sábado, 7 de diciembre de 2013

Sobre la categoría en la que incluir la novela. Escritores y lectores





Ayer comentaba con una amiga y lectora de mis novelas sobre las dificultades que el escritor tiene para poder encuadrar a veces sus libros dentro de una categoría específica. Las categorías están muy bien definidas y además, para poder encuadrarlas en ellas necesitan reunir una serie de requisitos que los escritores y lectores conocemos y que nunca se deben transgredir.
No habrá novela romántica sin que al final tras un gran cantidad de peripecias los enamorados se encuentren para disfrutar de una plena y feliz vida juntos; si estamos ante una novela negra, en el más puro estilo, el protagonista deberá ser  un investigador/a, con características muy peculiares, con grandes problemas personales que le han llevado al ostracismo, con unas cualidades detectivescas extraordinarias, que transcurre en ambientes sórdidos, violenta y en la que al final la verdad triunfa.
Cuando escribí Vida y milagros de un ex, no tuve dificultad para adscribirla dentro del género de humor. A su protagonista Baldomero, le sucedían una serie de acontecimientos en tan solo un día, que contados en tono de humor resultaban en una lectura divertida y agradable para pasar un buen rato. En realidad cuando la escribí lo hice con la idea de reflejar la historia de un hombre tocado con mala suerte en la vida y su capacidad de superación; eso sí escogí el tono humorístico para que recalara más en los lectores y terminaran identificándose con él, como así sucedió.
En Bajo los Tilos, la idea era transmitir el desconcierto ante el hecho de descubrir por casualidad que las personas que te han engendrado, con las que has convivido desde tu nacimiento, son unos extraños. Los auténticos protagonistas de esa novela son los sentimientos y los personajes instrumentos al servicio de la expresión de los mismos. En la trama había un suceso trágico y un secreto, mediante los cuales se favorecía esa búsqueda que llevaría a poner sobre la mesa las dificultades en conocer, realmente, la existencia de nuestros padres. Un drama que los primeros lectores calificaron de novela intimista; con el tiempo, y más lectores, el secreto fue tomando fuerza y pasó de intimista a novela de intriga, de misterio. Ahora, después de año y medio, más de quince mil lectores, de haber estado en la cabecera de los más vendidos en las más conocidas plataformas digitales: Amazon, Grammata, Fnac)  y a punto de salir publicada en papel por Ediciones B, la editorial opta por incluirla en el catálogo de su sello Novela Vergara definido como: Los sentimientos, los lazos familiares, la amistad y el amor son los temas medulares de estas novelas, cuyo destinatario natural es el público femenino.  
Al contrario que en Bajo los Tilos, en La Caricia de Tánatos (difícil de encuadrar en un categoría más allá del drama, y que yo incluí en ficción contemporánea y como un thriller psicológico) los protagonistas son las personas y sus vidas. Vidas reales, marcadas en su infancia, inmaduras, intentando sobrevivir en un mundo que les es hostil. Personajes reunidos en esta ocasión en-frente al Mal (Ramón Iglesias), como leit motiv. El Mal en sus múltiples vertientes y enmascarado, a veces en circunstancias que no consideramos que sean malévolas pero que lo son: el  desapego de quien debe proporcionarte amor y seguridad, la culpa impuesta, la manipulación y como no, la perversidad extrema que conlleva el maltrato psicológico que anula a la persona y la convierte en objeto.  Protagonistas principales y secundarios se encaran a sus propios fantasmas, sus miedos, descubren el dolor, la soledad, el efecto de la pérdida que marcará sus vida y los lectores asisten como espectadores en todas estas luchas interiores. La protagonista, Mercedes y su antagonista, Marcos, reunidos por las circunstancias que marcan la trama de la novela, inician una batalla dialéctica que pone de manifiesto la intencionalidad del Mal, la maldad de personas que nos rodean, y la tela de araña que tejen a nuestro alrededor con la que nos atrapan hasta “matarnos”. Víctimas y verdugos. Lobos disfrazados de corderos. Los primeros lectores de la novela entendieron el mensaje, no hay más que leer las primeras reseñas tanto en Amazon como en los Blogs, quiero significar una que ha sido muy poco nombrada y que sin embargo capta la esencia de lo que fue mi intención al escribir la novela, la de Ramón Iglesias, que participó en una lectura conjunta llevada a cabo en Club de lectura: Con un libro entre las manos.  Con el tiempo, para los lectores, quizás influídos por mis palabras en algunas entrevistas, o en algunos aspectos derivados de su promoción, en las que hice hincapié en el aspecto del maltrato psicológico, la novela ha ido perdiendo su esencia primigenia, que era la concepción del Mal vista desde distintas perspectivas mediante su ejemplificación en las vidas de la personas normales y corrientes, de sus protagonistas, y de cómo, siguiendo la trama, la persona que debería enfrentarse a ese arduo enemigo (el Mal) víctima de sus propias miserias cae ante él, atrapada en su tela de araña y culpándose de ello para el resto de su vida. Queda aquí esta aclaración, para que sea comprendida en toda su extensión y del porqué de la trama y subtramas, al servicio del tema de la novela y queda también evidente su complicada ubicación en una determinada categoría. Los lectores tienen la última palabra.

© María José Moreno, 2013

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