viernes, 3 de septiembre de 2010

Homenaje a los Sábados Literarios: Mordiendo el lápiz


El tema propuesto es este: Queremos un final para esta historia:



¿Cómo fue?
¿Cómo fue?... Sí, lo recuerdo… Me acompañaba a casa. Yo estudiaba con las monjas. Él me esperaba en la puerta, con sus libros y sus quince años. Me regaló un anillo de hojalata precioso; lo fabricó con sus propias manos.Venía a mi barrio después de la merienda. Jugábamos a ´matar´ (ese juego de pelota donde apuntas con el balón a uno del equipo contrario, lanzas y, si le das, pasa a ser tu prisionero). Apareció otro chico. Otro chico que se había obsesionado conmigo. Yo no le hacía ni caso, pero él no cesaba en su empeño.
Un día, recuerdo que dejé a la pandilla en la calle y subí con mi amiga a la azotea de casa. Le estuve comentando que andaba hecha un lío: el chico del anillo de hojalata me gustaba; el otro se derretía por mí (y eso también me gustaba). Entonces, mi amiga me agarró del brazo y me llevó al borde de la terraza.
-Mira ahí, abajo (y sacó el dedo de señalar): ese está loco por ti. Y ese otro es tu alma gemela. Ahora, tú decides…
Me di la vuelta, escurrí la espalda en la pared y me senté en el suelo (yo tenía quince años).
-¿Ya? – preguntó mi amiga, después de un largo silencio.
-Sí.
Bajamos. La pandilla esperaba. Había que retomar el juego. Me tocaba formar equipo:
-Me llevo a Rosa, Carmen y José. También, a ´Margarito´ (que era un chico tímido y afeminado).
El turno de mi amiga:
-Elijo a Pedro, Ana, Manu y al Chiqui.
En el banquillo, los dos ´Romeos´… La suerte estaba echada…
Miré a ´la locura´; luego, a mi alma gemela. Volví a mirar a uno… al otro…; segundos densos en los que nos jugamos toda una vida (a los quince años).
Elegí ´la locura´.
Prudencio (el que decía mi amiga que era mi alma gemela) no volvió por el barrio; ni me esperó más a la salida del colegio. Tampoco pude conservar el anillo que me regaló. ´La locura´ dijo que tenía que tirarlo a la basura; y como antes no había contenedores, lo saqué del dedo y lo lancé a los jardines del paseo.
Aquella noche, recuerdo que lloré.

