Alejandra mira el reloj; aún queda media hora para el almuerzo. Vuelve al tema que estudiaba desde que se levantó a las cinco de la mañana; demasiados folios y el día del examen se acerca. Debe hacerlo perfecto. Su meta siempre es obtener la mejor nota.
Al poco, sin esperarlo, siente un pellizco en el estómago, su corazón se dispuso en la meta para correr un derby que, sin duda, ganará de la velocidad que ha tomado, y la inquietud en las piernas le hace levantarse de la silla. Frota sus entumecidos y flacos glúteos. Camina por la habitación. Se planta delante del espejo del armario. La imagen gorda y deformada que le devuelve la luna, le causa mucho dolor. Se gira con brusquedad, no quiere ver ese monstruo. Odia su cuerpo. Palpa su vientre y le parece algo más hinchado de lo habitual. Recala en los huesos sobresalientes de sus caderas y se tranquiliza al sentir las elevadas y secas prominencias; en ello estaba cuando su madre abre la puerta y le dice que la esperan para comer.
Se sienta y mira con asco el enorme plato de comida que tiene delante. Con el tenedor en la mano aparta con disimulo una parte de las patatas fritas que acompañan al filete; se sirve en abundancia de la ensalada de lechuga y tomate que hay en el centro de la mesa. De reojo observa al resto de su familia. Su padre saborea el bistec con deleite, su hermano pequeño engulle sin dejar de masticar un solo instante; su madre la observaba a ella, a hurtadillas, le han aconsejado que la dejen tranquila en las comidas.
Alejandra con un nudo en la garganta comienza a recortar el borde grasiento del filete hasta dejarlo en una miniatura que intenta ocultar bajo la lechuga mientras se entretiene con una patata a la que le da cien mordiscos. No puede comer, si lo hace, su barriga se hinchará aún más, piensa en silencio. A pesar de todo come bastantes patatas, la ensalada y algún que otro trozo de filete. Se nota a punto de reventar. Capta cierto enrarecimiento en el ambiente; nadie habla, todo es silencio. Antes de que su madre pronuncie la famosa frase de “no pones nada de tu parte para curarte”, se levanta y se encierra en el baño. Respira hondo, una vez, dos, tres…; pone las manos en el estómago pesado y lo nota abultadísimo. Por lo menos he engordado un medio kilo, se dice. Se coloca de rodillas al lado del wáter y mete dos dedos en su boca hasta tocarse la campanilla y vomita lo que ha comido. Se lava los dientes, las manos y se echa agua en la cara para refrescarse. Ahora sí se encuentra relajada, en perfectas condiciones. Va hacia su cuarto, cierra la puerta y regresa al estudio. Suspira. Una intempestiva lágrima cae en la página del libro. La limpia con el dorso de la mano y se concentra. Debe ser la mejor.
La madre de Alejandra la oye vomitar tras de la puerta. Abatida va a la cocina y tira a la basura la comida que su hija ha dejado. Las lágrimas corren por sus mejillas. Ahoga un grito y vuelve a preguntarse: ¿qué he hecho mal?
Ufff, bulimia. Te contaré algo. He sido anoréxica y bulímica asi que te puedo contar tantas cosas que no acabaría de escribir nunca.
ResponderEliminarPuedo decir muy alto que superé la enfermedad, pero no se, algo siempre queda. Creo que es una enfermedad que no termina de curarse nunca. De hecho, aunque hoy en día ni vomito ni dejo de comer,cuando me encuentro mal anímicamente, me veo gorda. Y se que está todo en mi cabeza, que no lo estoy, pero....
Un beso enorme amiga
Bulimia, Anorexia,vigorexia... cada vez hay mas trastornos ¿que le pasa a esta sociedad?. Le damos demasiada imprtancia a la imagen física, cuando deberiamos estar contentos con aceptarnos tal cual somos y conformarnos con la dosis normal de "coquetería". ¿Como ayudar?
ResponderEliminarTenemos que estar siempre atentos a esos primeros síntomas a los pequeños detalles casi imperceptibles.
Bien por traernos a la actualidad el tema MJ.
Un beso
Un terrible enfermedad que les cuesta vencer, que hay que ayudarlos pronto para liberar su mente y que por fin vean la real chico o chico que hay en el espejo...
ResponderEliminarEs una lacra mas extendida la culpa las modas, los prototipos de cuerpos delgados que se ven en las pasarelas, muy duro para los que lo viven y sus familias.
Un relato real de pesadilla para muchas familias que lo soportan por algun familiar.
