Cuando el silencio maltrata
El salón está en penumbra. Ignacio descansa en su viejo sillón de piel. Cabizbajo mira los dos dedos de whisky de malta que se acaba de servir. Con insistencia mueve el ambarino líquido escabullendo sus oscuros pensamientos entre las suaves ondas que se forman. Le gustaría no estar ahí, no pasar una vez más la tortura de escuchar las agrias, desconsideradas y mordaces palabras de su mujer.
Clara desde el extremo opuesto de la amplia habitación, lo mira con desprecio, con asco. Su visión le produce náuseas, no puede soportarlo. Lo han tenido todo y ahora… Echa un vistazo a su alrededor, contempla con detalle las distintas obras de arte que ha ido atesorando a lo largo de su vida, yendo de anticuario en anticuario: el jarrón de la dinastía Min, la alfombra iraní, las bandejas de plata…Ella sabe que la única solución es vender todo para salir adelante. Están en la ruina.
Ignacio no despega los ojos del licor y provoca que Clara se enfurezca aún más. Arruga el entrecejo y se acentúa su gesto de repugnancia. Le odia, le considera un inútil que ha dilapidado la herencia que le dejaron sus padres sin pensar en ella, en sus hijos. La rabia contenida durante años le bulle en el estómago. Suspira.
Por un instante Ignacio levanta la vista buscando algo de calor, de consuelo en ella. Quiere que le perdone. está dispuesto a trabajar en lo que sea, con tal de que ella tenga la vida de una reina que siempre quiso darle. Nunca fue un buen gestor y su mala inversión en bolsa le ha llevado a la quiebra. Quiere que ella sepa que está desolado por lo ocurrido, que no era su intención y que la quiere como el primer día que la vio despachando en el puesto de pescado del mercado. Nunca encuentra las palabras adecuadas para dialogar con ella, no sabe expresarle lo mal que se siente cunado sus inquisitivos ojos se posan en él y ahora ni eso, ni siquiera le mira, peró el conoce de sobra lo que está pensando. No es la primera vez.
Altiva y orgullosa Clara ha girado la cabeza para no cruzarse con los desamparados ojos de él. Quiere que sufra. Ignacio vuelve a su whisky con una pena honda y negra que le rompe el alma.
Altiva y orgullosa Clara ha girado la cabeza para no cruzarse con los desamparados ojos de él. Quiere que sufra. Ignacio vuelve a su whisky con una pena honda y negra que le rompe el alma.
Una chica uniformada interrumpe el silencio para anunciar que la cena está preparada.
—Cuando quieras puedes servir la cena, Rosa. Para el señor no pongas cubierto, se encuentra inapetente.
© MJMoreno 2010Más relatos anárquicos, sin tema, en casa de Gustavo
Muchos sentimientos enfrentados y muchas desconsideraciones. Lo difícil que es limpiar el podrido ambiente en una relación, es igual que tratar de airear una habitación sin ventanas... Duro para ambos! ¿Quién rompe antes ese círculo vicioso?
ResponderEliminarBravo, amiga! Beso.
Muy bien, muy bien. ¡¡¡¡Me has dejado con un palmo de narices!!!!
ResponderEliminarYo que quería regodearme con la bulla que se iba a montar y.... LO DEJA SIN CENAR!!!!!!
Como a los niños pequeños!!!!
No sé si te lo podré perdonar!!!!
Bueno, por ahora te dejo un montón de besos y bueno...volveré.
Por cierto muy acertada y oportuna tu decoración.
El fracaso de Ignacio, la ambición de Clara y con ello el desencuentro, la rabia, la ira, el desprecio y la ignorancia. ¿Se puede hacer más daño? Es la manera perfecta de anular a alguien.
ResponderEliminarMe gusta tu blog y todo lo que encuentro en el. Un beso y cariños
Secuencia en blanco y negro, un largo y lento travelling sobre las cabezas de ambos que acaba en un primer plano de los ojos desorbitados del inapetente despilfarrador.
ResponderEliminarDura historia, muy de los tiempos que corren, con sirvienta incluida.
(eso que no falte)
Besos
Con pocos trazos has pintado el panorama de una relación rota por los sinsabores de una vida malgastada.
ResponderEliminarUn abrazo!