Veinte años después
Toqué la puerta dos veces antes de pasar mientras  desconcertada leía el nombre que, en letras doradas, aparecía en la placa: Don Prudencia Caspe y Barona, abogado. Me sonaba aquel nombre, pero no atinaba a saber de qué. Una secretaria muy amable me indicó que me sentar; en unos minutos me recibiría. La habitación decorada de un modo muy tradicional contrastaba con la minifalda de la chica que con gran desparpajo respondía a las continuas llamadas de teléfono que sobresaltaban mi recogimiento.
No hacía ni dos días que al llegar a casa encontré a mi marido vaciando el armario y llenado una gran maleta que esperaba hambrienta sobre nuestra cama de matrimonio. Se había enamorado de otra, me dijo sin pestañear. Lo tenía todo calculado. No me debía preocupar por nada, puesto que él se ocuparía de mí y de nuestros dos hijos. Al salir dió un apresurado abrazó y me pareció entenderle un lo siento, mientras me hacía entrega de una tarjeta donde había escrito la dirección del abogado que se ocuparía de nuestro divorcio.
Lo cierto es que no me causó extrañeza. El distanciamiento entre ambos era cada vez mayor y cuando me quedé a solas, respiré. Tan sólo me inquietaba el hecho de contárselo a mis hijos.
—Cuando quiera —me dijo abriéndome paso hasta el despacho.
Un hombre alto, delgado, joven pero con una sorprendente cabellera gris plateada y unos intensos ojos azules se levantó de su sillón de piel para estrecharme la mano mientras se presentaba. Me bastaron unos segundos para reconocer su voz. No había cambiado en absoluto, seguía siendo tan penetrante…
—¿No me recuerdas? —le pregunté sin soltar su mano.
—No —respondió seco.
¿Tanto había cambiado? ¿Cómo no podía saber quién era? Estaba enamorado de mí y me regaló un anillo que hizo con sus propias manos.
—Soy Sole —dije decepcionada.
Comenzó a reír mientras me cogía del brazo y me llevaba al sofá donde nos sentamos.
—Perdona que no te reconociera después de tantos años sin vernos.
—Veinte. Toda una vida.
—Lo que es el destino —respondió moviendo la cabeza—, encontrarnos por un asunto tan desagradable; lo único bueno es que tu exmarido parece tener las ideas muy claras, de manera que no creo que este proceso se alargue. ¡Qué barbaridad! Las casualidades de la vida. Por cierto, estás guapísima.
Enrojecí mientras observaba aquellos hoyuelos que se dibujaban en sus mejillas y que tanto me gustaban cuando tenía quince años. ¿Sería aquella una nueva oportunidad del destino para deshacer el error que cometí al escoger al chico equivocado? Aquella locura que me desbordó, me perturbó, me desquició, para desaparecer de mi vida sin una explicación, de la noche a la mañana, después de llevar casi cuatro años juntos.
—Me alegro de encontrarte, aunque sea por esta causa —dije mirándole fijamente a los ojos.
—Yo también. Ahora no podemos dejar que pase tiempo sin volver a vernos. Tenemos que ponernos al día y recordar aquellos años adolescentes. Me encantaría invitarte a cenar a casa. ¿Te parece bien mañana? Hoy tengo mucho trabajo.
Miré sus manos sin descubrir ninguna alianza y suspiré. La vida me sonreía. Mi alma gemela, como le llamaba mi amiga, volvía a mí.
—Dime dónde y a qué hora —respondí.
El edificio era moderno y céntrico. Con desazón toqué el portero automático y el click de apertura no se hizo esperar. Había ido a la peluquería. Estrenaba un traje negro que me encajaba como un guante, un largo collar de perlas y unos tacones altos que me había comprado para estar a su altura.
En el espejo del ascensor di el último retoque al brillo de mis labios y pulsé el número siete. Cuando llegué me planté delante de la letra A, respiré hondo y pulse el timbre.
—Bienvenida a mi casa —me dijo a la vez que me daba dos besos y me empujaba sutilmente hacia el interior.
Una preciosa mesa de comedor en la zona derecha del salón llamó mi atención, no por la belleza de las flores que la adornaban, ni la exquisita vajilla y cristalería, sino por sus tres servicios. Me sentí como una tonta. ¿Cómo podía esperar que aquel hombre siguiera soltero? Me ofreció una copa de cava que apuré hasta el fondo.
—¡Cuidado que la noche será larga! —dijo riendo—. Voy a la cocina un momento a ver el asado.
Sentada en el floreado sofá me sentí ridícula. Tenía que marcharme. Me levante y con sigilo me dirigí hacia la puerta cuando le escuché:
—Nunca te di una explicación.
Me giré y le vi apoyado en el quicio de la puerta. La locura, mi locura, el chico al que escogí. Mi turbación iba en aumento. ¿Jugaban conmigo? Detrás de él, Prudencio se acercó, le cogió de la cintura y le besó.
—Sole —dijo mi locura—, me enamoré de él cuando coincidimos en la facultad de Derecho, pero nunca tuve el valor de confesártelo por eso desaparecí, pero esa cobardía siempre me ha torturado por eso Pruden aprovechó vuestro encuentro y me ha brindado la posibilidad de pedirte perdón por no serte sincero. Imagino que tu confusión será tremenda, pero no te vayas. Disfrutemos del reencuentro, seamos amigos, y además la cena está deliciosa —dijo mirando embelesado a su amor. Es un magnífico cocinero.
Sin palabras me acerqué despacio a ellos. Me abrazaron y lloré.

18 comentarios:

  1. Maria Jose, tu relato esta muy bien contado.
    Detras de una elección siempre existe una renuncia.
    He supuesto muchas veces que el tiempo ayuda a acostumbrarse a ella.
    No obstante, en lo más profundo, mis decepciones han reaparecido de un modo inesperado.
    La fideleidad y el amor, Por lo dmeàs, no siempre son muy compatibles.

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  2. jopé! De cualquier manera hubiera elegido mal. Hay que ver, no se puede una fiar de ninguno!! jajaja

    Muy bueno Maria José.

    Un abrazo

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  3. Mi original, y muy actual¡ Sorpendente! ¿Quién podría imaginar un final así en estos tiempos?

    Te felicito.
    NADA

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  4. Has tocado el relato tal y como sucede en la vida real, siempre pensamos que nos van a esperar, que las oportunidades son para siempre y que nadie amará a nuestro amor más que nosotros y cuando descubrimos que no es así, viene el final de antología que le has puesto al relato. ¡¡Bravo!!

