La
luna grande y redonda colgaba inmóvil de la inmensa y obscura bóveda celestial.
Se reflejaba en el agua del río dejando
una estela plateada que iluminaba a los
enormes pájaros en sus vuelos nocturnos.
Los grandes animales se movían sin dificultad a pesar de sus toneladas
de peso, haciendo retumbar el suelo que pisaban; se orientaban gracias a la
luminosidad que prestaba el astro plateado.
Todo era paz.
Una
pareja de diplodocus satisfacían su hambre comiendo los verdes y tiernos tallos
que florecían en las copas de los gigantescos árboles. Comían y comían y, se
frotaban los morros en señal de satisfacción. La hembra estaba preñada y en la
primavera tendrían ese retoño tan ansiado.
Todo
era paz y felicidad.
En
unas cavernas, talladas en la base de la montaña rocosa, los hombres reunidos alrededor
de las hogueras bebían un néctar que destilaban de unos frutos en racimo, que
los hacía reír y parlotear y que terminaba con la toma de las mujeres de la
tribu.
Todo
era paz, felicidad y sexo.
En
el valle, todo funcionaba según las leyes de la naturaleza, en perfecto
equilibrio. Cada animal sabía cual era su sitio en la escala ecológica.
Todo
era paz, felicidad, sexo y homeostasis.
Un
día una enorme piedra oscureció la luna a su paso camino de la tierra. EL impacto
fue terrible. Produjo fuertes terremotos y cambios tan grandes en el equilibrio
que desaparecieron la mayoría de las especies. La tierra estaba desolada, los
dinosaurios desaparecieron, la mayoría de los humanos perdieron la vida.
Durante un tiempo todo fue desolación.
Sin
embargo, la luna continuaba en su sitio, reluciendo en el obscuro cielo, señal
de que todo regresaría al equilibrio, unas veces entera, otras en cuarto
menguante o creciente o llena.
En el valle todo era luz y esperanza.
Lo demás depende
de nosotros.
es tan cierto y claro como la luna tu relato, María José, ¡el equilibrio depende de nosotros!!!!! Muchos saludos y deseo de éxito en esta nueva aventura!!!!
ResponderEliminarInteresante tu versión, dinosaurios y humanos viviendo en el mismo lugar, en la misma época. Y podría entenderse que los dinosaurios siguen vivos en ese valle.
ResponderEliminarOjalá en la vida todo fuera paz y sexo. la felicidad viene sola :D jajajajaj
ResponderEliminarVeo que nuestros relatos una vez más se han entrelazado jeje. Principio y final de nuestro destino como especie: la luna siempre está allí, como promesa!
ResponderEliminarUn abrazo juevero!
=)
Bonito relato. Al final por mucha catástrofe, todo llega a su equilibrio, porque la naturaleza es sabia,y siempre con la mirada atenta de la luna.
ResponderEliminarUn abrazo
La luna, testigo mudo del universo, ayuda a nuestro planeta a sujetar lo importante de la naturaleza.
ResponderEliminarCuriosa convivencia que soluciona casi todas las estupideces que los humanos hacemos contra nuestra tierra.
Besos y gracias por tan bonita luna, me la llevo al blog.jajja.
En aquella ocasión la catástrofe no fue por nuestra culpa pero ahora estamos provocando un desastre del que tenemos toda la culpa. Ojalá sepamos parar a tiempo. La luna seguirá ejerciendo su fuerza para que las mareas mantengan sus movimientos y reine la armonía, al menos en lo que a ella concierne.
ResponderEliminarBesos anfitriona.
Leonor
Entiendo una advertencia, mantener el cuidado de este mundo en que se propicia la homeostasis (gracias a tu relato conozco el significado de esa palabra).
ResponderEliminarBesos.
Y todo es asi, un equilibrio perfecto, aunque a veces no lo parezca.
ResponderEliminarUn beso.
La luna ya me la llevo.
luna nueva, creciente, menguante, entera. y lo demás depende de nosotros. he disfrutado de leerte. preciosa esa paz, la anterior.
ResponderEliminarun abrazo
Me gusta ese paraiso que pintas tan placenteramente, creo que sería así, pero..¿en qué lo hemos convertido?, la clave la das tú misma: todo depende de nosotros.
ResponderEliminarvaya me gusto mucho el relato da que pensar me ha encantado
ResponderEliminarPerfecto equilibrio... felicidad,amor, sexo y dejarse llevar, sin más complicaciones.
ResponderEliminarY esos dinosaurios conviviendo con los humanos, como dice el Demiurgo... deberíamos seguir todos viviendo en ese valle.
Un beso!!
Retomar el equilibrio.... Doctora, Ud. sabe de eso y como bien lo decís, depende pura y exclusivamente de nosotros.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Me quedo con la permanencia de la luna en todo momento, aunque las condiciones de la tierra vayan cambiando,ella siempre estará en el firmamento (esperemos...)
ResponderEliminarOjalá todo vuelva a estar equilibrado y la verdad sería bueno que ciertas "razas" desaparecieran de la tierra, pero confío en que algún día se podrán adaptar a la honestidad. Mientras tanto sigamos mirando la luna que siempre nos inspira.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Difícil papeleta, confío más en la Luna. Es noble, y de momento siempre está. Lo demás es pura transición.
ResponderEliminarMuy cinematográfico tu relato, me hubiera gustado conocer ese Edén, aunque a veces lo tenemos al lado y no nos damos cuenta.
Besos... y gracias por la conducción
De verdad quue todo era paz y sexo?? Maria José eso era el paraíso, este que depende de nosotros, lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn beso