Verónica
ResponderEliminarEl silencio es duro, muy duro. Sobre todo cuando uno sabe escuchar tras ese silencio, esos pensamientos no dichos que te hummillan y devaluan.
Un beso
Luna
ResponderEliminarEL dejarle sin cenar no es más que un gesto más de su prepotencia de su ignorancia hacia ese otro ser, culpable de algo imperdonalble, según ella, de perder algo que era suyo y que libremente corptió. Sí que e suna mierda que además de estar pasando lo que estás pasando te dejen sin cena...;-)
besitos
Medea
ResponderEliminarLo has retratato de manera perfecta. El desencuentro presidido por ese silencio maltratante como le he llamado, doloroso...
Un besazo
Alfredo
ResponderEliminarYa sabes que en blanco y negro se mete uno mejor en este tipo de secuencias. Sólo faltaba decir que la cámra iba de uno a otro enfocando esos ojos que no miraban o aquellos que no querían hacerlo.
El toque de la sirvienta, como verás, es muy de estos momentos...jajaja, pero haberlos haylos como dicen los gallegos.
besos
Monica
ResponderEliminarEfectivamente, relación rota y desde hace tiempo porque quizas se construyó con cimientos equivocados.
Un besote
Vaya con Clara, ya podía echarse otro whisky y sentarse a llorar con su marido.
ResponderEliminarO, si tanto asco le da, que lo mande a la calle.
Excelente relato Mª José, y como siempre, lo mejor para el final.
Un beso.
Desde luego es un comienzo de ruptura, tanto por él por su mala gestión como por ella por su ambición.
ResponderEliminarNo sería mejor sentarse a hablarlo en vez de dejarlo sin cenar?
Bonita y real historia
Besos
Claro el silencio también lastima a veces. Es una forma sutil de violencia.
ResponderEliminarEsa relación basada en lo que Ignacio le da a Clara está terminada; mas le vale vender lo que pueda, darle su parte a Clarita y buscarse alguien que quiera compartir su vida, no solo su dinero.
Buen relato, duro pero muy frecuente supongo
salu2
Acertado título. El maltrato psicológico no es sólo gritarse insultos. Ya se dice que hay miradas que matan, y añadiría que pensamientos tan evidentes que entierran a uno en la miseria.
ResponderEliminarMuy buen relato y bonito fondo de blog.
;S
Somos un mundo cada uno, en pareja dos mundos, que suman horas y años, sobretodo cuando se acumulan silencios y de ahí no hay quien escape a salvo con ginebra con arte con rabia con maltrato psicológico a dos bandas, con lo que sea.
ResponderEliminarSucede que a veces nos maltratamos a nosotros mismos, otras buscamos la culpa alrededor y en el espejo vemos una máscara.
Duro relato, metes el dedo en la llaga de la herida esa de vivir.
Besitooos.
Me encanta el relato, pero si tanto le aborrece la mujer ¿por qué le trata como a un niño (sin cenar a la cama), en vez de mandarle a paseo?. Creo que a ella se le pasará el berrinche y le perdonará.
ResponderEliminarExcelente relato. Felicidades.
Marijó:
ResponderEliminarsalvo por Rosa hubiera jurado que esstuviste en mi casa, a fines de los noventa, y yo te inspiré el personaje de Ignacio. Hoy es solo un recuerdo aquella situación. Me pegó tu buen relato.
Besos
Marijó:
ResponderEliminarsalvo por Rosa hubiera jurado que esstuviste en mi casa, a fines de los noventa, y yo te inspiré el personaje de Ignacio. Hoy es solo un recuerdo aquella situación. Me pegó tu buen relato.
Besos
En estas circusnstancias es donde aflora la fria y cruda realidad.Puede que el mundo ficticio durante tanto tiempo cale tan hondo que ni rastros de la frescura inicial.Diria,ni fragmentos para intentar reconstruirlo nuevamente.
ResponderEliminarcariñitos anarquicos
¡¡Vaya final!!, ¡no lo esperaba!
ResponderEliminarCuando ocurre eso, te falta hasta el aire, ¡un horror!
¡Que descanses en el fin de semana largo!
Miguel
Que buen relato, pena que me haya resultado tan breve. Estaré pendiente de los proximos.
ResponderEliminarUn barazo y buen finde
Una relacion basada en la desahogada situacion de el y, una vez terminada esta, se desmorona estrepitosamente. Silencio, desprecio, ser ignorado, son parametros que agobian, humillan y anulan.
