Manuel
era un tirillas, y un lábil. Comprobó que nadie lo seguía y enterró el dinero
robado en las dunas donde nunca llegaba el oleaje. Continuó hasta la orilla. Vio
un agujerito cubierto de burbujas que se formaban cuando el agua pasaba por
encima. Alguien le toco en la pierna. Era un niño, zalamero.
-Vos,
¿quién sois? –preguntó sorprendido.
- Tu
ángel
- Será
mi demonio malote, ¡menudo susto me has dado!
El
niño transformó su sonrisa en un torrente de lágrimas. Manuel, para consolarlo,
le contó la historia del bichito chispeante que vivía en el agujerito de la
arena, que hacía tintinar la campanita de la punta de su colita cada vez que
escarbaba más y más hondo.
Del
bolsillo, de su vieja chaqueta sacó su última rosquilla cubierta de ajonjolí y
se lo dio. El niño la mordisqueó y lo besó. Al oído le susurró:
-Devuelve
el dinero antes de que se den cuenta.
El
niño se desvaneció.
Manuel,
impresionado y aterrado, fue a buscar el dinero. Llevaba razón, él no era un
ladrón, por más hambre que tuviera.
Miró
al cielo, entre la nubes, iluminado por el sol, el ángel le sonreía...
“Manuel
también estaba contento”
Completado el jueves de esta semana bajo las normas de San que espero haber cubierto. Más en su blog.
¡Tan dulce! Bss.
ResponderEliminarbien pensado y mejor resuelto. Lo he encontrado brillante. Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos.
Hilvanadas las palabras clave a la perfección en un relato con moraleja. Me gusta el color de la esperanza.
ResponderEliminarUn beso
!Qué bonito!Besos
ResponderEliminar¿Y ese ángel no podría dar igual consejo a todos los que se lo están llevando calentito aquí y ahora?
ResponderEliminarEl buen hacer de las personas siempre es motivo para que un corazón esté contento. El ángel cumplió su misión.
ResponderEliminarBss.
Plena y bellamente conseguido. No hay alegría mejor y mas sincera que la que se siente con las buenas acciones.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha gustado este cuento por la brevedad y concisión, aparte de cumplir las normas.Un beso para ti y otro para tu cuerpo.
ResponderEliminarohhhh una muy tierna historia...me ha encantado ese ángel portado de la voz de la conciencia capaz de sensibilizarse como un niño, llorando o mordisqueando una rosca, pero que a la vez habla con la sabiduría de las grandes verdades!
ResponderEliminarUn abrazo
Un cuento para ser guardado y dentro de un tiempo contado a un nietecito o una nietecita. Preciosa imagen de la voz de la conciencia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tendremos que mandarle el ángel al protagonista de mi relato. También es un ladrón, pero desvergonzado. Linda creación.
ResponderEliminarBesos!
Hola María José.
ResponderEliminarEs un bello relato con un fondo aleccionador. Tiene su encanto este jueves, pues con las mismas palabras, hay que ver la de historias tan diferentes que han ido saliendo.
Me quedo con las ganas de que una legión de esos ángeles se dejen caer por los lugares donde los corruptos siguen copando dunas y más dunas...
Un besote.
Lupe
A algunos no se le aparece este ángel ni a bofetones, o será que no quieren verlo.
ResponderEliminarBonito cuento infantil. Me ha gustado.
Saludos
Precioso cuento, Mª José. Pienso que de una forma u otra, ese angel, conciencia de lo que está bien o mal, siempre existe. El problema es que cada vez más su voz se pierde víctima de ambiciones y egoismos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Muy lindo relato, donde las palabras propuestas han hallado su justo lugar. Y... sí... Manuel también se terminó por encauzarse en el suyo. A veces pienso que deberían haber más angelitos alerta conciencias -o más personas dispuestas a escucharles.
ResponderEliminarBesos!
Gaby*
Y el ángel malote se esfumó entre el follaje de los tilos, mientras Manuel se preguntaba si a pesar de todo, uno más que robara tenía importancia, él al fin y al cabo tenía muchas bocas que alimentar.
ResponderEliminarEstos ángeles son como Pepe Grillo, si no se meten con uno, no están contentos.
Besos
Qué bonito Mª José. Tú también has optado por un cuento con final feliz. Me ha gustado
ResponderEliminarUn abrazo
Me ha encantado. Se lo voy a leer a mis peques, a ver qué me cuentan. :)
ResponderEliminarBesos, María José.
joderse, L se me ha adelantado...aunque yo pensaba más bien en que estoy seguro de tu agüelidad...si no, es imposible.,...
ResponderEliminar¿psiquiatra bonita, vas a ser agüela?...
es una corazonada mía...vamos, ayudada por este etxto...
y sigo diciendo que L lleva razón. si yo fuera maestro , haría lo mismo.
un beso...
p.d.
fíjate que no hay medio, ehhh¡¡¡
Es un buen cuento para niños/as, por la ternura con la que está contado, y para niños/as grandes que apreciamos esa imaginación.
ResponderEliminarUn abrazo
Bonita historia, un arrepentimiento con la conciencia perfonificada en ese tieno niño.
ResponderEliminarBonito y de buen rollo.
Besos Maria José.
Hola linda!
ResponderEliminarVaya reto más difícil, y qué bien logrado, ¡en un microcuento! En cuanto a la historia en sí, me ha gustado mucho ese twist en que se habla de ángeles y pasa el rol del uno al otro.
Saludos!
¡Qué lindo momento amiga! Siendo tan tarde, hoy lunes, me voy con el corazón muy contento y te lo agradezco, amiga querida, y guardo este cuento para contárselo a la brevedad a algún pequeño que tenga cerca..;)
ResponderEliminarbesos
HOLA
ResponderEliminarVENGO DE BLOGS AMIGOS, PARA INTERCAMBIAR EMOCIONES, SENTIMIENTOS, VIVENCIAS... TODO LO QUE FORMA PARTE DE NOSOTROS COMO ESENCIA DE NUESTRO SER.
UN BESO.
ME QUEDO POR ACÁ.
lujanfraix.blogspot.com
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