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  5. Gracias Pedro por venir a mi casa y leer esta mi primera entrada vacacional.
    Tésalo
    Llevas toda la razón, la elección sea cual sea siempre lleva a alguna renuncia.
    Ardilla
    Gracias por venir de arbol en arbol hasta mi lugar de encuentro a pesar de que el autobus se quedó en la cohera. Siempre es un gusto tenerte aqui.
    Nada
    Gracias.
    El Drac
    La oportunidad hya que cogerla cuando llegue, en este caso el destino no estaba de su parte. Un abrazo

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  6. ¡¡Vaya palo, el de la Sole!!
    Sin marido, sin Pruden y sin el Loco.
    ...que locura.

    Genial relato, muy bien trazado con un final inesperado y contundente.

    ¿Después de llorar como una Magdalena, se quedo a cenar?

    Si ese así, ...bien por la Sole.

    Besos y gracias

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  7. Seguro que después de llorar llegó a la conclusión que tan mal no le fue, perdió un marido que no la quería y recobró dos amigos con quienes compartirá muchos momentos buenos.La amistad es más eterna, quizá e incondicional.... Ya habrá tiempo para encontrar un buen marido!!! jaja
    Me encantó!! te lo dije?

    besotes

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  8. Hola Maria José,

    Estoy doblemente sorprendida.

    Primero porque has escrito un final de la historia propuesta diferente, hasta el final pensaba que Prudencio se habría casado con la amiga con la que subió a la terraza.Ya veo que me colé.

    Y segundo porque creía que Mercedes había anulado este Sabado Literario y veo que tu y Alfredo habeis participado y os habeis subido al bus aún sin conductora.
    Me alegro de que hayais demostrado que apoyais su proyecto a pesar de que "alguien" pretenda terminar con su paciencia.

    Yo todavia estoy en la playa, pero al proximo Sabado Literario me apunto.

    Un besito

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  9. Una crueldad del destino, una cena...¿amarga?
    Bravo por ese final No-feliz.
    Asi es la vida.
    Un beso

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  10. Bueno, la verdad que increible...linda forma para terminar el cuento, suspenso total! me encantó! un saludo y buen finde!

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  11. Lástima que la protagonista ya se venía haciendo ideas que nunca se le cumplirán! jejeje...pero bueno, por lo menos ya no tendrá dudas sobre qué pasó años atrás y, de paso, podrá recuperar buenos amigos!...esperemos que, por lo menos en el asunto del divorcio salga ganando! jejejejeje


    un abrazo.

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  12. Vaya me has dejado asombrada con el final.
    Realmente me fascino.
    Primavera

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  13. ¡La de vueltas que da la vida! Para nada esperaba este final. Bello final al cabo, pues consiguen los tres aunarse en un abrazo amistoso.
    No sabía que seguíais adelante con la propiuesta de Mercedes. Me gusta la idea, que lo hayáis hecho.
    Bien.

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  14. Muy bueno tu relato de inesperado final Maria José, te he estado leyendo desde la ventana indiscreta desde hace algún tiempo, no mucho pero el suficiente como para darme cuenta de que lo que escribes me llega y que lo que me llega además me gusta, nunca he comentado o participado porque no me muevo bien en este mundo de los ordenadores y menos aun el de los Blog pero he empezado a hacerlo hace más o menos un mes. Aunque ahora se nos ha venido abajo el sábado, tú has estado ahí y a la altura así que felicidades. Me ha encantado

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  15. Muy bueno María José, has sabido engancharnos desde la primera linea, para luego dejarnos boquiabiertos con el sorprendente final. Un abrazo, amiga.

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  16. Muy bueno María José,
    está visto que cualquier decisión que hubiera tomado hubiera sido errónea.
    Seguro que después de las lágrimas finales sentiría una gran sensación de alivio y una fuerza renovada para comenzar una nueva vida
    Un beso de Mar

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  17. Apenas recién llegada te leo Maria José, y me admiro, este relato da un giro sorprendente, Sole se queda sola, sin el "loco" sin poder enmerdar tampoco el error de aquel "juego" adolescente. !Cosas tiene la vida! Genial escrito, dolorido llanto, que tenga suerte y una segunda oportunidad.
    Te felicito María José, dale un besito a Susus y a Gus de mi parte, te envio dos cariñosos que vuelan a la vera del Guadalquivir.

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