer el relato.
ResponderEliminarMe ha hecho reír!!!!!
ResponderEliminarMe gusta mucho!!!
ja, jaja, genio y figura....
ResponderEliminarSe conoce bien esta señora, que sus sueños son premoniciones.
Un disfrute leerte como comer esos merengues.
Besos
Pues sí: la vida bien vale una bandeja de merengues...
ResponderEliminarMuy divertido y original tu relato. La gula de Juana ni ensueños se le escapa!
ResponderEliminarYa me dieron ganas de comer un par de merengues. =)
Saludos
Me ha gustado mucho, sobre todo porque me recuerda a mi misma. ¡Ay! Que poca fuerza de voluntad que tengo.
ResponderEliminarUn beso
Qué difícil es vencer la cruel tentación de los dulces, por favor!
ResponderEliminarDivertido tu relato!
=)
Gran relato, María José:
ResponderEliminarFrente a la amargura de la Realidad siempre nos queda la dulzura de la Imaginación.
Si es que no es justo, unos se hartan de comer pastelitos y cosas ricas y nada, ni medio gramo y la pobre mujer soñando con los merengues. jejejee.
ResponderEliminarBesos.
Jaja... dulce espera en la sala de idem ;)
ResponderEliminarUf la entiendo, toda la vida luché contra el sobrepeso, por suerte soy más consciente que Juana y trato de cuidarme con algunos gustitos de vez en cuando. La obesidad es una maldición, pero a esos extremos creo que ya es también un poco de dejadez.
ResponderEliminarUn relato muy divertido y realista.
Un beso.
jajajajajaja, ya sólo fató que le preguntara al Dr.: pero oiga, si bajo 40 kg...¿seré inmortal o acabaré siendo la más sana del cementerio?, jajajajajajaja...
ResponderEliminarUn besazo y gracias por tu visita (veo que ya no tiras del google +, lo cual, desde mi punto de vista, facilita mucho las cosas)
¿quien puede ser capaz de ceder ante los merengues tan ricos María José? ¡ni en sueños! Muy entretenido tu relato.....
ResponderEliminarPues eso...que el soñar no nos lo quita nadie...ni ese regusto a azúcar de la boca...ummmm
ResponderEliminarTu, amiga, lo que nos has puesto hoy aqui es un espejo ¿no? a mas de un@ se nos caen dos lagrimones cuando pensamos "en dulce"
ResponderEliminarUn besazo
Las penas con merengue son más buenas. Buen final con esa sonora carcajada. Saludos.
ResponderEliminarPerdona que haya llegado tan tarde a comentar tu relato, ando un poco liada. Qué decirte de tu escrito, que tienes un magnífico sentido del humor y que lo narras como la magistral escritora que eres.
ResponderEliminarUn abrazo amiga mía.
Leonor