Reedito esta anécdota de Berta a propósito de la Navidad. Creo que su sentir es el de muchos.
La culpa de que la Nochebuena la pasáramos en el servicio de urgencias fue del cochinillo.
Este año, mi hermana Lola, en cuya casa nos reuníamos, se empeñó en asar un lechón al más puro estilo segoviano, siguiendo una receta de su amiga Merce, que la heredó de su abuela y que sólo daba a sus más íntimas.
Nos encontrábamos sentados alrededor de la mesa ovalada de palisandro y nogal, cuando apareció con la bandeja en las manos, algo bamboleante por el peso, pero con una gran sonrisa de satisfacción. Con suavidad la depositó en un extremo. A mi lado, como de costumbre, se sentaba Raquelita, mi sobra nieta.
—¡Vaya! Me dejé atrás el cuchillo de trinchar —dijo Lola antes de dar una revolandeta y perderse de vista por el pasillo.
Todos contemplábamos al cerdito despanzurrado cuyo color rosado se había vuelto dorado por efecto del calor del horno. Sus opacos ojos nos miraban sin vernos; su morro brillaba bañado por la grasa que sudaba y el fino rabito caracoleaba en el borde de la fuente.
—¡Ya estoy aquí! —exclamó mi hermana con el cuchillo en la mano dispuesta a hincarlo en el tostón.
Entre las voces de mis parientes que reían y charlaban, y los niños tocando la pandereta, comencé a escuchar un ruido, que se iba intensificaba por momentos. Raquelita sorbía la mucosidad que su incipiente llanto, segregaba en su nariz. Volví mi cara hacia ella, para tranquilizarla, en el instante justo que de su garganta escapaba un: ¡Noooooooooooooooooo! a cientos de decibelios.
Ese alarido coincidió con el de mi hermana, aún más alto, en el que nombraba a Dios y su corte celestial junto a una retahíla de figuras terrenales paternas y palabras escatológicas. Giré bruscamente la cabeza y comprobé con estupor cómo la sangre regaba al animalito, mientras Lola apretaba una mano contra la otra intentando detener la hemorragia. El despavorido ¡No! de Raquelita, contribuyó a que mi hermana se trinchara el dedo gordo en lugar de la patita del animalito.
Las urgencias, saturadas como es habitual, nos retuvieron en el hospital hasta que sobre las tres de la madrugada un amable y joven médico residente, con primor, cosió la herida, no sin antes cerciorarse de que el ligamento del pulgar estaba intacto.
A nuestra vuelta, la niña lloraba aún desconsolada en brazos de su madre, porque su tía había cocinado a uno de los tres cerditos.
¡Vivan los cuentos!
POr poco no le cuesta el dedo, ¡vaya anécdota! POr aquí encargaron a un hombre a matar a un pavo y no sé por qué razón deben emborracharlo primero, así que el hombre le daba de tomar al pavo y se "empujaba" su buena copa, "dizque" para tener más fuerza, total habían pasado dos horas y el hombnre no salía con el pavo; cuando lo fueron a ver para reclamarle, él totalmente beodo contestó: "¡¡¡A MI AMIGO NADIE LO TOCA!!! hip!" Un gran abrazo y ¡¡Felices Fiestas!!
ResponderEliminarAhiss es que en estas fechas tan señaladas las urgencias se ve cada cosa de accidentes...
ResponderEliminar◦¿Qué es la Navidad?
Es la ternura del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro. Es el deseo más sincero de que cada taza se rebose con bendiciones ricas y eternas, y de que cada camino nos lleve a la paz.
¡¡¡FELIZ NAVIDAD!!!
Primavera
Creo que te conocí con esa entrada! Te deseo lo mejor, otra vez, y las veces que entraré en tu casita hasta que se acabe el año!
ResponderEliminarFelices días, éstos y todos los que vendrán!
Babe el cerdito valiente tambien ha contribuido a ese pavor al cochinillo, jajajajajjajaa.
ResponderEliminarYa sabes, las urgencias estan estos dias llenas de casos de lo mas curiosos sin que falten los clasicos cortes de cuchillo jamonero, eso si, nadie viene con el jamon culpable, jajajajajajjaa
Un beso MJ
Aiiissss, por eso lo mejor es una tortilla de patatas, ademas que hace juego con las panderetas jajajaja.
ResponderEliminarBesos con musica para esta Navidad.
Felices Fiestas, María José.
ResponderEliminarQue lo pases muy bien (con agua y todo, je, je).
Tus relatos me están enganchando. Geniales.
