José María salió con sigilo de su casa la mañana del domingo. El resto de la familia dormía, aún no habían dado las nueve de la mañana. En la mano llevaba un portatrajes que contenía su disfraz de rey mago. En el club, como era costumbre todos los años, hicieron un sorteo entre los miembros y le tocó ser el Rey Melchor. Sintió una alegría enorme al imaginarse a su hijo de dos años y medio sentado en sus piernas mirándole asombrado con sus enormes ojos.
Llegó al club y ayudó a preparar el escenario. Lo adornaron con motivos navideños y cerca de los tronos colocaron los sacos con los juguetes que repartirían. Media hora antes de que comenzara la visita de los niños empezó a vestirse con mucha ilusión: la túnica roja, el cinturón dorado y la peluca blanca. Delante del espejo se colocó la larga barba blanca. Cuando hubo terminado se puso la capa y lo más importante, se revistió mentalmente del papel que durante tanto tiempo había querido representar y que la suerte, al fin, este año le había regalado.
Desde su asiento vio llegar a su mujer con su hijo de la mano. Se situaron al final de la larga fila de niños que nerviosos y juguetones esperaban su turno. El corazón se le emocionó comenzando un rápido galopar. Cogía a los pequeños y se acercaba a los mayores; les preguntaba por la carta que habían escrito a los Magos de Oriente y por su comportamiento a lo largo del año. De reojo observaba como su hijo avanzaba puestos. Unos diez minutos después Nacho subía los altos escalones con la ayuda de su mamá y se dirigía hacia el rey Melchor.
Con cuidado lo sentó en sus rodillas. El niño, algo asustado, no le quitaba ojo.
-Que niño más guapo tenemos aquí y seguro que muy bueno, también –aseveró el rey Melchor con una simulada voz ronca.
Un incipiente puchero del niño fue abortado por la madre que le dijo:
-Mira Nacho, este es el rey Melchor, y te va a dar un juguete muy bonito. Dale un beso.
Nacho inmóvil, continuaba muy serio y sin abrir la boca.
-Efectivamente, mi querido niño, soy Melchor. Por cierto, un pajarito me ha contado que la noche de Reyes cuando vayamos a tu casa a dejarte un regalo muy grande, grandísimo, nos vas a dar a cambio el chupete.
El niño seguía mudo, y agarró con todas sus fuerzas el chupe que colgaba de su cuello, sin dejar de mirar fijamente aquellos ojos que la peluca y la barba dejaban al descubierto.
-Anda Nacho, dile al rey que le darás tu chupe –le apremió la madre.
Más le decían, más se enfurruñaba y con más fuerza apretaba su preciada joya. El rey volvió a intentarlo.
-Y dime Nacho…
La pregunta se vio interrumpida. El niño sin dejar de observarle y tirando de sus largas barbas para quitárselas, preguntaba con su vocecita infantil:
-¿Papá? ¿Papá? ¿Papá?...
Este es Nacho, mi ahijado, y el protagonista de esta anécdota, tal como me la contó su madre, mi sobrina. Ocurrió el domingo pasado. Yo tan sólo le he dado forma literaria. Todo el mérito es suyo.
Más relatos en casa de Gustavo
Jajajaja!!
ResponderEliminar¡Lo estaba viendo venir!
Los niños son muy listos. A mí seguro que me la hubieran dado, con la edad que tengo. jajajaja
Yo me partía de risa cuando me lo contaron. A quién se le ocurre nombrarle el chupe...jajaja
ResponderEliminarEste Nacho es un lince, y es que la mirada de un padre...
ResponderEliminarMuy emocionante el momento que por fin le toca vivir al "Rey" y los preparativos.
Besos para ti y para Nacho.
(y entre nosotros Nacho... no dejes el chupete)
Pues creo Alfredo que al final el pobre se va a quedar sin chupe. Ya veremos.
ResponderEliminarBesos
Qué buena historia.... y real!!! Un crack, una luz ese niño, y sobre todo a su padre sí que lo tiene fichado...jajaj
ResponderEliminarMe recordaste una situación similar de mis hijos y mis sobrinos, cuando un año dejó de disfrazarse mi marido de papá Noel y le pasó la posta a mi hermano, mucho más flaco, para que no descubrieran la pantomima...Los niños igual sospecharon algo,pese a los guantes,advirtieron que las manos eran más delgadas.... Cuestión que mi marido, volvió a su puesto al año siguiente y a su ropa colorada. En fin, hoy sigue siendo una anécdota a recordar.
Disfruté leyendote y perdona por personalizar, hoy creo que es inevitable!
Muchos besos.
jajajjaa muy divertida anécdota y más graciosa aún la forma de narrarla! jejeje
ResponderEliminarQue los reyes te colmen de alegrías y regalitos!
Que niño tan bonico, Maria José.
ResponderEliminarEs un cielete y ademas , muy listo.
Y es que a veces los padres creemos que los niños son tontos, y no, de eso nada. Se dan cuenta de todo, jajajaja, menuda sorpresa se llevaría su padre.
Besitosssss
Cas
ResponderEliminarEncantada con que personalices, de eso se trata de compartir experiencias aunque le demos un formato literario. Confomr mi sobrina me la contaba la iba ideando en mi cabeza. El niño es un cielo y aunque no habla mucho sabe más que los ratones colorados...jajaja
Besos
Mónica
ResponderEliminarMe imagino la cara que pondría su padre..menudo chasco.
