El bicho
La noche era un infierno. El sol llevaba horas escondido y ni por ello descendían las temperaturas. La ventana abierta de par en par y ni un hálito que refrescara el ambiente y secara el sudor que bañaba su camiseta de tirantes con la que acostumbraba a acostarse. No debía de haberle prestado atención cuando repetía sin parar: Lo mejor que podemos hacer es pasar el verano en el campo. He encontrado una casa estupenda, de una sola planta, con un huerto monísimo y con montones de árboles alrededor. Verás como allí refresca por la noche. Por lo menos cinco o seis grados menos que en la ciudad.
¡Y una mierda!, pensó mientras se secaba la frente con el dorso de la mano. Además, tenía que sufrir los cansinos ladridos del perro guardián que no se acostumbraba a que después de tanto tiempo vacía, la casa estuviera de nuevo habitada. Insoportable.
No sabía qué hora era, pero sí que llevaba tiempo acostado sin poder conciliar el sueño. De manera obsesiva, aquellas frases reiterativas de su esposa ocupaban su pensamiento y se arrepentía sobremanera de ser tan condescendiente. Si hubiera sido más enérgico ahora estaría en su cama, con el aire acondicionado a toda potencia, fresco y durmiendo como manda Dios. Y todo porque nuestros amigos habían alquilado una casita rural y nosotros no podíamos ser menos, se decía.
El zumbido de un mosquito vino a interrumpir su perturbadora reflexión.
—¡Joder lo que me faltaba! ¡Que este bicho me breará a picotazos! ¡Qué delicia el campo con su calor, sus bichos…! — farfulló, mientras cogía la sábana, que descansaba arrugada a los pies de la cama, y se tapaba hasta la nariz.
Prefería el calor a la picadura. Dándole la espalda, su mujer roncaba sin tregua, con el cogote mojado pero sin que ello turbara, lo más mínimo, su plácido sueño.
De pronto, en el reflejo plateado, que la estela de la luna llena dejaba en la habitación, pudo observar con los ojos entornados, como el bicho se posaba sobre la rolliza espalda de su mujer. Atento, para no perderse nada, esperó a que el mosquito posara su trompa chupadora y libara el suculento néctar sanguíneo. Una sonrisa se dibujó en su rostro al pensar en el habón que tendría al día siguiente.
—No quieres campo, pues toma campo— musitó tapándose la boca para que no se escuchara su carcajada.
Aguardó la partida del mosquito con el estómago repleto, pero parecía incapaz de despegar. Se acercó para ver mejor y con asombro pudo comprobar que el mosquito yacía exánime sobre la piel de su esposa. No podía creerlo.
—El pobre bicho se ha envenenado. ¡Qué mala sangre!, ¡menudo bicho está hecha!
—¡Andrés, despierta! ¡Despierta! Tienes una pesadilla.
—¿Qué pasa? ¡Dios mío, qué calor hace! Estoy sudando.
—No exageres. Aquí en el campo se está genial. Me has despertado con tus gritos acerca de alguien que ha muerto envenenado.
—No recuerdo nada —dijo preso de la confusión.
—Mejor así. Venga, duérmete otra vez que no son nada más que las dos de la mañana.
La mujer se giró decidida y reventó el cuerpo sin vida del pobre mosquito. Sobre la sában blanca quedó la marca roja, del impune delito.
Más de bichos en casa de Gustavo
Increible mi última entrada también habla de los mosquitos, cada día coincidimos en más cosas, un saludo.
ResponderEliminar"—El pobre bicho se ha envenenado. ¡Qué mala sangre!, ¡menudo bicho está hecha!"
ResponderEliminarAl llegar aquí he soltado una carcajada que hasta mi hijo y mi marido se han vuelto a mirar que me pasaba, la peli de la tele va de guerra y no es precisamente divertida, jajaja, pero es que no he podido aguantar la risa, jajajaj, genial, pero genial de verdad, te estás haciendo una experta en relatos de humor, y eso si que me parece difícil, es fácil conmover o hacer llorar, pero reir, eso es muy, pero que muy difícil, jajajaj, me voy que no se me pasa la risa, besossssssssssss.
El estaría soñando; pero el mosquito se hartó de sangre jajaja
ResponderEliminarEsa pesadilla la tenía yo cada verano cuando iba a Murcia. Ahora con las mosquiteras no entran; aunque de todas formas y para curarme en salud doy una batida antes de acostarme. Parece mentira como algo tan pequeño, pueda ser tan molesto.
Buen jueves, María José.
Divertido relato, medio ficción medio verdad (o quizás verdad del todo)
ResponderEliminarEn cualquier caso el campo ya se sabe: "Bichos" pa tos los gustos.
Besitos (de mosquito bueno)
Como me vi de reflejada en la descripción de la noche calurosa! Que tortura por favor! Y ni te digo si hay mosquitos ... imposible dormir!
ResponderEliminarAhora ... en este caso me parece que es mas peligrosa la señora que el mosquito je!
