Marta mira tras los visillos, para ella los minutos son
horas y los días largas noches oscuras, solitarias y vacías. De vez en cuando
un hilillo de baba resbala de su torcida boca. El reloj marca las seis de la tarde, su corazón se conmueve
en un salto y una brizna de felicidad la inunda. Desde lo lejos la oye llegar:
-Hola yaya, ¿Cómo estas? Hoy en el colegio nos han
mandado tarea y me tienes que ayudar. Tenemos que hacer una redacción sobre el
dolor y yo no sé que es eso.
-Tú sabes lo que es el dolor, cariño. ¿Recuerdas cuando
te tuvieron que sacar el diente leche porque no se te caía y el otro ya estaba
saliendo?
-Claro, mama me tiraba mucho y me dolía. Luego se lo
pusimos al ratoncito Pérez. ¡Ah! Ya sé. El dolor es una cosa que tiene que ver
con los dientes.
-Pero también has tenido dolores de barriga, de
garganta...y te cuidábamos porque estabas malita.
-O sea, que yo me entere, el dolor es algo que duele por
todo el cuerpo.
La abuela ríe y su deformidad se hace más manifiesta pero
le da igual, su nieta no le hace ascos a su transformada cara desde que un mal médico no trató a tiempo su parálisis facial.
-También existe otro dolor, princesa, y ese es terrible.
-¿Cual? Yo creo que lo peor que me podría pasar es que me
doliera la lengua porque con lo que me gusta hablar. Hoy me ha castigado la
seño porque dice que charlo demasiado –dice poniéndose un poco seria.
-El dolor más intenso es el dolor emocional.
-¿Y ese dónde se siente?
-En lo más hondo de ti, es como si te pincharan con miles
de alfileres en el corazón a la vez que una gallina picotea tu estómago.
-¡Oh! ¡Oh! Ese no me gusta, yaya.
-Es el dolor de la incomprensión, de la soledad, de darte
cuenta que las personas que siempre has querido más que a tu propia vida, por
las que te has desvelado día y noche no son como tú pensabas. Que la semilla
del amor que sembraste en ellos, se secó, no ha florecido. Son egoístas, dedicados a
ellos mismos. Sólo se acuerdan de que existes cuando te necesitan sin darse
cuenta de que a ellos un día les harán lo mismo.
-No entiendo yaya esas palabras que dices.
-Veamos, ¿tu quieres mucho a tu perrita Lala?
-Claro, es mi ¡amiga del alma!
-Pues imagina que Lala no te hace caso cuando llegas del
colegio, no quiere jugar contigo después de que tu te preocupas de darle de
comer, de poner agua en su cuenco, de sacarla a pasear, de llevarla al
veterinario cuando está malita...
La niña deja escapar unas lágrimas que al poco se
transforma en un compungido llanto. La abuela la abraza, unos segundos después
le seca las lágrimas y le pregunta si quiere merendar.
-Sí, yaya. Leche con cola-cao y galletas.
-Vamos para la cocina, pequeña, ayúdame a levantarme.
-Sabes una cosa, yaya: eso del dolor emocional, duele
mucho. Y además Lala nunca me va a hacer eso y yo siempre, siempre seré tu ¡amiga del
alma!
La abuela ríe de la ocurrencia y disfruta del momento, se siente querida por su nieta. ¿Por cuánto tiempo?
Más en casa de Lucía
Muy buena explicación, especialmente esa definición. Qué lamentable que tanta gente llegue a se mayo con tanto dolor emocional ... Algo tiene que cambiar.
ResponderEliminarBesos.
Cúantas veces estamos rodeados por todos lados... Es hora de irse a Tarifa a que su viento sacuda como unas sábanas lo que uno ya no puede.
ResponderEliminarBesos
El final este de ¿por cuánto tiempo? me mata. Sencillamente. Pobre ancianita jajajaj ... se lo merece después de decirle eso de la perrilla a la niña. Ea.