Un besazo
Tere
ResponderEliminar¿Ya estás buena? ¿Se marcharon los virus?
Pues síi que el niño es una preciosidad, la verdad es que tengo seis sobrinos nietos a cual más guapo. Y dices bien, los niños nunca hemos tenido un pelo de tontos...jajaja
Un besazo
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEl "chupe" último refugio de los rebeldes, porque no por dejar el chupe te chuparás todos los cuentos. Relato vivido de cerca, pero con segundas, a mi modo de ver, intenciones.
ResponderEliminarMuy bueno María José, lo he disfrutado tirando las barbas de Melchor ¿o era Baltasar? Lástima de inocencia que desperdiciamos a mansalva. !Ave! amiga, besitooos bajo una estrella fugaz.
Jajaja, me hubiera gustado ver la cara del "Rey Melchor" al verse descubierto.
ResponderEliminarHay que ver con los niños.
Un beso Mª José.
Este niño debe reconocer al Papá a mil leguas. Lindisima entrada. Y ni te cuento la foto del niño.
ResponderEliminarLa cara del papá debio quedar reflejada para la posteridad en un retrato. jajaja.
Un Beso.
¿Pero quién ha dicho que los niños son tontos????
ResponderEliminarSon pequeños, solo pequeños....
Me ha divertido mucho.
Mi hijo pequeño dejó el chupe bajo el árbol de Navidad a cambio de un juguete...
Un besito, y gracias por la sonrisa.
Jajajaja, que bueno Maria José
ResponderEliminarSi es que los niños son más listos de lo que nos creemos y al final nos quedamos con cara de tontos los mayores.
Mi hija mayor a los dos años le dió su chupete al ratoncito Perez para que lo convirtiese en una estrella brillante que brillaría cada día más cuando se le uniesen sus dientes de leche (y a cambio de un regalito claro), pero lo del pequeño ya fué otro cantar.
Un beso y que los reyes vengan cargados de felicidad
Preciosa anecdota y muy bien relatada....me ha encantado...un saludo
ResponderEliminarSi es que los enanos de hoy día ya no vienen con un pan bajo el brazo, vienen con un chip que nos da cuarenta vueltas; o mejor un scanner, mi sobrina pasaba a los desconocidos su scanner en 15 segundos desde que nació, si pasabas su filtro te daba la mano, de lo contrario te daba la espalda sin más explicaciones.
ResponderEliminarUn abrazo, compañera. Los niños son los grandes protagonistas...
NO debería haber aprovechado la circunstancia de ser Rey para desterrar algo tan preciado para un niño como su chupete. Menos aún haber insistido tanto y menos aún, no haber cambiado la voz, harto familiar para la más que aguda inteligencia de su niño.
ResponderEliminarPreciosa historia, Mª José.
Un abrazo.
Un padre es un padre por mucho disfraz de rey que se ponga, los ojos le delataron, y los niños son muy listos.
ResponderEliminarUn abrazo
Me has traido una anécdota personal a mente. Un año hicimos una fiesta de cumpleaños en la que me disfracé de mago. Mi hija pequeña, cuando me vió: "es mi papá"; mientras la mayor le decía "cállate tonta".
ResponderEliminarPensé que en una prevalecía la relación humana y en otra la ilusión.
Bonito relato María José.
Muchas felicidades para este año, dale vida a tus sueños y que la crisis económica pase de largo.
ResponderEliminar¡¡Feliz año 2011!!
Un abrazo.
Muy buena anecdota, me hace recordar la frase que siempre decia un profesor de Pediatria: "Los niños son niños, pero no tienen un pelo de tontos"
ResponderEliminarLos Payasos y Magos saben cuanto dificil es ganar la ilusionde un niño.
Un beso, MJ
Que entrañable. Perfecto para el día después de reyes. Gracias. Feliz año
ResponderEliminarnacho nachete, ven acá que te doy un besete...será....será...bueno..ya sabes lo que diría..ese niño es mu mu listo, maría josé, es un tipo que legará lñejos...seguro, se aferra a lo suyo, y además le dice papaapapap...jaja¡¡qué cabroncete el niño!
ResponderEliminarbesos, maría josé.
Vaya con el niño que adivino quien estaba detras de aquellas barbas, ja ja ja
ResponderEliminarTierno relato real.
Primavera
JAJAAAAAA, ¡qué bueno!, JAAAAAA.
ResponderEliminar¡Me ha encantado el relato!
¡Un beso!
Miguel
Muchas veces nos pensamos que los niños son mas inocentes o "tontos" de lo que realmente son; y muchas veces nos sorprenden al darnos en las narices y demostrarnos que de tontos ni un pelo..
ResponderEliminarBonito relato navideño. Un abrazo
Muy bueno, los niños son muy listos, además no hay disfraz que pueda cambiar lo que nos dice una mirada, sobre todo cuando va cargada de amor.
ResponderEliminarTierno María Jose.
Te dejo un abrazo
Si es que los niños saben más de lo que pensamos.
ResponderEliminarMe imagino la cara del padre jejeje y la madre no sabría que hacer reírse o salir corriendo.
Divertida anécdota la de tu ahijado, que por cierto es muy guapo. Un abrazo.
Jaja, si es que los niños de hoy ya nacen aprendidos. y este más, que tiene unos ojazos que se ve que no se le escapa nada.
ResponderEliminarBonita anécdota navideña.