¡Por fin ha llegado el día 23 de abril!
En la blogosfera y resto de redes sociales donde me muevo no se habla de otra cosa desde hace días; claro, que en las que yo me muevo estamos sobre todo lectores y escritores, por lo que es lógico que queramos hacer homenajes a aquello que nos une: El libro.
El libro es un objeto que se completa entre ambos, aunque por medio hay muchos intermediarios, demasiados.
El libro nace de una idea creativa que el escritor con mucho esfuerzo plasma, a su saber y entender, que requiere muchas horas de esfuerzo delante del papel o del teclado y cuando digo muchas, es que son muchas, para obtener al final el tan ansiado primer manuscrito. A este le seguirán muchas correcciones, y cuando digo muchas, es que son muchas; hasta que esté convencido de que lo que ha escrito merece la pena ser leído. Y ahí, entre el otro de la película, el lector.
El lector es la persona ávida por beberse esas letras impresas o digitalizadas, que cuando termina la lectura queda empapado de ella, piensa en ella, la valora hasta disecarla y al final emite una conclusión que es la que el escritor espera ansioso: Me ha gustado/No merece la pena.
Conclusión que lleva a escritor a las alturas o lo hunde en la miseria. Pero de todo se aprende y los lectores terminan valorando el esfuerzo y el escritor sabiendo que sus escritos no pueden gustar a todos y en ese transigir se llega a un punto medio en el que la convivencia merece la pena y es ese punto el que celebro hoy; el haber llegado aun diálogo constante y fluido con mis lectores, que disfrutan con la lectura de mis libros y que muestran interés por los venideros.
Dejo atrás a los maquetadores, impresores, editores, agentes literarios, distribuidores, libreros... y demás productos intermedios.
PARA MÍ EN ESTE DÍA SOLO SOMOS TRES: TÚ, YO Y EL LIBRO.
¡Feliz Día!
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