125 palabras para una historia
Sebastián huía de las personas sin plantearse el por qué; sólo tenía un amigo, Tobi, un chucho feo, amarronado, de orejas pequeñas que renqueaba de la pata trasera izquierda. Sebastián anhelaba la llegada de la primavera; entonces, la arena se convertía en su cama y contaba las estrellas para dormirse. Su mayor ilusión de cada día era pasear por la solitaria playa al amanecer. Aquella mañana fue diferente, un enjambre de hombres uniformados la profanaban. Se acercó despacio, con miedo. Un inflado y grisáceo cuerpo, con el cuello degollado, flotaba balanceado por las olas. Era Cecilia, la chica del supermercado que le regalaba siempre una barra de pan. Dos saladas lágrimas mojaron su rostro barbudo; entonces comprendió por qué vivía en la calle alejado de los hombres.
El que Gustavo me haya dedicado este jueves y el que sea un micro me ha permitido participar este jueves. Estoy deseando pillar de nuevo el ritmo, a veces tenemos cosas que nos frenan, y el cuerpo se vuelve vago, prefiere leer a escribir que conlleva más esfuerzo intelectual. Pero una vez solucionadas aqui estoy si no al cien por cien por lo menos al setenta, algo es algo...Me he enrollado y creo que esto es mas largo que el micro...jajaja. Besotes
Precioso, pues no tambien puedo decir que me gusta leerte asi que ir quitando la vagancia ja ja y escribir para que podamos disfrutar de tus historias.
ResponderEliminarPrimavera
Alejarse de los que nos rodean por el temor de sufrir, no se, tal vez todos en algún momentos hemos hecho eso, alejarnos, aunque siempre hay quien tiende una mano, como a Sebastian le tendia esa barra de pan Cecilia. Triste final. Precioso relato.
ResponderEliminarUn abrazo grande, grande.
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ResponderEliminarNo hay peor soledad, en el ser humano, que la de sentirse solo cuando todo es gente y bullicio alrededor... Quienes han hecho de la calle su "hogar", voluntaria e involuntariamente, acaban siempre convirtiendose en sospechosos. La sociedad no suele perdonar, tolera mal la deserción del grupo, y a inventado etiquetas para quienes se muestran, según ella, insolidarios y nadan contra su corriente. Sebastian, llora y nada dice, porque la muerte de Cecilia, rompe, una vez más, la poca credibilidad que le merece la bondad de sus semejantes, los que cada día pasan por su lado y, miran sin ver, al hombre... para ellos, él solo es un puñado de sucios andrajos.
ResponderEliminarFelicidades, un buen relato, digno de reflexión.
Un abrazo.
Hubiera preferido que ese mar les hubiera devuelto caracolas a quien vive aislado de ese modo y su perro. ¡Dentro de ella, el susurro tan enigmático de de esas formas de expresarse de una sirena!
ResponderEliminarMuy conmovedora historia de un "marginal" que se niega a vivir como la "normalidad" de la gente.
ResponderEliminarRecién ahora encuentro una manera para poder comentar desde mi blog. espero que dure.
Un abrazo.
Yo he tenido que parar, por exceso de labores varias y porque me encontraba muy cansado. Pienso que es mejor parar, descansar y luego volver.
ResponderEliminarEl microrelato, EXCELENTE.
¡Un beso!
María José!!!! Si te descuidas, dices que estás vaga, que estás sin ganas, pues a este relato de 125 palabras o las que sean, le metiste historia de las intensas.
ResponderEliminarMontarte la vida fuera te hace ver la vida desde fuera, es una elección, tendrá sus ventajas y sus infinitas tristezas, suerte de contar con el amigo perro.
Besitooo y hasta ahora.
Tremendo relato. Con pocas palabras dices mucho.
ResponderEliminarUn besote, amiga.
Triste muy triste. Uno no puede aislarse como el Sebastián de tu relato, pero a veces dan ganas ...
ResponderEliminarQue bueno lo de contar estrellas para dormirse, es una hermosa imagen.
Al 20, al 70 o al 101 (¿? je) lo importante es que aqui estás, poniéndole garra. Me gustó mucho tu pequeño relato.
Un beso
A tu aire, amiga.
ResponderEliminarYo también me planteo a veces el vivir alejada de la gente, me pregunto muchas cosas socialmente, pero no soy tan valiente como tu Sebastián.
Abrazos y un café.
Me alegra leerte, María José. Señal de que estás mejor :)
ResponderEliminarEste micro se podría titular "El colmo de la desgracia". Al pobre Sebastián no le falta mas que haya un terremoto y le caiga un balcón encima.
Me ha encantado compartir este jueves contigo.
Un abrazo.
Me alegro de leerte en este micro aunque para leer y comentar yo si que ando mendigando un PC el mío a "petao" ya veremos si tiene arreglo.
ResponderEliminarSi, si, si hemos coincidido y no solo en el perrillo, sino también en el "sin techo" a quien acompaña, en tu caso, es Cecilia, generosa ella, compasiva, confiada, ¿que desalmado se cruzó en su camino?
Beso grandote preciosa.
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ResponderEliminarPerdón por ese "HA petao"quería decir.besitooooo
ResponderEliminarQuerida Maria José, me alegro mucho de que estés "en marcha", todo es empezar... aunque sin prisas...
ResponderEliminarUn relato triste, pero con un contenido muy intenso... ¿Sebastián ha decidido vivir "marginado"? nunca lo sabremos, no creo que lo sepa ni él. De todas formas, si él piensa que ha sido elección propia y a él le hace feliz...Qué complicadas son las cosas... caray.
Pobre Sebastián, pobre Cecilia...
Un besito, querida amiga y gracias por tu visita a mi nueva casa.
Bonito relato para la soledad compartida. La felicidad se nos niega en cualquier esquina, unos, como Sebastian la arrastan, otros, como a Cecilia, se la arrancan.
ResponderEliminarUn beso
Breve pero contundente, ¿como era aquello? "el hombre es un lobo para el hombre", ¿no? . La sociedad a veces empuja a la marginación y después estigmatiza al marginado, ¿quien lo comprende?
ResponderEliminarUn beso.
P.D.: Menos mal que dices que no estas al 100%, jajajajajajajaja
Pues me alegra que aquí estés, con todos tus rollos y con tu excelente relato.
ResponderEliminar...estar lejos de todo, a veces se encuentran sobrados motivos para hacerlo, pero hay que revertir la inclinación, enderezar el norte, y seguir...
besotes y abrazotes.
También en la distancia corta, dejas un rastro de buen perfume.
ResponderEliminarRelato con sabor a sal y dorada arena de playa. A decepción y rabia. Nuestra marginación tampoco es suficiente... ¿qué nos queda ya?.
Besos
Quedo impresionada por la elocuencia de esa foto que colgaste, tanto como la de tu relato breve, y dos veces bueno.
ResponderEliminarQue destino se les niega y se ensaña con esos seres?
Entristece y emociona, y uno querría otro final para tus personajes, pero...aveces por el bien de la prosa, es mejor dejarlo así!
Besote