En la calle no había un alma.
Los habitantes de las casas
habían desertado como las ratas en un barco ardiendo, al comprobar que la epidemia se extendía. El
terrible virus, para el que no existía cura, llamaba a las puertas terminando
con la vida de niños y mayores. Las casas deshabitadas, la calle desierta; tan sólo un hombre se había negado a
abandonar su casa, que también fue la de sus padres, la de sus abuelos. Solo en
el mundo, no tenía donde ir, ni piernas que le transportaran; si el virus del
que había escuchado hablar le atrapaba se dejaría abrazar por él hasta que le
llevara a las puertas del hades. Temía más la vida que la muerte.
Un accidente de coche le dejó
postrado en la cama, en manos de enfermeras, fisioterapéutas, asistentes
sociales, vecinos, familiares retirados, amigos que no lo eran tanto…que
terminaron cansándose de aguantar sus lamentos, las quejas por su mala suerte y
las limitaciones de un cuerpo de trapo que no respondía a las órdenes de su
cerebro. Un cerebro inteligente, capaz, que no dejaba de torturarle por su irresponsabilidad,
por haber cogido el coche en aquel lamentable estado de embriaguez tras la
despedida de soltero de su mejor amigo. Su mejor amigo… al que no pudo
acompañar en su boda, al que no ha vuelto a ver desde entonces. Un cerebro que manipulador
de sus culpas, movilizador de
sentimientos contrapuestos, imparable, irrefrenable como su automóvil en aquella
noche en que la nieve hacía por primera vez su aparición. Ansiaba que el virus
llegara para abandonar aquel lecho de opresión, de calvario del que nadie
quería sacarle…
Sintió un escalofrío y el sudor
perló su frente. Allí estaba el enemigo mortal que lo infectaría, que acabaría con
él. Una sacudida le zarandeó el cuerpo, levantándole unos milímetros de la cama.
¿Cómo puedes ser?, se preguntó. Al instante sintió un tiró de los brazos, y al
poco sus piernas comenzaron a moverse en una macabra danza de huesos y
fláccidos músculos. Su cerebro, tan lúcido hasta ese momento no era capaz de
interpretar lo que sucedía. La activación corporal progresaba a medida que su
mente era más confusa. Este virus me ha curado, pensó. Puedo sentir, muevo lo
que antes era un peso muerto, pero se está apoderando de mi conciencia, dirige
a mi cerebro a su antojo. ¡Dios mío! Gritó sin que nadie le oyera. No había
nadie. Las casas deshabitadas, la calle vacía...
—¡Venga Raúl, despierta, despierta! Menuda melopea te
has pillado. No debiste tomarte los tres cacharros tan seguidos, ya sabes que
el ron es de garrafón. ¿Y qué decías de
un virus que te había infectado y de que estabas postrado en una cama? ¡Anda
que voy a salir más contigo! Vamos, buscaremos un taxi y te dejaré en tu casa.
**La razón de escoger este relato, es que mi calle, muy tranquila de día, es la preferida en determinadas épocas del año por los jóvenes para aparcar sus coches cuando van de "marchita" lo que provoca que a altas horas de la madrugada me despierten por las voces, cantos... y demás de estos irresponsables chicos cuando van a recoger sus coches.
Más en casa de Gustavo
**La razón de escoger este relato, es que mi calle, muy tranquila de día, es la preferida en determinadas épocas del año por los jóvenes para aparcar sus coches cuando van de "marchita" lo que provoca que a altas horas de la madrugada me despierten por las voces, cantos... y demás de estos irresponsables chicos cuando van a recoger sus coches.
Más en casa de Gustavo
me encantó. En tan pocas lineas planteó una historia por demás elocuente, y que además no deja de lado la enseñanza. La premonición como legado.
ResponderEliminarGracias Rossina por leer mi entrada y dejar tu comentario. Bienvenida a mi blog.
ResponderEliminarEscribes muy bien. Abrazos.
ResponderEliminarQuerida María José:
ResponderEliminarLa verdad es que con "melopea" y todo, es mucho mejor así que una terrible realidad como la que tan bien, has narrado.
Tengo que dedicar un tiempo a ese "ex", que has creado.
Ya te cuento.
Un besín
Menos mal que lo has aclarado, porque pensaba que estabas haciendo trampa.
ResponderEliminar"La calle del botellón" es un buen título para tu próxima novela y le pondremos música de Los Secretos.
El relato... un sueño, que no una pesadilla.
Besos
Mala suerte, esto pasa a más de una familia. Lo de beber en la calle es lo que tiene, pierden el control y luge puede pasar una desgracia de la que después les es imposible despertar.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato
Un beso
terrible , al menos para mí, esta cultura del llamado botellón.
ResponderEliminarOjala todos se despertaran tan a tiempo
un beso, MJ
P.D.: paciencia y a rogar para wue cambien de zona de aproximación, :-)
La historia de muchas calles; la historia de muchas borracheras. Salir de la realidad para vivir en los eflovios del alcohol, quizás las pesadillas guardadas en nuestro subconsciente...
ResponderEliminarMuy imaginativo, como nos tienes acostumbrados.
Un besito
perdón, quise decir efluvios.
ResponderEliminarBueno, ese despertar, con los primeros efectos del virus es verdaderamente buenísimo, maravillosas líneas de tránsito del postrado por el accidente al que despierta con resaca.
ResponderEliminarUna segunda oportunidad, entre un destino que vivio y pudo ser y realmente no fue.
Besos María José.