Besos
Merce.
Creo recordar que ya leí este post aunque me ha gustado recordarlo.
ResponderEliminarSiempre me resultó muy simpática Berta.
Un abrazo Mª José.
Pues vaya nochecita. Hombre se puede decir que fue diferente, porque como dice el refrán: Bien está lo que bien acaba.
ResponderEliminarUn beso y Feliz Navidad
Genial la anécdota, María José.
ResponderEliminarA una escala menor, mi hija mayor, la primera vez que vió un pollo en el horno dijo, con un quiebro de preocupación en su mueca: "¿Bau bau?"
Muy felices fiestas, amiga, y que nadie resulte herido en las cenas por venir.
Hola Maria José
ResponderEliminarLeí en su día esta entrada, pero no por eso me ha gustado menos esta vez, las anécdotas de Berta siempre son encantadoras
Feliz Mavidad
Un beso
María José oportuno relato de terror y pavor. ¿Sabes que el otro día en la TV gabacha explicaban como cocinar al cerdito paso a paso? ainsssss, me entró el moquillo, me entró lástima por el INFANTICIDIO CERDÍL.
ResponderEliminarEN Navidad y ejecutando cerditos lechones o corderitos lechales, nos merecemos ese susto. Te aplaudo, ¿qué hacen las tiernas ovejitas en el pesebre? Ayyyyy, no sé, no sé.
Genial aportación repescada y muy brillante, felicitaciones cominedo verduritas. Besitos con gusto a mazapán.
jejejeje una anécdota muy propia de lo que suelen ser estos encuentros familiares! ajaja...(si hubiese sido en mi casa, al ver a sí al cerdito, mi hija vegetariana queda impresionada para toda la vida!!!
ResponderEliminarUn abrazo y muy felices fiestas!
JAAAJAAJAAAJAAAAAA!!!!!!!
ResponderEliminarJAAJAAA!!! me voy al servicio... me meo de la risa!!
Pobrecita la niña, seguró que no volvió a probar cerdo en muuuuuucho tiempo.
¡Un beso muy grande y feliz navidad!
Miguel
Tú un cochinillo... yo pensé en una ovejita... a mí me da penita, y no soy vegetariana, ¿eh? Pero me gustaría serlo, sí.
ResponderEliminarMe gusta tu manera de narrar.
Felices Fiestas y Feliz 2011
Y con lo rico que son los lechoncitos!!
ResponderEliminarPero habría que llevarlo a la mesa trozado para que no de lástima verlo así enterito.
Hermoso relato Ma José!
Feliz navidad!!
¿TE ACUERDAS DE ESA CANCIÓN QUE DECÍA MÁS O MENOS ASÍ: ÉRASE UNA VEZ UN LOBITO BUENO, AL QUE MALTRATABAN TODOS LOS CORDEROS..?
ResponderEliminarPUES BIEN, SI EL CUENTO HUBIERA SIDO EL LOBO FEROZ...JAJA, NUNCA, NUNCA ESA NOCHE BUENA SE HABRÍA PASADO EN EL HOSPITAL.
ADEMÁS, QUIEN NO SE CONFORMA ES POR QUE NO QUIERE...¿Y CUANDO LLEGUE LA HORA DEL RECUERDO? ¡¡¡¿OS ACORDÁIS DE AQUELLA NOCHEBUENA?...BAHH, NI ME LA RECUERDES..¡RISASS!
TODO TIENE SU LADO BUENO.
FELIZ NAVIDAD, MARÍA JOSE.
Las cosas tienen que sudecer tal cual, sino... ¿como íbamos a contar luego esas anecdotas?
ResponderEliminarBesos y Felices de todo!!
alfredo
Simpatica anécdota, pero los niños tienden a llevar los cuentos a la realidad, es su mundo y eso tiene sus consecuencias...
ResponderEliminarUn beso, Felices fiestas...
Matices
Pobre cría y pobre hermana!. Navidades accidentadas por lo que cuentas. En el momento tuvo que ser angustioso, pero es de esos sucesos que se recuerdan toda la vida, y pasado el susto, se recuerdan con una sonrisa.
ResponderEliminarFeliz Navidad, Mª José.Un abrazo.
Me he alegrado de reencontrar a Berta, sabes que sus aventuras y peripecias me gustaban mucho. Pena que la tienes un poquito olvidada. Que pases una FELIZ NAVIDAD y el próximo año te traiga muchísimas cosas buenas por que te las mereces.
ResponderEliminarFELIX 2011 para ti y toda tu familia.