Primavera
Mala cosa amiga mía, la madre se hace la pregunta típica, pero la culpa es de otro asunto, los médios con "ideales" en hueso, las páginas web que invitan a entrar en esa caida en picado, el círculo de las "digamos" amigas conchavadas en ello...Tú lo sabes María José, un problema que implica a muchas chicas y chicos,
ResponderEliminarbulímia o anorexia, lacras que cuestan dolor y fatigas de curar, que amenazan con la muerte de no llegar a tiempo, tú lo sabes.
Tocaste la comida sin tocarla de veras, tocando un tema muy serio con tu sobrada sensibilidad, besito conductora de primera juevera.
Pues me he vuelto a deprimir. Esta epidemia moderna no tiene cura y causa estragos entre los jóvenes. Horrible hermosura
ResponderEliminarHasta mi vecinita de seis años no quiere "petisuises" porque tienen mucha grasa y no quiere engordar. La educación en casa es imprescindible, pero en la escuela más. La gorda, el cuatro ojos gafoso, el "termineitor" o "robocop" con la ortodoncia, los niños son crueles pero aprender matemáticas no lo es todo. Mi sobrina tiene una asignatura que habla de la tolerancia, la aceptación, la no violencia... etc. Pero sólo habla el libro de emigrantes y de mujeres, para nada de la violencia psicológica y la presión que se ejerce en las aulas o en el patio. Y sé de qué hablo.
ResponderEliminarMuy buen escrito y muy duro para las familias y los niños (que ya los hay con el mismo problema, y muchos) y niñas.
Ayudemos todo lo que podamos.
Un abrazo.
Como dice Verónica ha aumentado muuucho el numero de chicos que padecen esta horrible enfermedad que antes en su mayoría padecían las chicas, es muy duro y muy triste, la mente...es complicada ¿verdad? ¿claro que qué te voy a decir a ti?...que me has quitado el hambre ¡¡coño!!, me voy a otro blog a ver si vuelve. Muy bien descrita MaJosé, claro que para ti será como el pan nuestro...Un beso grandote, preciosa.
ResponderEliminarCaramba. Vaya tema. Me has traido a mente recuerdos, los más cercanos fueron unos sñintomas que quedaron en grado de tentativa. Y ahora hay que ser justo y decir ¿dónde acertamos?
ResponderEliminarLamentables complejos, inducidos desde actitudes irresponsables que dañan a tanta buena gente.
Un besazo, amiga.
Cuanta impotencia Ma. Jose!
ResponderEliminarBrutal y descarnado este relato, que aunque tan bien descripto y suelto, nada tiene de ficción.
Que haríamos el resto de los jueveros sin tu pie en la balanza que equilibra sin matar, y aporta realidad escrita con tu fibra sensible?
Te mando un fuerte abrazo
Realmente un tema cada dia más actual, toca de cerca de algun modo a unos y otros.La moda de la extrema delgadez hace mucho daño, la educación tal vez ayude ¿no?, lo curioso es que ya no son solo los adolescentes, tambien se da en adultos. Complicados tratamientos, dificil convivencia.
ResponderEliminarMª José otra forma de comer o dejar de hacerlo.
Un abrazo.
En el altar del culto a la imagen hemos sacrificado demasiadas cosas, incluso como en este caso, emprendiendo una espiral que puede conducir al extremo deterioro físico, incluso a la muerte.
ResponderEliminarEs triste esta situación que cada día afecta a más personas y cada día más jóvenes.
Un abrazo.
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ResponderEliminarVaya enfermedad más mala, parece mentira que exista; pero es así y no podemos escondernos ante la evidencia, el culto al cuerpo trae estas consecuencias perversas.
ResponderEliminarUn abrazo
Lamentablemente el tema de la bulimia y la anorexia siguen estando muy presente entre los problemas de las adolescentes actuales. Demasiadas presiones y sobre exigencias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Duro, dramático y real. Los trastornos de la alimentación pesan en estas nuevas generaciones de una manera implacable.
ResponderEliminarQué nos pasa a todos que no encontramos el camino del buen vivir?
un fuerte abrazo, dolorido por tantas cosas que pasan en este mundo y uno no sabe como curar...
Impresionante relato para retratar esa otra de las lacras que hacen mella en la juventud. Es tremenda la anorexia. El padecimiento de quien lo sufre y de quienes están cerca.
ResponderEliminarUn abrazo grande con mi admiración por esta aportación tuya.
la frase corta. el texto corto. la idea corta. pero el contenido es tan inmensamente grande que uno se asusta de que alguien, ya sea hombre o mujer, pueda llegar a esos extremos...y se asusta también por que la lectura es de vértigo. y es de vértigo debido a esas frases cortas que no te dejan respirar pues uno quiero o se ve obligado a leer la siguiente frase...angustia conseguida, maría josé, tanto por es forma de haber escrito este relato , como por el contenido.
ResponderEliminarbesos medianos.