miércoles, 5 de agosto de 2009

Alienación


Todo cambió cuando leyó aquella frase en el periódico. De primeras, sus ojos pasaron de largo sin prestar la mínima atención. Sin embargo, algo quedó en su subconsciente porque antes de pasar a la página siguiente, sintió un tenue escalofrío y la necesidad de volver sobre sus pasos. Entonces lo vio: Se busca a Manuel GH.
Durante años se estuvo buscando sin hallar ninguna pista sobre su paradero. Cruzó tierras y mares; removió hasta las piedras sin poder dar consigo mismo. Ahora, por arte de magia, se encontraba entre aquellas líneas.
Se sintió renacer, el sol centelleba con un brillo especial y le alumbraba en su nuevo camino de supervivencia. No le importó estar encerrado. Por fin, se encontraba a sí mismo, sabía que existía, era alguien.
Tantos años anónimo y ahora, un rayo de esperanza asomaba entre los barrotes de la cárcel de su locura. Él era Manuel GH, siempre lo había sabido. No en el mundo de pesadillas en el que lo confinaron los medicamentos, sino en el de la certera realidad. Él no había muerto, existía a pesar de que muchas veces le hicieron dudar.
Allí tenía la prueba. Habían querido quitarle su vida, su nombre, pero no habían podido. Alguien se apiadaba de él.

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