Un beso
María José, este hombre cayó de cuatro patas en la tela de araña que le tendió su mujer !al campo, ale! que van los vecinos y nosotros...et, et.
ResponderEliminarMerecido lo tiene por resistirse.
Para colmo, en medio del calor de la noche, una víctima inocente, la justiciera mosquita (ya sabes que pican las hembras) !cuanta injusticia, dioseees!
Acto seguido, en el funeral cantaron los grillos ¿qué me dices de su excelso, tozudo, clamor nocturno y campestre?
Delicioso, divertido, relato, con gotas de irónico descubrimiento. Resultas que uno se casó con la tarántula venenosa sin saberlo. Cosas tiene la vida. Bsitooos.
Aquí también me encuentro variedad de bichos, de diferentes tamañas. Muy divertido.
ResponderEliminarUn beso.
Un mosquito vino a delatar la consistencia sanguinea de la que estaba hecha su mujer?soño,encerio?
ResponderEliminarNo sera que ya está contagiado y alucina?
cariñitos
jajajaj. una genialidad tuya, conocedera del alma humana. Tremendos bichos somos!!!!
ResponderEliminarbesotes
Siempre somos las malas encima que tenemos mala sangre tanto que enveneanamos, ahisss pero si somos todo dulzura, vamos somos lo mejor de lo mejor.
ResponderEliminarUn relato fantastico, Felicidades me lo pase muy divertido.
Primavera
Fíjate, un insecto tan diminuto delata a la esposa mutante!!!
ResponderEliminarjajajjaja.
¡Toma campo!
Besos.
Lo que hace el subconsciente. Seguro que deseaba en el fondo que ese sueño se convirtiera en realidad. Que malo, malismo...
ResponderEliminarHe pasado en rato agradable leyéndote.
Un abrazo.
Maat
Divertido relato sobre las "delicias" del mundo rural.
ResponderEliminarTened cuidado que cada vez abundan más los mosquitos tigres, venidos de no sé donde, que no pican, tiran bocaos.
jajajajaja estupendo relato!...me ha hecho mucha gracia la malicia contenida del soñador que no se anima a decirle a su mujer su descontento por esa escapada al campo y busca, a modo de venganza que la torture un mosquito! jajaajajaj
ResponderEliminarUn abrazo!
Divertidísima historia. La portadora de veneno era su mujer. Menos mal que está escrito por una mujer, si no, no le hubiera arrendado las ganancias al escritor.
ResponderEliminarUn abrazo.
jajaja....está genial! Cuanto nos falta a veces un poco de relax, y pensamos enseguida: "me voy de la ciudad", como si únicamente eso fuera a darnos relax, alejarnos de la ciudad que es un infierno...y después tarde nos damos cuenta de que no sabemos armar una carpa, encender un fuego, nos molestan los mosquitos (pensamos que no existen los bichos al aire libre, que solo viven en nuestra casa o jardín)...
ResponderEliminarcuantas cosas! me encantó la entrada...un saludo
Pues yo me quedo con los mosquitos del campo, que me pican de otra forma; más natural. O será que allí me sale el lado más salvaje y soy capaz, yo como ellos, de darme la vuelta y aplastarlos con mi veneno.
ResponderEliminarHa sido divertido leerte. Por un momento me he preguntado :¿lo sueña, no lo sueña? Releo. Vale, ya está claro, ya. Excelente coincidencia entre sueño y realidad... Y me gusta mucho, la sensación de agobio, calor, claustrofobia que se palpa en tu texto. ¡Felicidades!
Mar
Hola Maria José
ResponderEliminarMuy divertido el relato.
Así que el bicho realmente venenoso era la mujer ¿no?, pobrecito marido que no puede acabar con ella de un zapatillazo como si fuese tan sólo un mosquito, pero siempre le quedarán los repelentes...
Un beso de Mar
Pobre mosquito, atreverse a tanto... y es que antes de herir hay que estudiar los inconvenientes.
ResponderEliminarUn beso
Muy divertido. Refleja esas veces en que en una pareja, una iniciativa de uno es una bonita experiencia para uno y na pesadilla para el otro.
ResponderEliminarYa que digo pesadilla, no lo era en éste caso, verdad?. Pero es que en esos casos al uno hasta los sueños le salen mal y al do le va a favor.Felicidades y un beso.
st0y haband0 c0n susus entre lectura y lectura
ResponderEliminarla he dich0, de las m0renas es una mala pers0na, es malutaaaaa...
akjjajajajajajajajja
mira, n0 dig0 mas nadaaaa
jajaajaj
amennnnnn
medi0 bes000
Muy bueno el relato, me he reído mucho.
ResponderEliminarPero tan mala sangre tenía la mujer??. Jajaaj, vaya tela.
Un beso
Yo vivo en el campo y verdaderamente los mosquitos atacan a traición en las noches, y lo mío no es un sueño, pero no lo cambio por nada.
ResponderEliminarUn abrazo
JAAAJAAAA!!! ¡me ha gustado mucho!
ResponderEliminarMiguel