¡VACACIONES!
Un gusanillo me andaba por la barriga. No sé si de hambre o de nerviosismo. Mi madre me anunció en la cena que al día siguiente iríamos de vacaciones a la casa de la abuela. La noticia me sorprendió porque nunca íbamos cuando hacía frio y aquel invierno no paraba de nevar. Padre callaba mientras yo sorbía la aguada sopa con parsimonia, así duraba y me calentaba el estómago. Me acosté vestido, como siempre, desde que no podíamos encender la chimenea y tras la puerta entornada de mi dormitorio escuché murmullos y un extraño trajinar.
Me dormí pensando en el establo de los animales y en cómo me acurrucaría entre ellos para no sentir el frío. Nada más llamarme, me puse en pie. Adoraba las vacaciones y a mitad de curso aún más, sobre todo ahora que empezábamos a estudiar los quebrados; los odiaba. Me puse el abrigo y cogí una pequeña maleta. Con la luz apagada bajamos las escaleras de madera muy despacio para no molestar. Mi alegría contrastaba con las caras cansadas de mis padres por el madrugón.
En la calle, un aire gélido nos caló los huesos y nos arrimamos a la pared caminando pegados a ella, para protegernos. Nuestros pasos retumbaban por más empeño que poníamos en no hacer ruido. Al volver la esquina escuchamos voces, quise mirar para atrás, y saber de donde procedían pero me lo impidieron. Cada vez eran más altas y al torcer de nuevo, divisamos una larga fila de personas que portaban maletas y entre ellas divisé a mi mejor amigo. ¡Qué suerte, íbamos juntos de vacaciones!
Cuando me disponía a llamarle, mamá que sujetaba mi mano, me la apretó con tanta fuerza que casi me lastima y a la vez me susurró que me callara. Nos detuvimos en seco e intentamos volver atrás para salir por otra calle. Yo quería ir con mi amigo y gracias a unos soldados, de los que últimamente desfilaban por las calles, conseguimos llegar a la cola de los viajeros. Nos montamos en la parte trasera de un camión y me senté al lado de Ernest, mi amigo; charlábamos y reíamos haciendo planes para esos días de fiesta. Le enseñé las canicas que guardé en el bolsillo y le regalé una porque él olvidó las suyas. Llegamos a la estación y un tren nos esperaba para trasladarnos. Cómo éramos muchos nos hicieron subir a un vagón sin asientos. No entendía como coincidíamos tantos para ir de vacaciones a la vez.
Al poco se escuchó un piiiiii chucu chucu chu… y mi amigo y yo gritamos excitados ante el comienzo de la aventura.
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Al poco se escuchó un piiiiii chucu chucu chu… y mi amigo y yo gritamos excitados ante el comienzo de la aventura.
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Un relato delicioso, que deja ver entre líneas mucha tristeza, desolación y desarraigo; pero, después de todo, ¡qué bonita es la inocencia!
ResponderEliminarMe encantó.
Un abrazo.
A mí también me ha encantado.
ResponderEliminarUn rampybeso enorme.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarA mì me ha sabido a tren, que lleva a deportados. O a esos niños españoles que durante nuestra guerra civil, salìan embarcados en los puertos del norte, camino de Bèlgica, Gran Bretaña o Rusia.
ResponderEliminarTésalo
- Aquì nunca pasa nada. Nieva, llueve, escuchamos las noticias.
- ¿Usted, se entera si se le ha muerto a Ud. un vecino?
Canicas, tren y el hollín en los ojos, !de vacaciones! lo de menos era el frío...
ResponderEliminarInigualables recuerdos de la niñez, si es que prosperó para llegar a mayor. Divina inocencia.
Me llegó una punzada muuuuy triste, ayer daban el famoso documental "SHOAH" en canal Arte, sobre el extermínio de los judíos, 9 horas de imagenes impactantes, de memoria contundente.
Casi siempre era el tren...camino de...¿deportación????
Notas tristes y a la vez llenas de pureza, María José, bsitos muuuchos.
Qué bonito relato Mª José, me has recordado la película "La vida es bella", tanto en ella como en tu relato flota en el ambiente la inocencia de los niños.
ResponderEliminarPrecioso.
Un beso.
Hola Mª José,
ResponderEliminarUna pequeña historia de alegría e inocencia, a través de la mirada de los niños todo se hace más fácil y llevadero.
Un beso enorme.
Vacaciones al infierno, lo peor de esta historia que aun queda mucha gente en esas eternas "vacaciones" que jamás regresaron, que triste, y lo peor es que esta situación se repite continuamente, por desgracias siempre hay personas que tienen que coger esas "vacaciones" si quieren seguir viviendo, abandonando sus raices, recuerdos, vivencias y lo más importante su vida. Un saludo.