ResponderEliminarEl problema de la vejez es que la persona se fragiliza en lugar de fortalecerse, como debería ser. En fin, afortunadamente la creación de este mundo no ha sido cosa nuestra ¿o si? Bs.
ResponderEliminarUna lección magistral dada por la abuela a la nieta, es de esperar que siempre la recuerde.
ResponderEliminarMuy duro el relato, pero por desgracia muy real. No entiendo a esa gente que no es capar de ponerse en el lugar de otro (en esta y otras situaciones) ni por un segundo. Ya les llegará su turno y entonces, descubrirán muchas cosas.
ResponderEliminarBss.
La realidad de una forma de vida cada vez más frecuente, en la que cada uno mira para si, sin importarle en absoluto nada de lo que le ocurre al vecino.
ResponderEliminarCada vez es mayor la costumbre de olvidar, porque de esa manera la vida va apartando molestas obligaciones.
Uno debe dejar una huella de bondad, para que los nietos no acaben por olvidar.
Saludos.
La abuela le ha explicado a la perfección a su nieta qué es eso del dolor emocional y parece que lo ha entendido. Ahora bien, ese final me da que pensar. ¿Qué pasará en el futuro con esa niña y su abuelita? ¿La seguirá queriendo igual y tratándola del mismo modo? Me quedo con esa reflexión. Un beso.
ResponderEliminarQué intenso! Un relato muy enternecedor por el trato de la niña con su abuela, el diálogo y la comprensión que ambas se prodigan. Cierta es la duda que late al término... ahí queda pendiente la respuesta. La vida dirá. Me llevo la ilusión, de que esa niña no permita que su abuela padezca el dolor de su abandono.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
La mejor maestra para esa niña, su abuela. El dolor se siente desde bien chiquitos de una u otra forma, eso dicen que hace fuertes, no se yo, desde luego lo que hace un pupa. La vejez siempre presente.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy bien descrita la decepción de la anciana, por desgracia somos demasiado egoístas con la gente mayor que nos rodea, son más lentos, nos dan guerra, y trabajo, y no somos capaces de pensar, lo mucho que nos cuidaron y se desvelaron por nosotros cuando eramos pequeños. Besote
ResponderEliminarMuy bien explicado el dolor emocional, y que mejor que hacerlo a una niña pequeña.
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha conmovido mucho tu relato, Ma José- Y sí, ese dolor es el peor, sin dudas.
ResponderEliminarun fuerte abrazo
me he quedado con un nudo en el pecho.
ResponderEliminarque dolor tan hondo! el de hoy y el de mañana.
abrazo
Tristeza insondable la de quien lo ha dado todo y ahora está más solo que la una. Nunca entenderé a ese tipo de familiares, que lo son sólo por decir algo.
ResponderEliminarUn beso
Nos has pintado con letras un verdadero cuadro de lo que representa el dolor.
ResponderEliminarSiempre me gusta leerte, hoy en especial.
un fuerte abrazo
Muy buena descripción del dolor emocional, muy tierno y la vez muy triste tu relato. Quizás cuando la niña se haga mayor olvidará a su abuela?...Un beso
ResponderEliminarMagníficamente explicado el dolor emocional. En este caso, ese dolor emocional que produce la soledad, el desamparo y el desarraigo que sufren aquellos que todo lo dieron para recibir a cambio un olvido en absoluto merecido.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una clase magistral del dolor emocional, compararlo con los otros dolores lo hace aun más intenso. Ojalá esa niña pase mucho tiempo más sin tener que experimentarlo.
ResponderEliminarUn beso.
Devieramos tener cerca siempre a nuestros abuelos, y a nuestros ancianos padres, nos enseñan tanto con sus vivencias, quiza este mundo tan inospito que emos hecho entre todos...Seria un mundo más amable para quienes son más frágiles, y necesitan tanto amor.
ResponderEliminarTienes un regalito con tu nombre en mi blog, es mi manera de agradecerte tu participación en este jueves.
Besos guapa amiga.
Amigaaaa me has hecho llorar... buuuu ... me has emocionado
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