ResponderEliminarMagnifico relato.
Un abrazo.
P.D. disculpa la ausencia de acentos, pero tengo un problema que hace que me salgan duplicados.
conozco los silencios, los cnozco para desgracia mia..los silencios a veces, como bien relatas, maria jose, a veces cobran oz con miradas que se desvian de las miradas, incluso cobran voz en lainterpretacion de los gestos que hacemos del oro...y he ahi lo jodido...creemos saber qué piensa el otro y muchas veces el silencio alargado hace que ese sabes se haya perdido del todo, que ese saber carezca ya de fundamento...mas, lo jodido de los silencios es, quiza, ese saber, quiza, que para el silente apenas si ya contamos, si es que eso se puede saber...
ResponderEliminarmalditos silencios prolongados...malditos amores acallados por el silencio, malditos odios acallados y engrandecidos por los silencios...
quiero la palabra, aunquye esta sea falsa, quiero el sonido de la palabra, aunque este suene a rollo, quiero la palabra por casi por encima de todo...
incluso quiero ...bueno esto para otra ocasion...
¿Sabes que este relato es magnífico? He pasado varias veces y no he comentado, es que da para pensar. Él es culpable, ella le trata mal. Hay una maraña de culpas y daños que hace pensar sobre quien es el verdadero responsable.
ResponderEliminarEs como la vida, la verdad nunca está en un lado.
Un beso.
Una escena interesante y el relato la destaca muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Elena
ResponderEliminarA veces es complicado salir de esos silencios y nos dejamos llevar por la rutina de forma que nos nosextrañan las situaciones que se sucede,
Gracias por venir.
Besitos
Princesa
ResponderEliminarEs una ruptura sin ruptura. Ojalá se hubieran separado.
Besitos
Any
ResponderEliminarPienso que más que el silencio, lo que daña, duele y maltrata es conocer los pensamientos de tu pareja. Saber que esa mirada entraña un terrible desprecio, odio y demás.
Un beso
Teresa
ResponderEliminarMe alegra que te hayas dado cuenta de la intencionalidad del relato que intentaba mostrar otros modos de maltrato, que no sale en los periodicos, pero que daña sobremanera. Esa mirada que mata, es el reflejo de ello.
besos y gracias por lo piropos a mi blog.
Natalia
ResponderEliminarLa culpa es una manera de auatomaltrata, es cierto. Nuestro superyo nos castiga, pero sia demás le unimos la que nos provoca el otro, eso ya si que es peligroso. El maltrato tiene muchas caras y no todas ellas conocidas.
besos
Josemari
ResponderEliminarel tratarle como un niño es una manera más dde degradarle, de humillarle, de maltratarle.
Gracias por comentar
un beso
Gambeta
ResponderEliminarLamento que tuvieras que vivir con silencios, en realidad creo que todos hemos estado participando en algunos de ellos.
Besitos
Yonki
ResponderEliminarla realidad puede ser cruel. A veces leemos novelas que pensamos de dónde estarán sacadas y desde luego de ningún otro lado que la realidad.
Besitos
Miguel
ResponderEliminarGracias por estar siempre ahi.
Buen fin de semana tambien para ti.
JFL
ResponderEliminarMe alegra de que te supiera a poco. Señal de que te interesó.
Un beso
Pepe
ResponderEliminarA veces las diferencias son insalvables por más que lo intentemos. Espero que tus acentos se recuperen pronto
Besos
Gustavo
ResponderEliminarSe hace patente por tus comentarios que tu has sufrido con estos silencios. Mejos alguna palabra aunque sean pocas, por lo menos implica algun tipo de contacto.
Besos
Juan Carlos
ResponderEliminarAgradezco tus palabras. De es amaraña surge el prblema de la incomunicación, del maltrato psicologico, tan frecuente y poco publicitado.
Besitos
Cas
ResponderEliminar¿Quien no ha vivido esa escena en algún momento?
Besos
Me costó encontrarlo, pero me dejaste con ganas de leerlo después de tu comentario.
ResponderEliminarY aquí está, un relato intenso en dónde las culpas acechan y del otro lado simplemente se las hacen pagar con el silencio.
Una persona que ha perdido todo sin pensar en los demás tal vez no merezca otra cosa.
Un beso!