ResponderEliminarVacaciones.. que se disfrutan en tu prosa..
ResponderEliminarMe gusta siempre pasar a leerte..
Un abrazo
saludos fraternos..
Tiene esa felicidad infantil bañada con esa tristeza de fondo.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un abrazo
Qué facilidad tienes, Maria José, para montarnos en la imaginación y trasladarnos donde te propongas...hoy vestidos con los ojos de un niño que ve el mundo sin artificios....muy bueno Maria José...me ha gustado mucho....
ResponderEliminarMuassssssssssss
Pues el aroma que deja tu relato es más bien a inocencia, como bien dice Natàlia.
ResponderEliminarAfortunadamente para ellos, más tarde entrarían en la tristeza. no se olían que en poco tiempo dejarían de ser niños.
Un abrazo.
Es hermoso, quizás con una pisca de tristeza tristona, o eso me pareció a mi, en fin, chucu chucu chu eso me ha encantado, jajajaj, un besito.
ResponderEliminarCuando uno es niño hasta las cosas más desagradables las vemos divertidas es que es tanta nuestra inocencia y nuestra alegría para ver la vida que simplemente el sufrimiento no existe Un abrazo.
ResponderEliminarUna huída!!!!! en el fio, en la noche, en un vagón de tren sin asientos....
ResponderEliminarEl punto de partida y el de llegada, pueden ser muchos...
De todos los desastres y guerras que han asolado este mundo...
Magnífico Maria José, como siempre.
Enhorabuena
Un relato tierno y triste por saber el final de estas vacaciones.
ResponderEliminarY pensar que no es una fantasía que ocurrió en realidad y con mucha más crudeza.
La inocencia de este niño, me recuerda "El niño con el pijama de rayas" un libro que hace ver el horror sufrido por culpa de unos pocos locos.
Me alegro que ya estés mejor. Un abrazo.
Precioso relato, me deja el sabor agridulce de saber que sus vacaciones serán distintas a lo que esperaba, pero la inocencia de los niños siempre es un punto de esperanza
ResponderEliminarUn beso de Mar
Muy bello relato preciosa , aunque muy triste , por esa inocencia .
ResponderEliminarBesitos cielo.
A traves de este niño nos situamos en las famosas deportaciones de judios hacia los campos de concentracion. Para el niño, una aventura. Incluso ágradecea los soladados que le lleven con su amigo. La infancia todo juego y disfrute... ¿Cuando se daría cuenta? ¿Cuánto sufriría hasta hacerse adulto siendo un niño? ¿Cuánta barbarie humana?
ResponderEliminarLo malo es que esto no fue ocasional, en realidad nunca dejará de ocurrir.
Gracias a todos los que habeis pasado a leerme, se que es triste pero espero que hayais disfrutado con la lectura de estas lineas. Sólo prentendía eso.
Un besazo
Mª José
ResponderEliminarExcelente descripción de una triste deportación, vista con la mente de un niño.
Es magistral.
que cbr0naza y maluta eres, de las m0renas
ResponderEliminarc0m0 juegas c0nnnn
sabes que estam0s, que piens0, n0 habblare p0r l0s demas, en el tren de la muerte de l0z nacis...l0 sabes y n0 l0 dices...lueg0, maluta y cabr0nazaaa...
sabes, queda un regustill0 al leerte de acidez, de ...¡sabem0s que le va a pasar al pr0ta...l0 sabem0s!
y encima callas....
h0y un bes0
el medi0 l0 dej0 para 0tr0 dia
Bellísimo relato con regustillo amargo, a pesar de la dulce inocencia infantil.
ResponderEliminarLo has contado genial, Mª José.
Recibe mi abrazo y mi deseo de que el hombro esté mejor.
Besos.
La crueldad del relato la haces patente con la dulzura y la inocencia, lo consiggues magistralmente me ha encantado el relato, un tema tan manido y con una visión tan innovadora es sorprendente, miles de besossssssssssss.
ResponderEliminarMaría José, me ha encantado tu relato, la inocencia de los niños, lo mejor, ojalá nosotros nunca la perdamo,s y nos sigamos asombrando, ante todo.
ResponderEliminarun abrazo
Maite
Si, si, pues menudas vacaciones.
ResponderEliminarPobres niños, todos los que han tenido que salir así, precipitadamente de sus hogares para ir a un destino tan incierto y tan triste, aunque ellos en su inocencia piensen que es una diversión.
Me has recordado la pelicula de "La vida es bella".
Besitos