martes, 16 de junio de 2009

Diario de un médico interno residente

Caso real:

JUNIO…un domingo de guardia de urgencias. El almuerzo ha sido cortesía del hospital que malpaga nuestro sueldo. Gracias a dicha comida, la sobremesa atendiendo pacientes está siendo especialmente agradable. Urgencias… pura acción, decisiones rápidas, salvar vidas. Así me quería imaginar las urgencias antes de ser residente y tener responsabilidad en esas decisiones rápidas y en las vidas de los demás. Ahora, con toda la sangre de mi cuerpo intentando digerir y siendo mi primera guardia, sólo quiero que llegue la hora de irme a casa sin acción de por medio.

Son las 16 horas. Cuarenta grados a la sombra. Domingo. ¿Por qué la gente no ha tenido en cuenta estos datos metereológicos y ha decidido pasar el domingo en urgencias y no en cualquier otro sitio? Será por solidaridad con los que estamos allí.

La sala de espera parece el metro en hora punta.

De pronto irrumpe un celador en la consulta, empujando una camilla con una señora, entradita en carnes, junto con su hija, “entradita y salidita” de carnes. Ambas brillando de sudor. Derritiéndose.

- Si esta señora viene en camilla, seguro que es importante. – Me preparo el cuerpo para atender una verdadera urgencia. La sangre que me queda alejada del estómago palpita en mis sienes. Se dilatan mis pupilas. Respiro hondo. Tengo una urgencia.
- Dígame que le pasa, Jacinta. - Y Jacinta comienza a abrir la boca para articular palabra al tiempo que levanta un dedo, cuando su hija arranca a hablar como si le hubieran apretado el interruptor de encendido.
-
Pues verá doctor, mi madre, que se ha caído.
- Y, ¿dónde le duele?, - inicio la historia clínica. – En la espalda. – Responde su hija como activada por un resorte, mientras Jacinta vuelve a fracasar en su intento de contar su propia historia.
-
Verá usted, mi madre es que tiene muchas cosas, incluida “hernia de jato”, hernia “del” disco, “diabetis”, y “anginas en el pecho” que no se le quitan desde hace años.
- ¿Tiene la tensión alta?, - completo la entrevista.
- No.
- ¿Qué medicamentos toma?
- Pues toma “cosas” para todo lo que le he contado, y unas “pastillas para la tensión”.
- Pero, ¿no me ha dicho que no es hipertensa?
- No, la tensión alta no la tiene, doctor, ¿no ve usted que toma pastillas para eso?

Las sienes me palpitan, y también la boca del estómago. Aprieto los puños. Respiro rápido ahora. No tengo una urgencia, tengo una tarde tonta…

- Bien…Dígame, ¿cuándo se ha caído su madre?. –La pobre Jacinta para este momento ya había desistido de intentar hablar sobre sí misma.
- Se cayó en Abril.
- ¿EN ABRIL?!!!

Las urgencias… pura acción, rapidez en la decisiones, salvar vidas.

3 comentarios:

  1. Gracias Alberto por inciar este tema. Os estais enfrentando a vuestros primeros pacientes y seguro que tendreis multitud de anectodas para compartir con nosotros, pero no olvideis que en una relación medica hay dos personas, el médico y el enfermo. Encantada de conocer la vuestra, pero tambien está este foro abierto para escuchar al enfermo. Me encantaría saber que opinan ellos. besos

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  2. Jajajajajajajjajaja, perdonar la exclamacion pero solo tiene un comentario........Bienvenido al mundo real de la medicina!!!!!!!!!
    Todo un abanico de escenas desde las mas dramaticas hasta las dignas del corral de la comedia, aunque al final un dia de guardia siempre hay algo que hace que haya merecido la pena.
    P.D.: muy buena la escenificacion del caso clinico :-)

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  3. Lo mas importante de la anecdota es el hecho de que ese "residente" no ha perdido el sentido del humor ni la capacidad de comprension. enhorabuena

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