La dichosa cultura del botellón que no llego a entender¿¿qué placer puede llevar a la gente joven a beber y beber hasta la extenuación?? No entiendo ni he entendido nunca esa forma de divertirse, de molestar al prójimo de dejar las calles y plazas inundadas de desperdicios botellas, vasos de plástico y orines.
ResponderEliminarTu calle era una calle tranquila, ¿cambiara esta moda y volverá a serlo?
Magnifica esa pesadilla que narras y que quizás hiciera ver la luz a más de uno.
Un besazo amiga.
Ante el sentido de culpa siempre me pongo en guardia, no me preguntes por qué, María José, y ya empezaba a levantar barreras cuando, igual de espontanea, me asaltó la sonrisa. Pena de virus, con lo práctico que sería. :)
ResponderEliminarBikiños
Menuda pesadilla que estaba viviendo el amigo. Qué malo es el vicio del alcohol!!.
ResponderEliminarMaria José, yo de ti tendría preparados un par o tres de cubos al pie de la ventana, dos con agua y uno con piedras. Y oye, al que le de, le dió. Noches así son un martirio para la gente que ha de madrugar.
Hasta pronto, hermosa.
Un beso
Te aplaudo María José por esta calle escrita de ficción, es un relato de pies a cabeza.
ResponderEliminarMe entristece, sin embargo, la moraleja que es verdad cierta.
Lo tuyo es escribir inventado, !Ave!
Me gustó tu relato María José. El virus del alcohol cada vez ataca con más fuerza y a edades más tempranas. Durante mucho tiempo ha tenido una aceptación social que ha propiciado su implantación en amplias capas de la población. Cuestión muy distinta es la falta absoluta de civismo de nuestros jóvenes dejando tantas huellas de su juerga. Celebro que tu calle sea muy tranquila, al menos durante el día.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un comienzo futurista, como de relato de Phikip K, Dick, para luego ir avanzando por una historia tristemente realista y acabar con ese despertar inesperado. Parece un sueño premonitorio, a saber qué le pondrán al garrafón ese.
ResponderEliminarLo siento por tu calle y por tus sueños interrumpidos, en este país nadie piensa en los demás cuando sale de marcha, no podemos sorprendernos de la forma de divertirse de la gente joven, es lo que han aprendido de muchos de sus mayores.
Un beso.
EXCELENTE TU RELATO MARIA JOSE!!!POR DESGRACIA CUANTO SUCEDE!!!SEGUN ESTADISTICAS, EN ESPAÑA Y ARGENTINA SON LOS PAISES CON MAS ACCIDENTES DE TRANSITO Y POR EL CUAL MUERE MUCHISIMA GENTE JOVEN.LAMENTABLE TENER LOS PRIMEROS PUESTOS DE ESTA ESTADISTICA!!!TE MANDO UN CARIÑO ENORME Y TE FELICITO POR TUS HISTORIAS!!!
ResponderEliminarJajaja, a veces uno habla en sueños.
ResponderEliminarLas copas son buenas mientras alegran. Cuando complican, mejor escurrirles el bulto.
Saludos
¡¡MUY, MUY BUENO!!
ResponderEliminarAdemás, te entiendo perfectamente, yo también sufro algo parecido.
Bueno!...que suerte que ha despertado!...ya tenía yo los pelos erizados esperando un final terrorífico y espeluznante!
ResponderEliminarUn abrazo.
MUY BUENO UN SUEÑO TENEBROSO EN UNA CALLE SILENCIOSA QUE ES TU CALLE LA QUE GUARDA TU HISTORIA EN AQUELLA TRANQUILIDAD QUE SALTA A LA VISTA
ResponderEliminarSALUDOS
Menos mal que era una borrachera! Yo ya me estaba imaginando que el tipo se curaba y pasaba a ser el único habitante del planeta (o de esa calle por lo menos) como tantas veces hemos visto en el cine.
ResponderEliminarHabrá que ir de fiesta por tu calle a tomarse un par de tragos jajaja!
un beso
Como son los sueños, algunas veces te libran de una buena. Como siempre te superas a ti misma María José.
ResponderEliminarBesos liberadores
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDe repente me anoto para la próxima...es que tu calle es muy especial y si de festejar se tratase, allí mismo estoy "plantá"
ResponderEliminarBesotes
Lo malo de estos sueños es que son mas reales cuanto mas ron de garrafa se beba y no siempre se tiene la suerte de despertar.
ResponderEliminarUn aplauso a tu calle "sitiada" y un beso para ti.
Una segunda oportunidad como dice J. Carlos. Es bueno tener la rara oportunidad de vislumbrar lo que podría haber pasado para tomar conciencia de la realidad tal cual es. Buen relato, con final feliz para suerte del protagonista, aunque lo lamento por tu calle, con tan lindos edificios!
ResponderEliminarTe mando un gran abrazo
Excelente manera de relatar un sueño cuando es tan vívido. Es raro por qué cuando tenemos pesadillas a veces ni siquiera con lo mal que lo estamos pasando podemos despertar.
ResponderEliminarMe hiciste acordar a la casa que teníamos en la playa, también era una zona tranquila, pero luego quedó de paso de los locales bailables y a esa hora se ponía insufrible.
Al margen, muy europea tu calle, aquí casi no se estila que toda la cuadra tenga el mismo estilo de construcción.
Besos
Es impactante
ResponderEliminaruna historia excelente. un abrazo!
ResponderEliminarCalle ruidosa en la noche,hoy que te leo voy como sonámbula, siendo buena olvide decorar mi calle con una enorme discoteca dibujada al final de ella, los jueves,viernes, sábados...la subida de los fiesteros es HORRRRRRIIIBLLLEEE!! !Como te entiendo! jajajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.