La
primera vez que le sucedió, con apenas dieciocho años, Cesar entró en pánico.
No sabía que le estaba sucediendo aquella noche en que la luna llena brillaba, inmensa,
llena, en todo su esplendor sobre la alquitranada bóveda celestial.
Cerró
la puerta con llave y apalancó las ventanas. Una fuerza interior le obligaba a
escapar de aquella cárcel en la que pasaba sus días y sus noches. Cárcel en la
que se había recluido a voluntad tras comprender que nunca sería como los
demás, que su miedo al contacto, se había convertido en un lastre imposible de
soltar. Aquí entre las cuatro paredes se sentía seguro, podía vivir sin la
ansiedad del qué dirán y el daño del rechazo, de la indiferencia o del mal
hacer de las personas que le perseguían.
Sin
embargo, en aquel instante su deseo de escapar era tan intenso que sintió un
miedo atroz. Deseaba perderse entre las callejuelas amparado por la oscuridad y
buscar a alguien. ¿Para qué? se preguntaba
de manera insistente, mientras se transformaba en ese otro ser que le llenaba
de fuerza y le hacía sentirse poderoso y capaz.
No
hubo barreras que lo detuvieran y, al acecho, escudriñando por los rincones dio
con la presa oportuna. Era una joven que regresaba de una fiesta. Por un
instante pensó que lo había descubierto, pero no fue así, confiada volvió a su
apacible caminar. Cuando Cesar calculó que era el momento se abalanzó, le clavó
los colmillos en la yugular y durante minutos estuvo saciando su sangriento
deseo.
Desde
aquella noche, no ha sido el mismo. Necesita nutrirse de la fuerza que la
sangre de otras personas le proporciona para sobrevivir en su mundo de
tinieblas. En el lugar en el que su familia lo ha encerrado porque dicen que
está loco nadie conoce su secreto, excepto su compañero de habitación que contempla como las noche de luna llena Cesar se transforma en hombre lobo.
Más noches en el blog de Cecy
Tenemos un hombre lobo, atemorizado de día y audaz acechador por las noches, tratare de andar con cuidado, uno nunca sabe, de que manera la vida se nos transforma, si en victima o cómplice.
ResponderEliminarGracias por acompañarme, amiga:)
Un abrazo.
Bueno, un hombre atormentado...
EliminarNo pensé que tu relato fuera por esos derroteros.
ResponderEliminarOtro registro.
Ni yo, Tracy, salió simplemente ;-)
EliminarNo sé si compadecerme más de César, de sus víctimas, o de su desquiciado compañero de celda jejeje
ResponderEliminarUn abrazo!
=)
Tampoco Cesar está muy bien que digamos.
EliminarMe encanto, me fascino. Tu protagonista licántropo nos dejó un excelente y triste relato. Pobre Cesar, no tenía otra opción que la de sobrevivir.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Yessy, a veces la locura se presenta en jóvenes castigándolos con su delirios de por vida ;-)
EliminarUn hombre lobo contado con tu siempre inigualable delicadeza María José.
ResponderEliminarEs un relato maravilloso que nos da mucho qué pensar entre la locura y la cordura.
...Y sobre la luna llena, de la que tan poco sabemos.
Siempre genial
Besos
La locura y la cordura dos extremos de un mismo eje :) Gracias
EliminarY primero lo invadió el temor a lo que era, después no pudo controlarlo y ahora convive con ello, en este caso un hombre lobo, en otros simplemente un ser humano con diferencias.
ResponderEliminarGenial relato, excelente final.
Un beso.
La diferencias siempre marcan de algun modo, aquí Cesar convive con su locura :)
EliminarNo sé si la familia ayuda en lo ya problematico que es ser hombre lobo.
ResponderEliminarLa familia encierra al loco que se cree ser hombre lobo. Gracias por venir
EliminarEl cuello de una mujer, solo puede suscitar besos y caricias. Lo demás son leyendas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Leyendas son pero a veces algunos se lo cree de verdad :)
Eliminar¿Qué puedo decir, María José?
ResponderEliminarQue dominas a la perfección cualquier tema a relatar, que tejes magistralmente las palabras dotándolas de vida propia...nada que no sepas ya.
Quédate con la calidez de mi abrazo.
Gracias Tyrma, recojo tu abrazo, la mejor terapia. Un beso
EliminarDa miedo esta leyenda del hombre lobo, siempre me la ha dado y tú has hecho una excelente versión.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Da miedo la locura? Pues sí, nos asusta el loco :)
EliminarVerdugo...víctima...circunstancias...Siempre sorprendes
ResponderEliminarGracias por venir a comentar, la vida es así, difícil de saber cual es uno u otro. :)
EliminarHay noches que despiertan fieras internas... La leyenda del hombre lobo reflotando en una versión personal, y sobre todo vívida para el pobre César (y para sus víctimas).
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
En este caso solo vivía en su mente pero él la creía :)
EliminarAlguien con quien uno no querría encontrarse de noche, a menos que se sea una mujer lobo, supongo...
ResponderEliminarIr contracorriente agota mucho, luchar contra la propia locura supongo que también, así que creo que tu protagonista sucumbió y se dejó llevar, aprendiendo a convivir con su licantropía.
ResponderEliminarMe ha gustado ese registro que percibo como distinto en tu entrada.
Un fuerte abrazo.
a veces pienso que ser otro, y a quién se lo digo yo...na más y na menos que a una psiquiatra...a veces pienso que ser otro es una locura tan agotadora que merece la pena quedarse en ese otro o no llegar a serlo, vamos, que la transformación es un trabajo que te puede quedar para el arrastre, incluso matar, aunque tan sólo sea anímicamente...
ResponderEliminarmedio beso, de las morenas.
Me ha sorprendido, como a todos creo, esta historia porque es otro estilo al que nos tienes acostumbrados pero que se ve que también dominas, aunque es triste pensar que la locura puede llegar a esos extremos.
ResponderEliminarUn beso
Sobre todo en Luna Llena hay que ser precavido para que no te atrape el hombre lobo!! Interesante tu relato, al parecer el personaje es de antagónicas dos personalidades .... Saludos afectuosos....
ResponderEliminarMejor caballero andante defaciendo entuertos que hombre lobo mordiendo cuellos. Lo que cambian los tiempos, ¡por Dios!
ResponderEliminarMuy bueno.
Saludos.
Me encontré uno como ese en París, no era tan malo como lo pintaban. Sí, daba algo de miedo y sus ojos adquirían un volumen y color extraordinario. Su tamaño aumentaba desproporcionado y su pelo escondía un sudor lechoso nauseabundo, pero era un buen hombre lobo, especialmente cuando compartía la sangre conmigo.
ResponderEliminarBesos (que no mordiscos)
ResponderEliminarel hombre lobo del hombre... se trata de otra cosa, pero acá lo aplico porque el personaje se comió a la persona. lo que puede la mente humana... Es verdad que todos los registros te calzan a la perfección, mi alma.
besos